Ángel

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Charlotte se humedeció los labios y se apresuró a coger a la niña, cargándola en sus brazos. Tragó saliva y le miró directamente a los ojos.

Charlotte: Sí... pero tranquilo. No voy a decir nada.

Vince: Sé que tú no dirás nada, tienes mi razonamiento para los negocios.

Charlotte se quedó en silencio, no era del todo cierto. Llegar al extremo de grabar ilegalmente a dos personas mientras tenían un encuentro íntimo era demasiado, hasta para ella.

Vince: Espero que sepas que una noticia de este calibre no debe conocerla nadie. Ni siquiera AJ.

Charlotte: De mi boca no saldrá nada. Pero ese vídeo suyo...

Vince: No interfieras. Por favor, ni opines.

Charlotte: Deberías borrarlo. No es justo, ella no tiene nada que ver.

Vince: ¿Vas a cuestionarme? ¿Tú, precisamente, con todo lo que hemos hecho por ignorar tus idas de madre?

La rubia se mordió el labio, y acabó mirando a su hija, pensativa.

Charlotte: Bayley no me cae bien. Pero si tengo acceso por algún casual a esas carpetas voy a borrarlo. Eso tenlo por seguro.

Vince: No te entrometas, Charlotte. Te lo repito.


Backstage


Roman sabía que pasara lo que pasara ahora, tendría que optar por un cambio de actitud. Ya que le había salido mal todo con Shazias, no podía permitirse el lujo de rendirse tan fácil. Podían ofrecerle un puesto en la TNA, pero iba a empezar desde el suelo. Después de hablarlo horas con McMahon, decidió mirar los futuros PPV y tomarse unas semanas de relajación para sí mismo. Lo necesitaba. Quizá eso despejara sus dudas del todo.

Cogió sus bolsas deportivas y tras vestir la sudadera fue en busca de Bayley, que seguiría en su camerino. Picó a la puerta y alcanzó a abrirla sin permiso, alzando las cejas.

Roman: Chica cariñosa. Me voy a ir yendo ya, sé que tienes partido.

Bayley: ¿Vas a volver a la empresa?

Roman no quería dar respuestas ni nada por seguro. Tenía que volver por contrato, pero su corazón le seguía pidiendo como un loco salir corriendo de ese edificio, incluso antes de poner un pie en él.

Roman: Por el momento iré a mi casa a verte en la pantalla pequeña. No me defraudes, tú puedes contra Charlotte.

Bayley: Ya... —sonrió y respiró hondo. De pronto, un osito de peluche apareció delante de ella.

Roman: Mira, lo arreglé hace tiempo. Voy a llevármelo. Ya sabes adónde tienes que ir si quieres volver a verlo.

Bayley: No lo dudes... oye. Eh, Roman...

Roman: Sí, ya sé lo que vas a pedirme... —dijo arrimándose a ella, y antes de que pudiera responder la besó en la boca. La luchadora cerró los ojos y se agarró a sus brazos, siguiéndoselo, pero una puerta tras ellos los alarmó.

Seth: Pst... anda que habéis venido mucho a verme, mamones.

Se rieron, Seth se fue con las muletas hacia el pasillo sin dejar de quejarse por el camino.

Bayley: ¿Nos vemos hoy?

Roman: Sí —tocó su mentón y se acabó distanciando, girándose a la puerta. Al cargarse la bolsa en el hombro la chica lo agarró de nuevo, girándole tímidamente.

Bayley: Espera...

Roman: Estás muy demandante, eh —bromeó volteándose de a poco, parando de caminar. Vio cómo sonreía... estaba un poco nerviosa.

Bayley: Nosotros... somos... ¿algo?

El samoano la miraba divertido de arriba abajo. No le sacaba muchos años, pero sí los que marcaban la diferencia de experiencias amorosas.

Roman: Esta tarde te lo digo —comentó para picarla, alejándose de a poco. La hugger ladeó la cabeza un poco confundida, pensando en lo que acababa de decirle mientras se iba. Pero él no tardó mucho en reaparecer, asomándose por el marco de la puerta— pero como me entere de que andas por ahí con otro vas a tener pesadillas con osos decapitados el resto de la semana.

Volvió a irse.

Y volvió a aparecer rápido.

Roman: Metería cabezas de ositos en tu buzón.

Bayley: Lo he captado —dijo agarrándole del brazo al ver que se iba otra vez. Se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla, sonriendo— nos vemos. Yo te convenceré para que recuperes esa pasión por esto... te lo prometo.

Al oírla fue dejando de sonreír, pero no adquirió la seriedad apática. Era una seriedad distinta, pensando hondamente en lo que le decía una mujer que más que mujer, parecía un ángel. Se humedeció los labios y bajó la cabeza, dirigiéndose a su boca. Al volver a tenerle tan cerca Bayley cerró los ojos manteniéndose cerca de sus labios.

Roman: No puedes ser tan buena, hablo en serio. La gente de aquí es pura mierda. En mi ausencia, hazte valorar. Ante Stephanie y ante todos; tú lo vales de verdad.

Bayley: Yo tengo muy claro lo que valgo. El que no lo tiene claro eres tú, así que... ya te convenceré de que sirves para estar aquí. No me supone un problema repetírtelo —sonrió, y Roman se contagió al contemplar divertido sus hoyuelos en cada mejilla. Resultaba apetecible. Se fueron acercando de nuevo, pero una nueva voz del pasillo instó la aparición de Bayley en el ring.

Al salir y verla subir a aquel escenario, inspiró hondo. No podía separarse de lo que le hacía tan feliz, aunque eso significara llevarse palos por delante. Deseaba tener la mentalidad fría de gente como Seth, o la fuerza de The Rock, o el carisma de Dean Ambrose, o la fortaleza moral de la arpía de Charlotte. Pero al final siempre sería categorizado como "el tonto", por su sensibilidad. Por cómo le afectaban las cosas. Ni siquiera Bayley, que era amor con piernas y brazos, se rendía tan fácilmente como él. Tendría que sobreponerse a ello.

Se apresuró a salir de la edificación antes de perderse el combate femenil, y al pasar por el frente del despacho de Vince, el samoano le dedicó un saludo rápido.

El directivo sonrió y se lo devolvió.


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