Capítulo 5: "El Misterio de las Serpientes"

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20 de Diciembre de 1806, Jerusalén, Windmill Hill, guarida asesina.
Los pasos de unas botas recién reparadas de la suela hacían eco en un pasillo que su fin era una puerta con un águila tallada en la misma, era el mismísimo cuarto del joven Altaïr, el dueño de aquellas botas era Tala quien llamaba a su puerta. El joven la abrió sin necesidad de que le llamarán más de una vez.
- ¿Listo?, es tu primer encargo serio - Tala se había dejado una barba que rasuró y en su rostro vivía la sombra de la misma, su cabello había crecido considerablemente en un año.
- Vámonos tío - Altaïr le dio unas palmadas en el hombro.
- Te traje lirios - Tala le dio un ramo a su sobrino para que lo colocará en la tumba de Linda quien hace poco más de un año ya se hallaba descansando en paz. Una colina llena de pasto verde que parecía nunca morir con un gran árbol de una madera sólida y ramas fuertes que producía una sombra refrescante era el lugar de descanso de la madre de Altaïr, frente a su lápida se encontraba Ivan, quien a pesar de haber pasado un año su aspecto era casi igual que siempre, excepto por el cabello el cual ya colgaba abajo de los hombros.
- Es un detalle que estés aquí - Sin mirarlo Tala pronunció aquellas palabras vacías, tras un suspiro su hermano logró ponerse de pie y camino dentro de la fortaleza.
- Al Mualim quiere verte en la tarde - Sin mirarse y solo acentuando con la cabeza los hermanos siguieron haciendo lo habitual, tras la muerte de Linda la dupla conocida de "las hojas que cortan de noche" había desaparecido, los hermanos no habían estado tan distanciados desde que tenían diecisiete y diecinueve años, décadas atrás a la actual.
- Vámonos - El entusiasmo en la voz de su sobrino sorprendió al Tala, pues hacía un par de meses atrás Altaïr solo conocía la venganza y la tristeza.
- ¡Vamos! - Echaron una carrera de trepar y saltar entre casas para llegar al lugar de su encargo, aquel rincón de mala muerte para interrogar y entregar al más grande traficante de los barrios bajos, la velocidad de ambos era increíble hasta que después de un número de casas el nuevo Altaïr noto que su tío se había quedado atrás, paciente se sentó en el tejado y saco a relucir su collar que solía siempre observar cuando no hacía nada, su accesorio era la pieza que hace un año logró tirar del asesino de su madre, un engranaje de lo que parecía ser un mecanismo de lo más fino que cualquiera pudiera ver.
- Daremos hoy con el responsable - El engranaje se oscureció debido a la sombra que producía Tala, el muchacho se puso de pie, ambos se pusieron sus capuchas y comenzaron a inspeccionar su área, guardias armados hasta los dientes era lo que les esperaba al entrar a ese lugar a cumplir dicha misión.
- El ruido del reloj no deja concentrarme - Altaïr comenzaba a molestarse, quería hacer esto de la mejor manera.
- Regresemos mañana, debo ver al maestro - Dio media vuelta y Tala a paso rápido iba directo a la guarida, su preocupación hizo olvidar a su sobrino y no se dio cuenta que camino solo todo este tiempo.
- Vamos hermano -  Ivan lo tomo por el hombro, ambos caminaron hasta la sala de reuniones de los grandes maestros, Al Mualim en el centro, su aspecto de guerrero experto imponía y sobresalía de entre los demás asesinos, la maestra Marla, el maestro Rashis y el maestro Radames eran la elite de Al Mualim y todos habían sido sus aprendices.
- Bienvenido Tala - Con un ademán en la mano el gran mentor cedía el asiento en medio al hermano.
- Sin rodeos, sabes porque éstas aquí - El maestro Radames con su voz ronca miraba con seriedad a ambos hermanos.
- Hace un año que eres sospechoso - La maestra Marla se negaba a que su pupilo fuera quien cometió el homicidio de Linda.
- Esta mañana hallamos evidencia en tus cosas Tala - Al Mualim bajo de su lugar y en círculos camino al rededor del acusado mientras exponía todas las pruebas las cuales eran todas tan incoherentes pero probables al mismo tiempo. Mientras al otro lado de la ciudadela el chico se cumplía en completar su misión, entrando de esta manera al bar donde se hallaba el traficante, sus ropas lo hacían ver llamativo pero nadie se acercaba, sabían que era asesino y obvio que iba armado y siempre alerta, o eso creían, camino al piso de arriba donde la luz apenas tocaba los pies de quienes se hallaban ahí, tomó y arrastro una silla para sentarse, ambos codos se acomodaron en la mesa y una figura con turbante solo observaba en las sombras.
- Eres Iris ¿no? - En una primera impresión atrajo la atención del traficante, quien se acerco ordenando a sus súbditos tomar y encender velas en la mesa, sabían que la charla sería larga e intensa.
- Si, soy yo - Su diente de oro brillo con la luz de las velas, su cara llena de cicatrices le daba el aspecto de ser un hombre peligroso y con bastantes amigos dentro de todos los ámbitos.
- Quiero pruebas - Altaïr mostró el collar y lo puso en manos de Iris quien detalladamente lo observó. Con otro gesto ordeno a otro súbdito traer algo, llegó aquel subordinado con una caja en las manos la cuál colocó en medio de la mesa, Iris saco una llave que cargaba en el pecho y con la misma abrió aquel paquete, aquel traficante conocía a los asesinos y el escándalo del asesinato de Linda a manos de un asesino corrió hasta el último rincón de Jerusalén.
- Aquí la evidencia niño - Tomo un palillo y subió los pies a la mesa mientras Altaïr tomaba la caja y veía el contenido que había dentro, Iris arrojó el collar que le había entregado el muchacho anteriormente.
- Esto es.... - Anonadado tomo aquel instrumento encargado de arrebatar la vida a su madre, una hoja oculta a la que le faltaba un engranaje, coloco sobrepuesta la pieza, retiró su propia hoja para colocar aquella sacada de la caja, la observó detenidamente y decidió sacar la hoja, la prueba máxima estaba ahí, un año de pelear la libertad de su tío, el grabado de las dos serpientes enroscadas en la hoja, Altaïr había dado en el blanco.
- El hijo de perra las escondió - Refiriéndose a Al Mualim, el enojó era la satisfacción, la verdadera pregunta era "¿Al Mualim un traidor?".
- ¿Y que gano yo? - Iris tomó su cuchillo estilo sultán y miraba al chico fijamente, saco un saco repleto de piezas de oro, sin chistar las acepto y ordenó que lo dejarán irse sin problema alguno, velozmente se dirigió a Windmill Hill a terminar con el asunto de su madre de una vez por todas.
La noche era fría, eran las 23:00 horas cuando el chico llegó a la guarida, sin decir nada interrumpió el juicio dejando a todos impactados.
- ¡Inocente! - Pateo ambas puertas atrayendo la atención de todos los presentes.
- ¿Que haces Altaïr? - Tala se exalto al verlo.
- Vine a poner un fin a esto - Caminaba a lado de su tío mirando a su alrededor, las caras de asesinos eran todas reconocidas pero faltaba una peculiar persona, Ivan estaba ausente en la sala pero sin tomarle importancia tomo posición en el centro dejando a un lado a su tío.
- ¡Todos saben que hacen aquí! - Caminaba en círculos por las orillas hasta llegar frente al gran maestro quien lo miraba con desacuerdo en sus palabras.
- Tengo en mis manos la prueba que liberara a mí tío - Una vez frente al viejo alzó la mano con la hoja entregada por Iris, todos miraban fijamente aquel artefacto con asombro y miedo al mismo tiempo, no había asesino que no conociera el objeto siendo mostrado.
- ¿De donde sacaste eso? - Al Mualim estaba aún más impresionado.
- De tu escondite - Altaïr miró con ojos retadores al viejo maestro quien no hacía nada, ni siquiera un gesto quitaba aquel rostro serio, tomó un gran respiro, dio dos pasos al frente.
- ¡He ahí la prueba final! - Miró con devoción a su consejo y maestros quienes no decían nada, explicó rápidamente que Tala era el encargado de recoger las hojas del maestro con el herrero personal de los asesinos, pero que esas hojas jamás llegaron a su destino.
- ¡Les juró que desaparecieron de mi bolsa! - Tala replicaba pero nadie le tomaba en serio.
- ¿Tú mataste a mi madre? - El tono en la voz de su sobrino era amargo y al borde del llanto al recordar el trágico momento de un año atrás, Tala jamás se había sentido tan traicionado y solo en su vida hasta este momento.
- Sabes que yo no fui - Nervioso y alerta el tío buscaba una forma de salir de ahí, pero el en el fondo sabía que era imposible, cuando de pronto con una pequeña y muy débil esperanza su hermano Ivan entró a la sala una vez más con un atuendo en manos, callado lo lanzó a los brazos de su hermano quien por reflejo lo tomó.
- Esto no es mío - Extendió el atuendo negro, aquel que portaba el asesino de Linda.
- ¿Como pudiste hermano? - Ivan se puso delante de Altaïr mirando fijamente a Tala con su característica mirada agresiva y retadora, de pronto impacto contra la pared y la hoja de su hermano amenazaba su vida, los ojos llorosos y furiosos de Tala penetraban el sentir de Ivan, esa mirada se vio interrumpida por un sable que se interpuso entre los dos.
- Voy a matarte yo mismo - La hoja iba camino a su corazón y esta fue detenida por el sable de Ivan quien seguía mirando a su hermano.
- ¡Altaïr no!, ¡Lo haremos como asesinos! - Al Mualim trató de detener al chico cuando de repente una bomba de humo estalló en la sala noqueando a todos, la cortina de humo se desvaneció rápido pero dos asesinos se hallaban ausentes, una carrera había dado comienzo, la venganza estaba desenfrenada.
En los pasillos de Windmill Hill los guardias se encontraban desmayados y desarmados, los ventanales cerrados a excepción de uno donde las huellas de tío y sobrino se encontraban plasmadas, por más que quisieran alcanzarlos la ventaja era demasiada, pues su velocidad era increíble.
21 de Diciembre de 1806, Jerusalén.
La luna blanca iluminaba el cielo azul oscuro, no había ruido en las calles de la parte alta de la ciudad, solo pasos en los tejados que sonaba como si un par de gatos arrabaleros lucharan como era de costumbre en esas partes, el trayecto seguido daba hasta la orilla donde se encontraba en construcción la torre de vigilancia que ahora solo era un tenebroso lugar abandonado de inestabilidad, con un fuerte viento se desplomaría hasta ser cenizas y justo en ese lugar dos sombras exhaustas pararon en seco.
- Hasta aquí llegas - Jadeando Altaïr apunto una vez más a su tío.
- ¡Que yo no he sido! - Tomó el mango de su sable, no quería tener que pelear contra el muchacho.
- ¡¿Entonces porque saliste huyendo?!- Empuñó su sable con ambas manos, el enfrentamiento entré familia era inevitable y uno de ellos no viviría un día más.
- ¡Todos perdieron el juicio!, ¡El verdadero asesino fue...! - Sin poder terminar de hablar la batalla había dado comienzo, con el corazón destrozado Tala sabía que no podría salir de esta hasta acabar con la vida de Altaïr o dejarlo fuera de una manera letal, las estocadas volaban y el ritmo de la batalla era impresionante, parecía un baile perfectamente sincronizado, el terreno baldío de construcción era un escenario que brindaba ventaja a ambos guerreros, desde saltar entre los enormes tabiques ahí en el suelo hasta tomar impulso en tabla atadas a cuerdas que funcionaban como elevadores, fuera lo que fuera que usarán las estocadas cada vez eran más agresivas y de pronto se encontraron frente a frente en un choque.
- ¡Solo detente y te lo explicaré! - Tala trataba de hacer entrar en razón a su sobrino pero ya era tarde, su juicio se encontraba cegado por la venganza y el rencor, en ese momento recordó a su hermano Ivan, aquellos impulsos animales y la falta de razón en batalla, simplemente sonrió aceptando que no podría jamás tener la vida que hasta hace poco le fue arrebatada.
- Tienes la sangre hirviente de un Ibn-La'Ahad - Soltó un golpe en el rostro de Altaïr logrando desprender el choque de espadas, con su mano el chico limpio la sangre que brotaba de su nariz mientras observaba a su tío subir velozmente a la cima de la torre con uno de los elevadores en tabla que había ahí, sin quedarse atrás comenzó a trepar la torre como un asesino maestro, Tala sabía que no era fácil deshacerse de él, la parada fue en el segundo piso cuando Tala jaló de las ropas a Altaïr y este comenzó a golpearlo con los puños cerrados en la cara y cuerpo, el chico tiró un cabezazo en el rostro para separarse y en un abrir y cerrar de ojos las espadas se encontraban desenvainadas de nuevo y chocaban la una a la otra cuando de una estocada a la que se añadió un giro en la mano desarmo al chico sacando su espada hasta el suelo.
- Se acabó - Tala corrió hacía su sobrino y de un empujón este salió volando pero igual que un insecto se aferró a la torre y comenzó la carrera a la cima de tal edificio, ambos sabían que el clímax estaba cerca cuando tambaleantes y con los vientos de invierno soplando se encontraban frente a frente en la cima, la mata de caballero de Tala ondulaba al frente con el aire que golpeaba de espaldas.
- No tienes a donde ir - Altaïr como último recurso saco sus hojas ocultas.
- Guarda eso antes que te mates - El sable de su tío una vez más se preparaba para combatir, en ese momento paso por paso Tala se acercaba a Altaïr, el polvo de los materiales volaba con cada pisotón mientras la cima temblaba, el tiempo para pensar en algo se agotaba y como último recurso el muchacho comenzó a picar los cimientos de la cima de la torre con todas sus fuerzas en su hoja que con cada golpe parecía que iba a romperse y fue así, en el último golpe la hoja voló pero había provocado un estruendo en todo el edificio, ambos asesinos corrieron al mismo lugar en la misma dirección, un pedazo de madera que por casualidad daba a un carro llenó de heno, su única salida era el salto de fe, pero ya era tarde, la torre se vino abajo con los dos familiares, el fuerte estruendo indicó a los demás donde se ubicaba la persecución. La cortina de polvo era gruesa y se extendía un par de calles, los restos de piedra habían dejado daños colaterales y severos en algunos casos, encima de un montón de rocas con ceniza se encontraba Altaïr con el brazo derecho casi roto, las ropas maltratadas y una herida en la cabeza en el perfil izquierdo que sangraba poco a poco, aquella sangre cubierta de tierra y algunos pedazos pequeños de rocas, camino rectamente entre la nube de polvo hasta que esta se disipaba con el viento que comenzó a soplar, una parte de la nube se borró y dejo salir a relucir a Tala quien se encontraba sentado con la espalda recargada en el cimiento principal de la torre recién caída, sus extremidades se encontraban inmóviles, ambas piernas aplastadas con piedras y varillas, un brazo roto y sangrante, un raspón en el cuello y en su mejilla derecha, el peor aspecto que jamás se había visto en el asesino con porte de caballero. Tembloroso y con el corazón acelerado la hoja oculta restante salió, camino lentamente con pequeñas zancadas pues su pierna comenzaba a doler y comenzaba a cojear pero no le importaba pues después de un año su venganza se haría realidad.
- Que esperas, verás que equivocado estabas - Tala alzó la cabeza mostrando el lado del cuello que no tenía un raspón, la piel sudorosa llena de tierra y con pequeñas manchas de sangre, la mano derecha de Altaïr tomó su el hombro de su moribundo tío y la hoja penetró en su cuello, el tiempo y espacio se pusieron en pausa para Altaïr, de pronto se hallaba en un vacío azul con líneas blancas que salían y aquel lugar no parecía tener un fin, el asesino Tala apareció con su aspecto de caballero a lado del chico.
- La maldición de los asesinos - Su voz distorsionada con el eco en la misma con la cuál explico que en ese espacio no había necesidad de hostilidad, la maldición consistía en ver las memorias más importantes del objetivo aniquilado, por fin, Altaïr vería la verdad detrás del asesinato de Linda. Se materializó una sala de reunión en primera instancia, Tala, Ivan, Linda, Al Mualim y el resto del consejo se encontraban en esa parte, discutían acerca del nuevo heredero de sangre noble que crecía en el vientre de aquella mujer ahí presente.
- El niño es el elegido - Al Mualim en un aspecto un poco más joven miraba con orgullo a Linda.
- Si saben quien es el padre atentarán en contra - Ivan miró fijamente a su hermano Tala y enseguida puso al consejo a pensar acerca de eso. Se transportaron a la escena siguiente, el retoño recién nacido se encontraba en manos de su madre sudorosa después de aquel exhausto trabajo de partición.
- No hay duda, la profecía del yacimiento precursor es cierta - Tala cargaba al niño de manera delicada y lo observaba detenidamente.
- Mi hijo tiene la sangre del mismísimo Altaïr de las cruzadas - Puso al bebé frente a él con aquella mirada y sonrisa de un padre primerizo, en ese momento Altaïr de edad adulta en ese espacio azul infinito tenía el corazón desgarrado, la secuencia continuaba el amoroso padre tenía sus cosas empaquetadas para irse.
- No puedo poner en peligro a mi hijo y mucho menos a mi amada - Se despedía de su amada Linda y su recién hijo, esperando el momento que creciera para ser un héroe de la ciudad, se materializó otra escena donde se hallaban los hermanos discutiendo ferozmente.
- ¡¿Porque lo hiciste Ivan?! - Tala tenía contra la pared a su hermano quien sangraba debido a unos golpes, los ojos llorosos del hermano mayor tras la perdida de su amada.
- ¡El chico!, ¡por eso lo hice! - La discusión continuaba.
- ¡Hay más como el! - De un golpe Ivan se liberó de la presión de su hermano, explicó que más personas con sangre noble de asesinos que marcaron la línea del tiempo habían nacido, era una especie de reencarnación.
- Además recuerda que éstas bajo mi juramento - Ivan comenzó a golpear a su hermano hasta ponerlo de rodillas frente a él.
- Oculte la hoja de Al Mualim que debías entregar - Ivan pateó a su hermano en el pecho.
- Te juzgarán a ti por matar a la madre del mocoso - Su bota se colocó en el cuello de Tala.
- Y cuando te encierren de por vida o mueras por el filo del maestro o el mío - Ejercía presión sobre el cuello asfixiando a su hermano sin remordimiento alguno.
- Yo, el gran maestre de la orden Templaria Ivan Ibn-La'Ahad, seré una leyenda - Las memorias cesaron, el tiempo volvió a correr ahí en la torre caída, el cuerpo inerte de Tala comenzaba a enfriarse en vista del chico, con pocas fuerzas Altaïr se recargó a lado del cuerpo con lágrimas en el rostro que limpiaban la tierra y mugre de su rostro, 21 de Diciembre de 1806, Altaïr conoció a su padre, tuvo una batalla con él y arrebató la vida del mismo, los rayos del sol comenzaron a salir y con ojos empapados de lágrimas y con su última fuerza cerro los ojos de su padre ahogado en tristeza.

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⏰ Última actualización: Jan 29, 2017 ⏰

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