Capítulo 4: "Hojas que Cortan de Noche"

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06 de Septiembre de 1805, Jerusalén.
Era un día cálido, el sol era más que fuerte, quemaba en menos de cinco minutos a cualquiera, la sombra era escasa y principalmente en una peculiar área donde yacían los cimientos de una construcción de lo que parecía ser una torre de vigilancia en un rincón donde podía llegar a verse casi toda la ciudad, allí se encontraban trabajadores sudorosos, sedientos y hambrientos trabajando todo el día sin parar bajo el sol ardiente.
- ¡Ayuda! - Una voz de un adolescente hacía eco en un pozo donde solo existía el lodo, mugre y escombros que no servían para dicha torre, el chico ahí dentro era nada más que Altaïr Ibn-La'Ahad, un joven inexperto de tes morena, una barba poco partida para sus 17 años apenas cumplidos, cabello corto debido al calor, una cicatriz pequeña bajo el labio debido a una caída hace años.
- Toma mi mano hijo - Su tío Tala se ofreció a ayudarlo, un hombre noble con una melena de príncipe color miel, ojos del mismo color de su cabello con un tono de piel claro, todos decían que el era el príncipe no oficial de su tierra, pues la altura, el porte y su caballerosidad eran reconocidas.
Ayudo al chico al salir de su trampa de lodo y escombro con bastante cuidado pues si su madre veía un rasguño ensangrentado por más mínimo que fuera obligaría al chico a retirarse de su trabajo.
- Torpe igual que tu padre - Dijo una voz rasposa y madura, era su tío Ivan, barba totalmente poblada de color negro con algunas canas en ella, cejas pobladas de color negro y la melena del mismo tono, sus ojos de color azul hacían ver algo agresivo su gesto, era la versión de un príncipe recién destronado y caído en la bebida.
- No seas duro hermano - Tala sacudía al chico del polvo de su unirme de color blanco mientras sonreía.
- Mi madre va a matarme - Decía preocupado el chico.
- No es un trabajo si no te manchas las manos - Ivan de acercó a su sobrino y tomo su hombro con fuerza mientras su gesto agresivo cambio a una señal de aprobación.
- Vaya calor de los mil demonios - Sudoroso y exhausto el chico cayo rendido en un montón de madera donde la sombra era el lugar más fresco de momento, secando su frente miró hacía arriba donde sus tíos lo veían fijamente.
- Ven, vamos a beber algo - Tala extendió la mano para ayudarlo a parar mientras que Ivan sabia de que lugar se trataba se puso en marcha, Tala era aquel tío cariñoso que se preocupaba por el chico, era el padre que Altaïr nunca pudo conocer, mientras que su hermano Ivan era el tío que veía de vez en cuando y un corto periodo de tiempo, lo único en común que compartían era que ambos pertenecían al credo de los Asesinos liderado por Al Mualim.
En su camino a uno de los clubes que los hermanos conocían pasaron un trayecto infernal a través de un mercado, cuchillos con fruta, vendedores de aspecto noble hasta aspecto de alguien amante de cosas ajenas, había de todo un poco en ese lugar, y claro incluso los soplones de la orden de los Templarios, quienes reconocían fácilmente a los hermanos con aquellas ropas, Tala el hermano mayor con su uniforme de asesino azul marino con detalles grises, antebrazos de piel café donde se notaban las cuchillas ocultas, el hermano menor Ivan con su uniforme verde oscuro con detalles cafés, antebrazos de piel negra aún más llamativos con aquellas cuchillas. Los Templarios llevaban diecisiete años inactivos justo después del nacimiento de Altaïr, estos años de ausencia gracias a que Tala e Ivan los mejor conocidos como "Las hojas que cortan de noche" asesinaron al líder Templario Franco De Sable, un hombre de avanzada edad pero con la mente retorcida como la de un asesino joven lleno de venganza.
- Hermano.... - Tala en tono molesto le habló a su hermano Ivan.
- Lo se, son unas ratas - Ivan tomó aquel sable envainado dando la espalda a Altaïr quien no comprendía nada, los comerciantes se abrieron corriendo para ponerse a salvo, el sonar de las espadas ser desenvainadas retumbo los oídos de Altaïr.
- ¡Corre y ponte a salvo! - Tala dio el primer golpe, sin pensarlo dos veces el chico corrió a refugiarse en un puesto de joyería barata con el vendedor que tenía una cara pálida igual que el.
- Salieron del nido - Ivan choco espalda con su hermano.
- ¿Cuantos son? - Tala sonaba bastante emocionado, pues siempre quiso luchar frente a Altaïr para inducirlo al camino de los Asesinos.
- Cuento veintitrés - Ivan blandía su sable en círculos con una sonrisa que dejaba ver su afilado colmillo.
- Quien mate más no paga - Ambos hermanos se lanzaron al momento, las espadas chocaban en el centro del mercado, los hermanos siguieron luchando para hacer honor a su reputación, Tala combatía como un caballero contra su mitad mientras que Ivan clavo su espada en el peto de un soldado templario y uso las hojas ocultas a diestra y siniestra, el estilo d los hermanos individualmente era único pero luchando en equipo los movimientos completaban al otro.
- ¡Doce! - Al unísono gritaron ambos hermanos, uno clavando su afilado sable en la garganta del último, mientas el otro lograba una equis que salpicaba la sangre del cuello.
- Falta uno - Ivan busco como loco en todos los escondrijos posibles, Tala se quedó en su posición observando el campo abiertamente. En ese momento Altaïr salió de donde se ocultaba cuando una figura de ropas de color vino lo amenazo con un cuchillo filoso.
- Tú, pagarás niño - La punta del sable se Tala atravesó al rufián salpicando de su sangre oscura las ropas blancas de Altaïr quien no creía lo que había visto.
- Trece, y yo gano - El hermano mayor retiró el sable del cuerpo dejándolo caer, el sonido atrajo a Ivan quien de inmediato sabía que la apuesta la había perdido.
- ¡Maldita sea! - Refunfuñaba Ivan, provocó solo la risa de Tala que se olvido de Altaïr quien enseguida se desplomó, estaba pálido como fantasma.
- Despierta - Como un bebé que recién abría los ojos, Altaïr no sabía donde se encontraba exactamente, solo percibió el olor a Alcohol en ese momento.
- Bienvenido a los bucaneros - Tala sonrió y le extendió aquel tarro lleno de cerveza, teniendo uno igual en la mano lo tomó y bebió como si fuera agua.
- Mi mamá me va a matar si bebo - Altaïr solo miraba aquel tarro donde se derramaba la espuma convertida en líquido.
- ¡Que va! - Ivan interrumpió.
- Ahí va de nuevo - Tala seguía bebiendo.
- Teníamos menos que tu edad cuando nos emborrachamos la primera vez - Ivan hacía señas para ordenar otros dos tarros frescos.
- Adelante, estas en edad - Tala miraba a Altaïr tratando de transmitir que no era malo hacerlo, en ese momento sin pensar en nada tomó el tarro y le dio un gran sorbo que incluso olvido que su tío había asesinado a alguien frente a él, Ivan miraba orgulloso a su sobrino mientras le daba su otro tarro a su hermano.
- ¡Salud sobrino! - Ivan alzó su mano y antes de que Altaïr supiera que se tenían que chocar aquellos tarros, su tío ya había bebido de nuevo. El tiempo no importó, ellos siguieron bebiendo y bebiendo hasta que el hermano mayor notó que la luna ya hacía presencia en el cielo estrellado.
- Carajo - dijo mientras solo observaba aquel cielo de color azul oscuro, entre ambos hermanos con un poco de ebriedad en ellos cargaron al chico quien cayó dormido en la mesa del bar y con miedo ambos emprendieron viaje colina arriba a la casa de Altaïr. Cuando llegaron, antes de llamar a la puerta una figura salió de esta y abofeteo a ambos con una fuerza trepidante.
- ¿¡Qué le hicieron!? - era Linda, la madre de Altaïr, una figura que demostraba maternidad, rasgos lindos para una mujer de su edad, tes morena como su hijo, cabello negro y lacio con grandes ojos de color verdoso, sin decir una palabra más cerró la puerta en narices de los hermanos.
- Esta demente - Ivan se recargo en el hombro de su hermano a punto de caer dormido y los hermanos emprendieron camino a su hogar con los Asesinos.
07 de Septiembre de 1805, Windmill Hill, nueva base asesina, 14:00PM.
Tendido en su cama se hallaba Ivan, quien dormía profundamente con el pantalón que portaba al día anterior cuando un papel que envolvía comida lo despertarlo con un golpe a la cabeza.
- Debemos ir por las hojas del maestro- Sin demoras salieron camino al herrero, ambos con resaca acordaron algo, caminar bajo el sol sol ardiente así era el maldito infierno.
- ¿No puede venir el viejo solo? - Ivan caminaba a lado de su hermano quien a su vez llevaba una bolsa cargando.
- Iremos a ver a Altaïr después - Tala sonrió y ambos siguieron aquel tramo hasta llegar al herrero secreto de los asesinos, una vez hecho el encargo llegaron de nuevo a aquella puerta de esa pequeña casa de dos pequeños pisos, un lugar bastante humilde, Tala llamó a la puerta donde una vez más salió Linda de ahí.
- De nuevo - Se recargó en el marco de la puerta donde miraba fijamente a los hermanos.
- Te esperó afuera - Ivan se fue caminando colina abajo, Linda y él no tenían una relación muy amigable desde hace años que se conocieron, Linda invitó a pasar al otro hermano el cual se llevó una sorpresa al ver a Altaïr como si nada dispuesto a trabajar en la construcción, Tala rápidamente le mostró a su sobrino el encargo del herrero, aquellas hojas ocultas que brillaban de limpias, más cuidadas que el cabello de una dama, la hoja izquierda era especial pues tenía un grabado único, unas serpientes enroscadas entre si, el chico se despidió emocionado y salió corriendo a toda velocidad para ir a su lugar, la cima de la torre.
- Puedes quedarte si quieres - El tono de Linda era amable por lo cual Tala aceptó quedarse hasta que llegará su sobrino más tarde. En su camino al trabajo Altaïr se encontró con Ivan quien lo acompañó hasta su trabajo pues después de beber litros de agua su tío ya se encontraba repuesto aquella tarde.
- ¿Se quedó con tu madre? - Ivan pregunto en tono de desaprobación.
- Si, le gusta estar con ella - Altaïr alegre solo siguió su camino.
- Te recogeré en la tarde - Altaïr corrió veloz a trepar la torre para seguir hasta arriba, sus movimientos eran muy parecidos a los de su tío Tala, pero torpe e impulsivo como Ivan, ambos solo siguieron pasando el día.
El cielo de color naranja pálido con unas pocas nubes indicaba el ocaso del día, Altaïr se encontraba en la cima sentado, la torre casi quedaba terminada, observaba el cielo cuando un águila se postro en una varilla a lado del chico la cual emprendió el vuelo dejando una pluma caer en la mano del chico cuando trató de tocar al ejemplar animal en espera de su tío quien lo recogería, mientras en el otro lado alguien llamaba a la puerta, Tala abrió en seguida y se trataba de su hermano.
- Debemos hablar - Su tono era serio y parecía transmitir que de verdad pasaba algo urgente en el momento.
- ¿No puedes esperar? - Demostraba la rabia de interrumpir inesperadamente.
- Debemos hablar..... Con Linda - Al decir el nombre sin pedir permiso invadió dentro de la casa dejando a su hermano atrás mientras cerraba la puerta, Linda miró a Ivan tomar asiento. Bajo aquel cielo de ocaso Altaïr caminaba hacía casa, pensaba que podía haber pasado pues si tío prometió ir por el, escuchó gritos venir de su hogar, sigilosamente estaba frente a la puerta escuchando aquellos gritos.
- ¡Lo haces un inútil! - Ivan gritaba enfurecido.
- Sabes porque hermano - Tala trataba de calmarlo con su voz.
- ¡Lárgate de aquí! - Linda sonaba enfurecida igual a aquella vez que de niño Altaïr rompió una ventana de su hogar.
- ¡Cuando todos sepan que esta aquí, será tu culpa! - Enfurecido abrió la puerta empujando al chico a quien solo miró con desprecio y se marchó enfurecido trepando las casas y corriendo entré techos, Altaïr solo entró y vio a su madre llorar en brazos de Tala.
- Ve a tu cuarto hijo - Tala sonrió pero aquella sonrisa no duró mucho, obediente siguió las ordenes hasta su habitación.
La noche ya había caído, escuchó a su tío irse hace un par de horas cuando de pronto un llamado en su puerta captó su atención, su madre entró a su habitación, se sentó a lado de él en su cama.
- Te amo hijo - Lo abrazo cálidamente y dio un beso en la mejilla, se paró de la cama del chico.
- Buenas noches - Cerraba la puerta lentamente y el chico vio sus lágrimas secas en su rostro, pasado un tiempo el cayó dormido. En un sueño incómodo las escenas y palabras vistas por el chico venían a su mente, despertando en la madrugada al día siguiente, no podía conciliar el sueño de nuevo, comenzó a oír susurros en la cocina, bajo descalzo de la cama y abrió en silencio la puerta cuando se hallaba a medias escaleras una copa de vidrio se escuchó chocar contra el suelo rompiéndose en pedazos, corriendo bajo todas las escaleras restantes, en el centro de su hogar frente a la silla de madera tallada de su madre se encontraba una figura vestida totalmente de negro, de altura promedio aquella persona, tenía el brazo izquierdo flexionado hacía arriba como si acariciara el rostro de una mujer cuando bajo el brazo una hoja afilada y fina salía de su antebrazo, en ese momento Altaïr observó la sangre gotear en el piso y al mirar de arriba a abajo solo pudo reconocer un grabado en la hoja con las palabras de su tío: "El grabado del maestro Al Mualim, unas serpientes enroscadas entre si", éstas palabras las había escuchado un par se días atrás, la figura negra se hizo a un lado y dejo caer a Linda quien sangraba del cuello de manera delicada, Altaïr corrió hacía el cuerpo de su madre quien ya descansaba en paz, su coraje lo impulso a tomar un tabique que usaban para sostener una vieja silla, lo arrojó al personaje misterioso pero solo logró romper el ventanal de la casa, aquel hombre tiró una patada en la cara del chico dejándolo desorientado pero con fuerza, aquel asesino salto a través de la ventana rota y Altaïr lo siguió, miró el tabique partido en tres partes y tomó una lanzándola al personaje misterioso que trepaba, aquella parte del tabique golpeo en la mano izquierda del asesino logrando tirar una pequeña parte de aquella cuchilla que arrebató la vida de Linda, aquella persona solo se perdió en el tono de la noche. Con la nariz sangrante de aquel golpe recibido, Altaïr entró a su hogar, abrazo el cuerpo de Linda y cayo noqueado totalmente hundido en tristeza.

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