Le encantaba cocinar.
KyungSoo realmente lo amaba desde que tenía memoria y veía a su abuela cocinar esos deliciosos platillos que con tanto esmero preparaba. Él siempre recordaba las veces que le preguntaba a su Nina cuál era el ingrediente secreto para que cada plato quedara casi gurmet, y ella le respondía con verdadera sinceridad que era el amor. Se lamentaba no haberle dado la razón en ese entonces, porque en definitiva sí que la tenía.
Suspiró feliz pensando en ello, secándose el sudor de la frente con la manga de su suéter. La cocina era muy pequeña, era verano y con el horno encendido se sentía derretir. No tardó en salir por la puerta después de acabar la ensalada de la cena, y lanzarse al sofá donde el viento fresco y helado del ventilador llegaba a ratos por estar en la función de moverse de un lado a otro.
JongIn pasó de ver la televisión, a posar sus preciosos orbes castaños en su novio, quien suspiró cansado. El de grandes ojos le devolvió la mirada, sonriéndole con esa sonrisa que JongIn deseaba guardar para siempre en su memoria.
—¿Acabaste la cena, amor? —le preguntó el de piel morena, acomodándose en el sofá para quedar apoyado en su mano y mirar mejor a su lindo novio.
—Está terminando de hornearse, —se acercó más a JongIn con un pequeño salto— me alegra mucho que podamos pasar juntos la navidad.
KyungSoo le tomó el rostro para acariciarle la mejilla, acercándose a él para después juntar sus frentes. Lo amaba más que a todo. Por JongIn, el mayor había arriesgado la relación con sus padres, queriendo librarse de esa molesta carga sobre los hombros de estar mintiéndoles y negando a su pareja. Una tarde donde fueron a cenar a su casa, KyungSoo se armó de valor y les confesó a sus padres entremedio de lágrimas que le gustaban los chicos y que JongIn era su novio. Fue un día lleno de emociones que para suerte de ambos, terminó con final feliz.
Los padres de KyungSoo amaban a su hijo tal cual era. Jamás dudaron en dejarlo solo solamente porque tenía gustos diferentes. Abrieron sus brazos a la pareja sin dudar un segundo, y si no hubiera bastado con eso, se encargaron de conseguirle un pequeño departamento para que pudieran vivir su relación en paz. Para no entristecerlos, no le quisieron mencionar que en realidad el único que había acabado viviendo allí era KyungSoo, ya que JongIn continuaba viviendo sus padres.
Llevaban más de cinco años de noviazgo. Su historia era bastante romántica desde un punto de vista literario. Se habían conocido en la universidad (estudiaban la misma carrera), cuando ambos recién estaban entrando al mundo de los adultos. Al principio solamente se conocían de nombre, ni siquiera se habían llamado la atención el uno al otro. Hasta que en una de esas salidas a terreno que hacía la universidad, los pusieron juntos en una misma habitación. Esas cuatros paredes vieron noches pasionales, y oyeron confesiones en tan solo dos semanas.
A pesar de que su relación hubiera iniciado de manera abrupta y veloz, ellos se encargaron de fortalecerla, colocando cada uno un ladrillo para finalmente construir una muralla, sólida y perfecta.
Si bien, a veces también tenían algunas discusiones, los dos se encargaban de dejar el orgullo de lado para poder perdonarse y volver a ser la amorosa pareja que solían ser. Y era extraño, porque para sus amigos siempre KyungSoo había sido una persona bastante fría, que se preocupaba de las personas en silencio y que no era mucho de dar muestras de afecto. Pero JongIn, con su carisma y característica sonrisa, había logrado ablandar el corazón del pequeño de ojos grandes, consiguiendo que KyungSoo no dudara siquiera un poco en besarlo o abrazarlo, siempre y cuando estuvieran solos.
A vista de todos, su relación se podía calificar como perfecta, aquella que cualquier persona quisiera tener. Pero puertas adentro las cosas no siempre eran color de rosa.
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Egoísta; SeSoo
FanfictionKyungSoo siempre creyó que su primer amor sería el último. O al menos eso le demostraba JongIn día a día, su novio desde hace cinco años. Pero a veces las cosas no salen como las esperas, y KyungSoo no era la excepción a la regla. Jamás habría podi...