Capítulo 11: Código de princesas

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 Oye, no necesito nada más

ni sabores exquisitos,

ni un platillo elegante,

no los necesito

Aunque el sabor de las lagrimas

ya sea salado

si al final siempre sonríes

eso serán nuestras especias

(Spice - Tokyo Karankoron)


Jin

Jamás me había acercado tanto a una chica en mi vida, siempre mantenía las distancias de manera bastante cordial y amable, me educaron de esa forma para ser siempre bueno con las chicas pero hubo un punto en el que simplemente no supe cómo relacionarme con las mujeres porque mi madre era muy estricta conmigo respecto al tema.

Verán, mi historia de vida es un tanto particular, nacía siendo hijo único por decisión propia de mi madre, Kim HyunJae había decidido traerme al mundo ella sola cuando tenía 35 años, sin esposo, novio o cualquier pareja sentimental, porque es una mujer bastante fuerte y capaz de hacer cualquier cosa que se propusiese, de niño pensaba que si ella quisiese podía volverse presidenta del país. Admiraba a mi madre profundamente, en mi cabeza no había nadie como ella.

Era una feminista de admirar, estaba ahí donde se le necesitase apoyando a todas las mujeres que podía y sin cansarse. Me llevaba constantemente al centro de apoyo a las mujeres que dirigía, ahí vi de todo a mi corta edad, podía cuestionarse mi educación, sobre si estaba bien que alguien tan pequeño estuviese expuesto a ver a mujeres que habían sido maltratadas, algunas violaciones y unos pocos casos de homicidio, pero eso me hizo comprender que las mujeres podían ser personas muy frágiles y al mismo tiempo tan fuertes como el mismo acero.

Las admiraba profundamente, tanto así que quise imitarlas en todo lo que hacían, mi madre me educó de una forma que pudiese expresarme como quisiese, si yo quería usar ropas de color rosa me dejaba, si deseaba tener una cocinita de juguete en vez de carritos no le importaba y lo compraba gustosa. Era cómo tener una niña, pero yo nunca me sentí por completo una, tampoco deseaba serlo.

Amaba a las mujeres, a veces despreciaba a los hombres de cierta forma, por eso intentaba convertirme en el mejor hombre que pudiese existir y mi madre también lo hacía. Un día varios chicos se metieron conmigo por mi actitud, porque usaba lapiceros de color rosa para mis apuntes, porque me comportaba siempre amable con las niñas mientras ellos las molestaban, me habían llamado marica y aventado mis cosas, regresé llorando a casa fastidiado.

—Mamá, odio a los hombres — decía mientras berreaba, me limpiaba las lágrimas con mi brazo pero seguían brotando más y era imposible borrarlas.

Se puso de cuclillas delante de mí y me miró con ternura, quitó mis bracitos y sostuvo mis manos con cariño, las manos de mi madre siempre eran cálidas.

—Lo que te hicieron está mal cariño, lo sé, no tienes que sentir mal nunca sobre lo que te dijeron porque tú eres maravilloso, entiendes ¿verdad? — La observe a través de mis lágrimas, me obsequiaba una amable sonrisa — Pero la solución no es odiar a todos los hombres, de alguna forma ellos también son víctimas de la educación que recibieron, por supuesto que también hay hombres buenos por ahí y que también sufren, quiero que sepas que estoy orgullosa de ti, por lo que eres y seguramente algún día tú también serás un buen hombre— besó mi frente con mucho cuidado y luego me abrazó.

El Club Anti Jungkook & NamJin ✎ BTS (YoonMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora