Capítulo 5.

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Al abrir mis ojos, los siento pesados y el sueño seguia persistente, como si no hubiese dormido aún. Miro al rededor en mi habitación, cuando me percato que aún era de noche, todavía no había siquiera un rayo de luz entrando por mi ventana. Al mirar a mi mesa de noche, el reloj despertador señala un horario entre las 3:30 y las 3:45, no veia lo suficiente para poder decirlo con exactitud. Vuelve a escucharse aquello, el ruido que me habia sacado de mis sueños; se oia como... Era extraño, pero podia jurar que era la llave forcejeando en la cerradura, al estar todo en silencio podía escucharse incluso el menor sonido.

¿La llave en la cerradura? ¿A esta hora? ¡Un ladron! No, aguarden, un ladrón no tendria llave... ¿Papá?

-¿Papá? -pregunto ésta vez en voz alta, pero no tanto como para que alguien más que yo pueda oirlo.

Me levanto de la cama, y enciendo mi lampara. Abro la puerta de mi habitación, haciendo que la tenue luz ilumine por el pasillo hacia la sala, para asi poder caminar en dirección a la puerta principal sin tropezarme con nada. Desde la poca distancia a la que me encontraba, pude escuchar algunas maldiciones que llegaban del lado de afuera, con la familiar voz de mi papá.

-Malditas llaves... Maldita puerta...-se oye en unos murmuros.

Sin pensarmelo una vez más, abro la puerta, dejando que la luz de los faros del exterior se adentren en la casa, junto con un hombre desarreglado, tambaleandose y con un fuerte olor a alcohol.

-Papá, ¿qué...? -mi boca se abre varias veces para luego volver a cerrarse, no sabia que decir.

Él comienza a caminar, si a ello se le puede llamar así, en dirección al sofá, donde se deja caer medio sentado, medio recostado. Nunca habia visto a mi padre en una situación así, ni similar. Me mantengo junto a la puerta, luego de cerrarla, observandolo. No parecía que fuese a levantarse, ni hablar. Sus ojos entaban centrados en algún lugar de la pared que tenía en frente, pero no parecían ver absolutamente nada.

-Papá...-murmuro al tiempo que doy unos pasos hacia donde él se encuentra, pero no puedo decir más nada ya que mamá sale de su habitación, tan solo en pijama y caminando hacia nosotros.

-Martin, ¿qué haces acá a esta hora? -se la notaba enojada, realmente enojada. Al llegar junto a mi y ver el estado de mi padre, tiene casi la misma reacción que yo al sorprenderse.- ¿Que hiciste?

Justo ahí, papá parece reaccionar y la mira, para después encojerse de hombros.- Salí de trabajar... Temprano y fui a beber unas co... Unas copas.

-¿Unas copas? Mira el estado en el que estas, ¿Y me decis que fuiste por unas copas? -en ese momento, él se levanta.

-Sólo fueron unas copas, Vanessa, no hagas un drama con todo esto. -su voz se elevó, y yo mire a mi madre. Él era alto y corpulento, mientras que el cuerpo de ella era pequeño, muy pequeño a comparación del de mi padre. Habia heredado eso de mamá.

-¿Qué tenes ahí? -preguntó, llevando su mano a la camisa de mi padre.- ¿Labial? ¿Eso es labial?

-No es labial, estas mal. -él la aleja de su cuerpo y comienza a caminar hacia el baño.

Mamá me mira, con sólo eso sé que lo mejor es irme a mi habitación, lo cual hago al instante. Estaba claro que no iba a dormirme, no ahora que probablemente mis padres discutirian. Cierro la puerta y me siento sobre mi cama, escuchando las voces del otro lado de la casa.

Todo pasa demasiado rápido. Gritos que llegaban desde la cocina, Tomi corriendo hacia mi cama, asustado y llorando, mamá y papá discutiendo en algun lugar de la casa que no podia especificar. Pasaron unos minutos y las voces cesaron, seguidas de el ruido de algo romperse.

No lo dudo, bajo a mi hermanito de mis piernas y lo siento sobre mi cama.

-Quédate aca, vuelvo enseguida. -él asiente, y yo salgo de la habitación, cerrando la puerta a mi espalda.

Mi casa se encontraba oscura sin la luz que, un rato antes, salia de mi cuarto. Con las manos extendidas hacia adelante, avanzo por el pasillo para no chocarme nada. La pared que tocaba con mi mano derecha se acaba, dandome paso a la sala.

Primero el juego de sofás, luego la pequeña mesa.

Doblo un poco a la derecha, para esquivar los muebles, pero mi pierna choca contra la lampara de pie que se encontraba en una esquina de la habitación.

Parece que no conocieras tu propia casa.

Tomo la lampara antes de que se caiga, la rodeo y continuo caminando hacia la cocina. Entro en ella, encontrándome con papá y mamá, mirándose en silencio. Allí, la luz del exterior entraba por la ventana y todo podia verse con bastante claridad. Junto a mamá, se encontraba en el suelo el viejo florero de la abuela, ese que tanto cuidaba.

-Mamá...-comienzo a hablar, mientras me acerco a ellos.

-Volve a la cama, Emma. -dice mamá mirandome desde donde se encuentra parada frente a papá.

Frunzo el ceño e ignorandola, camino hacia llegar a su lado y me inclino para recoger los grandes trozos de lo que anteriormente habia sido un florero valioso.

-Deja eso. -se agacha a mi lado y la miro. Tenia la mejilla izquiera de un color carmín, y baja la cabeza cuando nota hacia donde se dirije mi mirada.

-Mamá, ¿qué...? -trato de llevar mi mano hacia su cara, pero no me lo permite.

-Volve a la cama, Tomas debe estar asustado. -lo dijo casi en un susurro, pero bastó para que escuche el pequeño tono de suplica en su voz.

Me levanto del suelo, dejando a mi madre alli abajo. Comienzo a caminar hacia la salida de la cocina, y de reojo puedo ver a mi papá. No podia verlo de buena manera, no después de lo que habia hecho. Salgo del lugar y me dirijo hacia mi habitacion, pudiendo ver mejor gracias a que no habia cerrado la puerta a mi espalda.

Una vez que entro en mi cuarto, veo que mi hermanito volvia a llorar, acurrucado a un lado de mi cama.

-Memi -dice entre su llanto, extendiendo los brazos hacia mi.

Lo alzo y me siento en la cama con él sobre mis piernas.

-Tranquilo... Tranquilo. -acaricio la partealta de su cabeza.

Duro un largo momento así, mientras él comienza a calmarse, su respiración es mas lenta y acaba por dormirse. No lo llevaria a su habitación, no queria correr el riesgo de que vuelva a despertarse mas tarde y se encontrara solo, ni mucho menos queria cruzarme a mi papá.

Lo acuesto con el mayor cuidado sobre mi cama, y me acuesto junto a él. Mientras dormía, yo me quedé mirando el techo de mi habitación, pensando en lo sucedido minutos atras.

Él no es mi padre. Mi padre nunca haría algo así

Ya empezaba a entrar la luz del amanecer por mi ventana, cuando por fin logro conciliar el sueño.

Emma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora