C-4 (+17)✓

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Narr. Yago.

Ya había pasado unas semanas desde que Kala y Panthia decidieron venir a nuestro departamento para quedarse, cuando lo supe pensé que eso le ayudaría a mi niño a no sentirse solo, por culpa de mis asuntos con los lumias no podía pasar mucho tiempo con él.

En estos días mi niño a salido mucho más de lo que salía conmigo, siempre saliendo de compras volvía con ropa que le hacía ver cada vez más hermoso a parte de su brillante mirada, que respondía cuando me contaba sobre los lugares donde se fue a meter con su familia.

Aunque a veces se perdían y me llamaba llorando para que les vaya a rescatar.

También Panthia me contó que Kala había encontrado a un ex humano que se había vuelto vampiro, y el cual al ser un psicólogo, daba terapia a vampiros nuevos que pasaban por sus primeras muertes de seres queridos.

Esto no me era molesto, principalmente por la ayuda a mi Al, mirando los papeles enviados por mi hermana podía notar como los vampiros seguían teniendo sus problemas con los Lumias, lo que había impedido que encontrará a este vampiro.

Suspirando ante el sonido de notificación del chat que mantenía con Claris, volví a ver hacia la computadora.

Últimamente ella ha insistido en que vuelva a Grecia para hablar al ataque de una de las familias líderes de los mundos bajos.

Claris:[ No veo qué de malo tiene el plan. ]

Yago:[ Ya dije que no, es más, ¿Para qué matar a esa familia?, Si se juega bien podemos aliarnos. ]

Claris:[ Mamá quiere sus propiedades, aparte, odia a la jefa de esa familia. ]

Yago:[ A ya, y que nuestra gente valga verga si es exterminada. ]

Claris:[ . . . ]

Yago:[ ¿Por qué mejor no te pasas por humana y te casas con uno de los hijos de ella? Puedes destruirlo de dentro. ]

Claris:[ El menor tiene una relación con su primo y el mayor se niega al matrimonio. ]

Viendo este último mensaje, la sien empezó a dolerme, sin duda no podía entender a la sub-especie de los humanos, sabiendo que Claris iba a iniciar con el chisme de esa familia, cerré la ventana del chat.

Encontrándome con la entrada de mi pequeño Al a mi despacho, sonreí a este acercándome para probar sus labios pero este me detuvo, alzando la ceja note su mirada a la computadora.

— ¿Con quién te escribías? —Los celos en la voz del pelinegro me hicieron sentir entusiasmo.

— Alguien que no me interesa tanto como tú.

Abrazando su cintura, le hice apegarse aunque este parecía no querer, besando sus rosados labios saboreé la frescura de un helado con sabor a fresa, ante el leve forcejeo de mi niño, mordí su labio, entrando a la deliciosa boca de mi pareja.

Entrelazando nuestras lenguas, le dirigí a sentarse sobre mi escritorio, separándome solo al sentirle débil, con mi sonrisa pícara no me detuve y seguí mis besos en toda su adorable cara.

— Yago, mmm~ dime quién era la golfa con la que hablabas.

Metiendo la mano debajo de aquella ombliguera que llevaba, le di atención a uno de los lindos pezones que me volvían loco por morderlos.

Mi Dulce CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora