I. El espejo.

111 2 0
                                    

-¿Qué ves ahí adentro?- aquella era la pregunta que siempre la atormentaba cuando se encontraba frente a un espejo, quizá porque nunca se consideró linda, o bien, porque nunca se atrevió a ver lo que su alma ocultaba, fuera cual fuera el motivo, poco duraba mirando aquel reflejo, que a veces le provocaba repulsión. Ella, a quien todos conocían como Dione, pero que nadie se atrevía a nombrar como tal, sino como cualquier cosa, una muchacha, que más que "única", simplemente era extraña, y nunca buscó ser comprendida, pues de nada le servía.

Algunos la consideraban una chica realmente bella, otros la envidiaban, porque tenía para ofrecer mucho más que ellos, y no hablando de lo material, pues se trataba de una chica realmente buena, que no probó el mal, incluso teniendo un temperamento tan fuerte y cambiante. Era callada, pero cuando hablaba lo hacía con verdadera vehemencia, y las palabras correctas siempre fluían, haciendo con esto, que ganase enemigos, pues nunca lograron lo que ella, aquello que era su mayor cualidad, ya que, aunque estando en una edad donde la gente duda y se preocupa de cosas banales, ella simplemente pensaba, disfrutaba de la soledad, del silencio, y más que nada de una charla madura que no involucrara ni el amor ni la belleza, pues no fueron cosas relevantes de su vida.

Siempre se consideró filofoba, ya que, aunque tuvo sentimientos hacia algunos chicos, nunca se sintió con el valor suficiente para prometerle una vida o siquiera un amor sincero a alguien, pues no se amaba del todo a sí misma, ora por no encajar, ora por sentir que no era suficiente para nada, ni para sí misma, siempre quiso ser más, más inteligente, más apasionada, más feliz.

Amaba la música, y en su soledad, comprendía que era su más fiel compañera, la que la inspiraba, la sacaba del mundo real para meterla en su mundo lleno de fantasía, de sus propias fantasías, siendo que, aunque consideraba el mundo real una completa bazofia, nunca pensó en las maravillas que éste le mostraría. De sus amores, el que realmente se destacó fue el que sentía por las letras, narrando en ellas todo lo que callaba, sus sentimientos más profundos, inmortalizando momentos especiales, momentos fuertes, tristes, importantes, todos, desde el más pequeño hasta el más grande, pero sin mostrarlos, ya que este era el amor más sagrado que ella sentía, nunca cambiaría sus letras.

Era católica, cosa que muchos no creían, y nunca lo demostró como una fanática, ya que nunca vio a Dios como un ser al cual temer, pero tampoco tuvo a la iglesia como un lugar de paz y dudaba, dudaba de qué creer, pues ella conocía bien el pasado tan sangriento de la religión. ¿Por qué tantas muertes y guerras?, eso la tenía alejada del mundo adoctrinado, haciendo que quienes la frecuentaban la creyeran, o bien atea, o bien satanista, pero ella solo obraba como su alma se lo dictaba, pensando que haciendo el bien, otros serían felices... grave error, pues quienes la odiaban aprovechaban eso, y poco a poco la fueron destrozando.

Si bien era eso lo que veía, el odio del mundo, un alma que creía oscura, que se le antojaba malvada y sombría, y unos ojos verdaderamente vacíos, sin fijarse nunca en el largo cabello azabache que caía sobre sus hombros y llegaba a la cintura, tan oscuro como la noche misma, tampoco en los hermosos ojos turquesa que hacían que quien los mirara se hundiera en ellos como si fueran el agua más cristalina del mundo, ni reparo en su piel, tan blanca, como si la luz de la luna la hubiese bañado en su más pura luz al nacer, y más importante, ignoraba por completo su sonrisa, que encantaba a muchos cuando ella era tan solo una niña, pero ahora, simplemente no podía sonreír, ya no quería hacerlo. A fin de cuentas, para ella era solo un reflejo vacío, frente a un espejo, algo repulsivo, algo que no debía ser, algo sin sentido, algo que ella aceptó para finalmente poder simplemente vivir, de manera tranquila, cruel pero realmente tranquila.

Dione: el sacrificio Oscuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora