Se ganaba la vida como vocalista de una banda reconocida, y le gustaba lo que hacía, pues al ser soprano lírica, su voz atraía por completo, cantaba a todo, en especial a la noche, aquella gran bóveda de secretos, de llantos silenciosos, de amores perdidos, de almas en pena, y sueños rotos. Ya dicho esto, al cantar se ocultaba tras una máscara y un pseudónimo, onyx drac, que memoraban sus dos cosas favoritas en el mundo, los dragones y el ónice, para sí misma, ella era un dragón, quien codicia y protege como nada su tesoro. Durante uno de sus ensayos apareció una mujer que ella no conocía, tenía el cabello ondulado y rojizo, demasiado natural, blanca y de una belleza algo antigua, quien esperó a que acabara el ensayo para dirigirse a ella aplaudiendo.
─No esperaba menos de ti, querida Dione─ la mujer comentó a la joven quien se sentía desconcertada.
─Disculpe, ¿la conozco?─ respondió, tratando de recordarla de algún lugar, pero no lo lograba, aunque sentía que su voz le era familiar.
─oh, pequeña, mi pequeña, no recuerdas a quien te dejó en este mundo de... ─ se detuvo sin terminar el interrogante y agregó─ bueno, eso no importa, ¿te importaría acompañarme?, descuida, no muerdo ─dijo adivinando los pensamientos de Dione, quien sintió un inmenso terror al sentir que esta mujer atravesaba su alma con su mirada.
─Espéreme a la salida, debo ir por alguna cosas─ agregó Dione, y la mujer asintió con una sonrisa y se marchó, Dione fue por sus cosas, y al salir notó que empezaba a llover, era un día completamente oscuro, levantó su palma y su cabeza, cerrando los ojos y sintiendo como empezaban a caer una a una las gotas, esos eran sus días favoritos.
─ esta lluvia te emociona, ¿no es así?─ esa voz la sacó de sus pensamientos, haciendo eco en el interior ─después de todo, tu nombre es de aquella quien hace llover─ la chica bajó su cabeza y le dirigió la mirada.
─creo que debemos irnos, no creo que usted quiera mojarse, y mi casa está cerca─.
─oh, por amor a... tutéame, ¿sí?─dijo la pelirroja algo fastidiada, a lo que la joven respondió:
─Está bien, pero vayámonos ya─ y empezaron a caminar mientras los demás corrían a ocultarse de la lluvia, maldiciendo haber olvidado sus paraguas o el hecho de no haber llevado algo más abrigado.
Caminaron algunas cuadras hasta llegar al edificio, subieron al último piso, donde Dione invitó a la extraña mujer a pasar a su recinto, y le ofreció una toalla, la cual rechazó ya que no se mojó mucho, para luego acomodarse en uno de los sillones que la joven tenía en su casa.
─Así que ésta es tu morada, aun me sorprende que ellos no te hayan encontrado aún─ Dione la miró desconcertada, ella no sabía a qué se refería.
─Perdona, pero no te conozco, no sé ni siquiera tu nombre y ya me estás hablando de que alguien me quiere encontrar... ¿a qué juegas?─ respondió la chica, algo molesta al no entender a qué se refería la mujer.
─oh querida, lo siento, olvidé mis modales, aunque para ser sincera, nunca los tuve. Yo...─ tomó un hondo respiro, y sonriéndole pícaramente a la chica ─Soy Lilith, pero tú, llámame madre─ dicho esto la pelirroja se puso de pie y se sentó al lado de Dione, quien la miraba con los ojos abiertos de par en par.
─Disculpa, ¿qué?─ pregunta Dione, más sorprendida por el hecho que fuera su madre que la misma Lilith ─ Lo siento, me cuesta asimilarlo─ Dione cubrió su rostro con ambas manos tratando de ocultar lo ya evidente.
─ Es cierto, no todos los días te encuentras con la primera mujer de Adán─ Respondió la mujer aun sin entender y dando palmaditas en la espalda a la más joven de las dos.
─No me refiero a eso, sino al hecho que seas mi madre... tengo tan vagos recuerdos de mi pasado, que existo como si nunca hubiese vivido esa etapa─ mirando a la mujer, Dione estaba algo confundida, no entendía bien, dejando de lado que se encontraba frente a Lilith.
─oh, sí, eso, ¿sabes lo que significa?─ dando una breve pausa, continuó ─tú mi querida, eres un succubus─ la mujer se levantó y miró desde lo alto a la joven.
Dione levantó la vista algo atónita, de pronto recordó, era algo imposible que ella fuera un ser humano común, nunca dormía, podía llegar a hipnotizar gente con su voz, su piel era mucho más pálida que la de otros y nunca fue fanática de probar bocado... en ese momento se preguntaba ¿cómo habría sobrevivido todo ese tiempo?, pues, Lilith le daba su respuesta de una manera abrupta, y recordó de una de sus muchas lecturas aquello que en aquel momento más la aterraba.
─ ¿Cómo es posible que aún no me hayan encontrado?, es más ¿cómo es que no esté muerta?─ sus ojos se inundaron de lágrimas que luchaban por no salir.
─eso es sencillo querida, de todos mis hijo, que bien sabes no son pocos, eres la única a la que Él decidió perdonar, pero tal vez, no siga siendo así... el caso, es que te necesito, tengo la esperanza que tú puedas ayudarme.─ Dione seguía atónita, no podía creer lo que ella decía, y aunque su mundo pudo irse al piso, la curiosidad consumía su ser.
─ ¿Y qué se supone debo hacer?, ¿qué tanto me afectaría?─ No sabía si eso podía llevarla a arrepentirse de haber preguntado, pero fuera del terror que ya sentía, una parte de ella le pedía que lo hiciera.
─ He perdido algo, y necesito que lo recuperes, y es muy sencillo, en un pequeño frasco, créeme, cuando lo veas, lo reconocerás─ dijo la chica de cabellos de fuego.
Dione aceptó, y justo después de esto, Lilith desapareció.
Despertó en el sofá de su casa, no se sentía sorprendida, ni perturbada, es más, no sentía nada en ese momento, se quedó mirando al techo, y su gato la sacó de sus pensamientos, entró sola a una "aventura" que más que terror, le provocaría una extraña satisfacción.
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Dione: el sacrificio Oscuro.
Fantasíauna joven encuentra en un bosque un fuego fatuo, y no sabe que a partir de ese momento, su vida cambiaría. Todo misterio debe ser resuelto, y todo mal castigado.