Capítulo 2: Who are you now.

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No había dormido más de tres horas, se encontraba cansado y con ganas de volver a la cama... Aunque ya hasta se había bañado con agua fría para poder despertar, lo que obviamente no sirvió de mucho. Había olvidado hacer su maleta ayer, la verdad no se había preocupado por eso ya que, con tantos hermanos en casa, podían prestarle ropa, por lo que terminó solo haciendo una mochila con las cosas más importantes, de todas maneras, solo estaría dos semanas con ellos antes de tener que volver a trabajar.

Salió del departamento cerrando todo, Koganei llegaría al medio día por lo que este dijo, así que era mejor prevenir, debía ir a tomar el transporte, era un viaje de dos horas a casa, no era tanto en realidad, pero quería llegar temprano y aprovechar el mayor tiempo posible con sus hermanos y sus padres. A penas se subió al vagón notó que todo estaba lleno y debía ir parado, suspiró, sin estar realmente molesto, pero le sorprendía que hubiera tanta gente fuera tan temprano en vacaciones.

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Eran las tres de la tarde cuando Murasakibara fue despertado por un grito de su hermana mayor, esta, sin ninguna consideración se tiró sobre él y comenzó a hacerle cosquillas para levantarlo... Había olvidado que vendría, debía admitir que no estaba muy emocionado por aquello, no es que no la quisiera o no se llevaran bien, podría decir que era con quién mejor se llevaba de sus hermanos, pero esta era increíblemente protectora y cariñosa con él, lo que lo hacía sentir sofocado la mayor parte del tiempo.

La sacó de encima sin hacer casi ningún esfuerzo, esta cayó al suelo estrepitosamente mientras se reía. Él se destapó y caminó a su armario buscando algo que ponerse para bajar, seguramente su madre estaría enojada con él por despertar tan tarde, pero sí tenía suerte esta no lo regañaría gracias a la presencia de Megumi.

—¡Atsushi, eso fue muy cruel! —rodó los ojos y se dio vuelta solo para sacarle la lengua y vestirse.

—¿Madre fue a buscarte? —preguntó con la esperanza de que su madre no haya estado en casa en al menos dos horas y así intentar ocultar que había despertado recién.

—Sí, pero no creo que puedas engañarla, Takeshi estuvo toda la mañana en casa y no te vio siquiera asomarte en la cocina, lo que hace obvio que no estuviste despierto—ella soltó una risa y salió de la habitación.

—Estúpido Takeshi...

Refunfuñó por lo bajo y entró al baño de su habitación, mirando su reflejo en el espejo... Bien, aunque Takeshi no lo hubiese visto era demasiado obvio que había estado durmiendo, su cabello estaba todo enredado y sin pistas del elástico que había ocupado para amarrarlo la noche anterior, la almohada y las sábanas habían dejado marcas en todo su cuerpo y sus ojos estaban mínimamente abiertos.

No tenía salvación, así que solo se lavó la cara, los dientes y salió, tomando un nuevo elástico y amarrando su cabello en el camino al comedor, donde debían estar todos esperándolo...

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Había llegado hace algunas horas a la casa de sus padres y aún no era capaz de sentarse o siquiera soltar sus cosas, apenas había entrado por la puerta sus hermanos más pequeños corrieron a él, así fue como lo tuvieron atrapado al menos una hora recorriendo la casa y escuchando sus muchas historias. Cuando por fin creyó que estaba libre sus hermanas lo arrastraron a la cocina mostrando todo lo que habían cocinado para él, junto con chismes sobre sus vidas y sobre la pronta reunión que Chigusa tendría con algunos alfas, que habían llamado interesados por ella.

Y como si no fuera suficiente sus padres habían estado encima suyo señalando cada cosa que veían diferente desde la última vez que los había visto... Mitobe amaba a su familia, pero en serio quería descansar, había estado parado las dos horas de viaje y el camino de quince minutos a pie a su casa, ahora agradecía no traer tanto equipaje. Sus padres por suerte parecieron entender su cansancio y la dejaron tomar una ducha, dejar su equipaje y descansar en la habitación antes de tener que bajar a almorzar.

Una vez salió del baño ya vestido con ropa ligera se tiró en la cama, sonrió y una de sus manos fue a su frente, estaba feliz por el recibimiento de su familia, para él, eran lo más importante, eran la única familia que tendría. Escuchó la puerta siendo tocada y diez segundos después fue abierta, era normal en su familia que solo esperaran cierta cantidad de tiempo y abrieron igualmente, todo eso a favor de Mitobe, quién obviamente no respondía verbalmente, y si no quería que alguien entrara solo ponía pestillo y ya.

En la puerta estaba Chigusa, esta mostraba una sonrisa cortés y llevaba las manos en la espalda, cuando estuvo a su lado mostró sus manos, las cuales sostenían una pequeña bolsita plástica, la cual estiró hacia él, haciendo notar que eran un regalo para él. Sonrió en agradecimiento y la tomó, notando que era chocolates caseros, presumiblemente hechos por ella, ante la mirada expectante de su hermano tomó uno y lo probó, notando que estaba rellenos y tenían un suave toque a café.

Aquello sacó una sonrisa algo triste de Mitobe, sabía porque su hermana había escogido aquella receta, esta solía decir todo el tiempo que él olía como chocolate y café, por el apego que tenía con ella era normal que esta siempre disfrutará de su olor, más cuando se encontraba mal, al ser un olor tan familiar le hacía sentir segura.

Lamentablemente sus hormonas funcionaban mal, esto fue por culpa de su antiguo doctor, quien le había recetado pastillas que eran demasiado fuertes para un chico de quince años, esto con el afán de lograr que el celo de Mitobe llegara y esto de alguna manera lograra que se hiciera fértil... Sí lo pensaba ahora, eso era una idiotez, ya ni siquiera creía que el tipo estuviera certificado como médico.

Nunca pudo conseguir un tratamiento que arreglara sus hormonas, por lo que su olor se perdió gradualmente y ahora olía solo un poco más que un beta normal. Sabía que debía haber alguno, pero debía ser bastante costoso y no creía que gastar en algo que de todas maneras no arreglaría el problema principal valiera la pena, después de todo, aunque su celo llegará y aunque su olor volviera, él seguiría siendo infértil.

La mirada de la chica estaba atrapada en él, pero se veía lejana y su olor solo hacía más claro el hecho de que esta se sentía triste... Mitobe solo tomó su brazo y la sentó a su lado abrazándola, esta comenzó a llorar silenciosamente en su hombro, realmente odiaba que su hermana llorara por eso, ella no merecía sufrir como él, ella era afortunada y debía ser feliz, conseguir una buena pareja que la cuide y le dé una buena vida, ella no podía estar llorando penas que no eran suyas. 

Resignation [MuraMito]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora