Yo te conozco tan bien

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Notas iniciales: No creí que iba a subir tan pronto. Vaya. Normalmente suelo tardar bastante entre capítulos. Pero me alegro de que no fuera el caso.

Ya pronto terminarán los flashback, lo prometo.

La trama avanza sola. Admito, que no tengo idea de a donde va. Desastre, lo sé.

Por cierto, los nombres que se mencionan fueron sugeridos por mi querida Fran ♥ Mucho amor para ella. 

 ❆  

—Yuuri—La voz de Victor llegó desde el otro salón, desde donde el olor de arroz recién preparado y jugo llegaba. Mientras el efecto de los supresores comenzaba a desaparecer, sus sentidos se volvían mucho más agudos. Quizá era muy pronto para que los antojos le atacaran, pero Yuuri debía admitir que el arroz y la fruta eran lo único que parecía sentarle bien a su molesto estómago—El desayuno ya está listo.

Makkachin lanzó un ladrido contento desde su posición, enrollado en los pies de la cama, manteniéndole caliente.

Yuuri no quería levantarse aún, su cuerpo se sentía cansado y en extremo pesado. Pero sabía que tenía que hacerlo.

Así que, dando un suspiro, se puso de pie y con paso lento avanzó hasta la cocina. Makkachin trotó alegremente detrás de él.

—Buenos días—saludó Yuuri, ahogando un bostezo. No llevaba los lentes encima, y la imagen de su esposo era más como una mancha borrosa en los lados. Pero aun así, podía diferencias la sonrisa que él le estaba regalando.

—Buenos días—devolvió el saludo Victor, antes de acercarse y dejar un pequeño beso en la frente de Yuuri, haciendo que un pequeño sonrojo se dibujara en su rostro. Esa clase de gestos, tiernos e íntimos, hacían que se avergonzara más que la desnudez de sus cuerpos en la alcoba.

Victor se separó un poco. Bajando ligeramente la cabeza.

—Tu rostro sonrojado es la mejor vista matinal, Yuuri.

Yuuri no pudo evitar ahogar una risa, mitad avergonzada.

—No digas cosas así.

Que su corazón galopara tan temprano en la mañana, no podía ser bueno.

Victor sólo pudo reír, tan alegre y ligero como sólo él, antes de depositar otro beso en su mejilla.

—Sólo digo la verdad—canturreó, antes de salir de la cocina. Yuuri observó la puerta una vez Victor se hubiera marchado.

Su marido era uno de los hombres más madrugadores que él alguna vez hubiera conocido, y aunque Yuuri sabía que Victor tenía que estar listo para las prácticas ya, no podía evitar que un sentimiento de soledad escalara por su estómago cada vez que le veía listo para partir.

Yuuri se sentó a la mesa, demasiado cansado como para ir por sus gafas en ese momento. Y, con la agradable presencia de Makkachin no muy lejos de allí devorando su propio plato de croquetas, comenzó a comer lentamente.

La fruta era fresca, y el dulce que traía a su boca era refrescante. Después de días sin poder comer nada, Yuuri agradecía que su cuerpo al fin pareciera feliz de tener comida dentro.

—Ya es hora de que me vaya, Yuuri—Dijo Victor, entrando de repente y causándole un ligero sobresalto. Estaba enfundado en ropa de invierno y llevaba su mochila al hombro—Regresaré lo más pronto que pueda. Makkachin, asegúrate de cuidar bien de Yuuri, ¿sí?

Cough SyrupDonde viven las historias. Descúbrelo ahora