capitulo III:"¡¿Que me pasa?!

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La noche paso y el sol comenzaba a posarse en el lugar donde una vez estuvo la luna. La gente empezaba a abrir sus puestos tranquilamente, mientras que a un lado se escuchaban  algunos pájaros cantar.

Altaïr no había podido dormir, se quedo cuidando a su invitado, estuvo cambiándole las vendas y dándole medicamento como se le había indicado. Sus ojeras eran notables, puesto que éste se había quedado sentado en una silla al lado de la cómoda por toda la noche, escuchando entre sueños cortos cómo su huésped hablaba dormido sobre alguien llamado "Giovanni" o "Petruccio", pero no sentía correcto el preguntarle sobre ello, así que decidió callarse.

El sarraceno se levanto de su lugar y camino hacia la ventana que tenia una "linda" vista, se talló un ojo para hacer el intento por despertar, acomodandose en el marco, estando un poco lleno de polvo.

Había pasado un buen rato, observaba a la gente ir de un lado a otro, paseando y conviviendo. De momento le volvió a entrar intriga sobre quien era exactamente la persona a la que estaba cuidando, volteó a ver al italiano para si por casualidad había despertado. Eso no pasó, así que se acercó a paso lento para volverle a dar el medicamento y escucho una leve quejido salió de entre los labios del castaño.

-M...Merda...- se entre cortaban sus palabras. Aquellos ojos oscuros se abrían lentamente. -¿Donde estoy?...- trató de reclinarse en la cama, pero sintió un dolor punzante en su abdomen.

Altaïr quedo un poco desconsertado, creía  que iba a despertar mucho después, puesto que el doctor había mencionado eso.

-... Tranquilo, debes descansar -Dijo, con voz grave, pero tranquila.

Ezio no distinguía muy bien aquella silueta, le era extraño que no hubiera muerto en la pelea, estaba exhausto, su herida seguía siendo reciente.

-No... No puedo, el dolor es algo...- fue interrumpido.

-Lo se, la herida ha sido grave, pero yo me encargare de ayudarte a mejorar, hasta entonces, vuelve a la cama -Altaïr lo trato de acomodar en la cabecera y mencionó -Te tengo que dar esta medicina, lo he hecho desde anoche, pero creo que no lo has de recordar, así que... abre la boca... -.

Ezio hizo caso a la orden sin quejas. Trato de tragar aquella medicina, su textura era grumosa, asquerosa y agria, o esa fue la impresión que tuvo el florentino, causando una mueca de disgusto en su rostro. Un silencio algo incómodo llenó la habitación hasta que Ezio decidió romper el hielo.-...Te agradezco por lo que has hecho, compañero, pero te aseguro que estaré bien, mira y-yo...- fue lo ultimo que dijo antes de hacer el intento por pararse de la cama, Altaïr, con algo de preocupación en sus ojos lo observaba desde la silla en la que "durmió" la noche anterior.

-¿Lo ves?, estoy b-bien, no hay nada de que..- se escucha un leve gruñido antes de poder colocar siquiera un pie en el suelo, causado por un fuerte dolor de cabeza, estuvo cerca de caer, si no hubiera sido por los reflejos de su compañero de cuarto, éste se habría estampado contra el piso, lo sostuvo cuidadosamente del pecho evitando tocar el lugar donde estaban las heridas. Lo recostó en la cama y escucho unas suaves palabras provenientes del italiano.

-Grazie... Por salvarme una vez más...- mencionó, antes de acomodarse en la cama y voltear a ver al sirio con una mirada algo perdida, pero amable, cerró los ojos, volteandose boca arriba.

Altaïr, al oír las palabras del contrario, se sintió feliz y un leve sonrojo se veía en sus mejillas. Quería tocarlo, sentir aquella piel que brillaba a la par del amanecer.~mierda, ¿que es lo que me está sucediendo?..~ pensó, dejó de lado esos pensamientos estupidos y se dirigió a la puerta para luego llegar a recepción, donde esta vez lo atendió un hombre adulto, parecía ya pasar de los 40. Le menciono que tal vez se quedaría mas días, le pagó lo debido y salio de ahí.

¿Amor A Primera Vista...?   •(Altaïr X Ezio)•  «reescribiendo»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora