-Agh...-dije entrándo a su habitación y desplomándome en su cama, boca abajo.
Pude sentir como él se recostaba a mi lado y acariciaba mi espalda.
-¿Está todo bien, amor?
-La verdad es que no. -dije dándome vuelta para poder verlo a los ojos. Él entrelazó nuestros dedos.
-¿Qué pasa? -preguntó en voz baja.
-La universidad...me tiene muy estresada y ni dormir puedo ya.
-Mhm...-dijo abrazándome, apoyàndo su cabeza en la mía. -A ver, siéntate. -dijo y obedecí, sentandome derecha en la cama. Él se sentó detrás mío, moviendo mi cabello a un lado e iniciando un relajante masaje en mi cuello y hombros.
Pasaron los minutos y sentí como sus manos dejaban mis hombros y acariciaban mis brazos.
-Eres preciosa...-dijo en mi oído. -Te amo, ¿sabes eso, verdad?
-Te amo más...-respondí enternecida.
Continuó besando mi cuello y masajeando mi espalda.
-Nena...déjame aliviar un poco tu estres.
Sin darme tiempo de responder, Carl llevó sus manos a mi camisa y la desabrochó lentamente, deslizandola por mis brazos hasta removerla completamente de mí.
Tomó mi mentón y giró suavemente mi cabeza para besarme lenta y dulcemente.
Introdujo su lengua en mi boca, y mordió mi labio inferior.
El estrés cada vez disminuía más. Llevó sus manos a mi sostén y sin dejar de besarme me lo quitó. Comenzó a masajear mis pechos lentamente haciéndome gemir en su boca, fue ahí cuando el beso se insentificó.
Con una mano, continuó masajeandome mietras que la otra deslizaba mi short de pijama , quitándomelo y dejandome sólo en mis bragas. Nos separamos unos segundos para tomar aire y noté lo rojos que estaban sus labios, cosa que me excitó más.
Volvimos a besarnos, esta vez más apasionadamente y él deslizó un dedo por encima de mis bragas, haciéndome soltar un jadeo en su boca.
-Estás tan hùmeda...-gimió en mi boca. -Me vuelves loco. -dijo y de un tirón las arrancó de mí.
Separé inmediatamente las piernas y sentí cómo dos dedos de Carl trazaban rápidos círculos en mi clítoris haciéndome gemir alto en su boca. No pude continuar con nuestro beso a causa de mis gemidos y jadeos. Me saparé de él y eché mi cabeza hacia atrás, apoyándola en su hombro.
Cerré los ojos y gemí su nombre, incitándolo a aumentar sus movimientos.
-¿Te gusta amor? ¿Mhm? ¿Se siente bien? -habló sensualmente en mi oído.
-Mierda, sí...justo así, no pares...-gemí alzando mis caderas.
Bajó su otra mano e introdujo otros dos dedos dentro de mí haciéndome soltar un grito de placer.Estaba en el paraíso, sus labios succionaban mi cuello, su mano derecha acariciaba mi clítoris cada vez más rápido mientras que la derecha metía y sacaba ya no dos, sino tres dedos dentro y fuera de mí.
-¡CARL! -gritaba una y otra vez a causa del placer inexplicable que estaba sintiéndo. -¡ME VOY A... -no acabé a frase, ya que mi orgasmo acabó conmigo antes de que pudiera hacerlo. Enterré mis uñas en las piernas de mi novio y grité su nombre mientras que mi intenso orgasmo recorría todo mi cuerpo.
Sacó sus dedos de mí y los llevó a su boca.
-Sabes tan bien,amor...susurró en mi oido.
-Pruébate. -dijo llevando sus dedos a mi boca. Los lamí lentamente y él soltó un leve gemido.
Me dí vuelta y lo besé intensamente, enterrando mis dedos en su cabello.
-Creo que es tu turno...-dije tratando de quitarle la camiseta pero él me detuvo.
-No. Hoy se trata todo de tí. Anda, vamos a tomar un baño y luego te llevo a cenar.
Sonreí y solté una lluvia de besos por toda su cara haciéndolo reír.
El estrés había desaparecido. Luego de un relajante baño de inmersión con Carl, fuimos a cenar y...¿adivines quiénes estuvieron una hora completa buscando un restaurante elegante pero ni bien vieron los nombres, precios y tamaños minúsculos de los platos se decidieron por volver a casa y pedir McDonalds?
Así es, la pareja más estúpida, inmadura y feliz del mundo
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