Luego de un largo día en el trabajo, iba de camino a casa ansiosa por ducharme y dormir cómodamente con mi novio.
Estacioné mi auto en la entrada, y abrí la puerta de mi casa, llamándo a Julian.
-¡Caaarl, ya llegué!
Nada.
-¿Carl? -pregunté colgando mi saco en el respaldo de una silla.
Nadie respondió.
- Carl ...-lo llamé subiendo las escaleras camino a nuestra habitación. -
-Amor, ¿estás aquí?
Segundos después comencé a oir gemidos y jadeos que provenían de nuestra habitación. Caminé hasta la puerta y la abrí lentamente para encontrarme a mi novio en nuestra cama, completamente desnudo, nada más y nada menos que masturbandose. Sus ojos estaban cerrados, su boca abierta soltando jadeos y gemidos, y sus caderas se alzaban a causa del placer.
Joder, que me iba a correr ahí mismo.
Me acerqué lentamente a nuestra cama y tomé su mano deteniendo sus movimientos. Él abrió sus ojos sorprendido y asustado. Tragando saliva, me miró jadeante.
-Hola. -le dije mordiendo mi labio inferior.
-¿Qué estabas haciendo? -le pregunté.
-N-nada...-respondió.
-¿Nada? -pregunté subiendome a horcajadas sobre él. -Eso no se veía como nada.
-Mhm...-gimió al sentir el leve roce de mis jeans sobre su erecto miembro.
-¿Crees que está bien divertirte sin mí, Carl ?
-N-no...
-¿No qué?
-No TA (Tu apodo).
TA. Ese simple apodo podía hacerme perder el control en solo segundos.
Pero tenía que mantenerme firme, dominante.
-Quédate aquí. Que no se te ocurra levantarte.
Rocé mis labios levemente con los de él y me levanté de la cama dirigiéndome a nuestro clóset. Carl me miraba sin entender absolutamente nada. Esperando.
Finalmente, encontré lo que tanto buscaba: nuestras esposas. Dos pares. Las miré sonriendo mientras mordía mi labio inferior. Me puse seria nuevamente y girè para volver a verlo ahi acostado, le puse las esposas atado a la cama, agarre su miembro y lo introduje en mi boca estube asi unos munutos y luego meti su miembro dentro de mi rapidamente sin que el pueda hacer algo. Solo gemia de placer y estaba loco por querer tenerme luego de eso le saque las esposas y comenze a besarlo lentamente mientras agarraba mi trasero y me ponia debajo de el mientras me seguia besandome con su mano en la mejilla
Rocé mis labios levemente con los de él y me levanté de la cama dirigiendome a nuestro clóset.Carl me miraba sin entender absolutamente nada.Esperando.
Finalmente encontre lo que tanto buscaba: nuestras esposas, dos pares. Las miré sonriendo mientras mordia mi labio inferior. Me puse seria nuevamente y giré para volver con mi exitado novio.-¿Que vas a...?
-Sh.Sin hablar. -lo callé-
Me quite la ropa quedandome solo en mi sostén y mis bragas y podia ver como la ereccion de Carl crecia y el se rendía cada vez màs ante mí. Haciendome sentir unica y poderosa.Dominante.-Ya que...-comencé a hablar mientras encerraba el otro extremo en la cabecera de la cama, haciendo lo mismo con el segundo par-...has sido malo...debes ser castigado. -hablé subiendome otra vez a horcajadas sobre él.
Lo besé con toda la pasión que había en mi cuerpo y él me correspondió con igual emoción.
Bajé mis besos al cuello, dejando marcas en mi labial rojo por todas parte. Mordí y succione su cuello y clavícula dejando marcas por donde sea que pasara. Marcas que daban a entender que él era mío.Él jadea a y gemía alzando sus cadera para aumentar el placer, tratando de frotarse contra mí, pero yo me apartaba .No iba a hacerle las cosas tan fáciles.
-Mierda, haz algo por Dios. Voy a morir aquí.-dijo gimiendo.
Madre mia, la imagen de mi novio lleno de marcas en su cuello hechas por mí, sus labios rojos, su cabello algo despeinado, jadeante y expectante estaba provocando cosas en mí que nunca antes había sentido.
-Fuiste malo, Carl. Muy, muy malo... no tendrás las cosas tan fáciles esta noche.
-Pero... estoy muy caliente. Necesito algo de placer, ¿no crees?
Pude ver como sus ojos brillaban de exitacion y la emoción, pero yo tenía otros planes.
Me acerqué nuevamente a nuestro clóset, donde guardábamos nuestros juguetes.
De ahí saqué un vibrado y volví a guardar la caja en el clóset.Me acerqué una silla hasta dejarla justo adelante de la cama donde estaba él y me senté en ella, abriendome de piernas, apollando mis talones en el borde de la cama.