Entre cenizas
Belmonch.
La madrugada de aquel diciembre era inhóspita y gélida, y durante todo el mes estuvo lloviendo y lloviendo sin parar, como una cascada interminable. El clima opresivo y tenso de aquellos días había provocado una época solitaria en la ciudad, las calles lucían fantasmales, y daba la impresión de que las casas estuvieran vacías por dentro, el cielo plomizo y encapotado teñía tonos rojizos como si estuviera sumido en un mar de sangre. Eran días que todos contemplaban con horror y perplejo tras los asesinatos consecuentes las últimas semanas y la ciudad había quedado paralizada bajo la oscuridad de aquellos tiempos.
El mundo estaba enfermo y apenas pocos lo sabían, fue así desde un principio, y seguiría así para siempre. Cuando se dieron cuenta de la magnitud devastadora de aquella enfermedad un grupo de personas se reunió haciéndose llamar Los Fénix, fue el primer clan cazador de espectros de la historia, y también el más grande, pocos años después firmaron un contrato con una especie menos amenazadora que los vampiros, los licántropos, se dice que el primero existió en Grecia y que luego la especie fue esparciéndose al resto del mundo entero. Desde aquel entonces el pacto entre los cazadores y los licántropos había perdurado sin inconvenientes, y se había hecho más fuerte con único fin: proteger a la humanidad de los vampiros.
Con el peligro acechando en las calles, todos eran incapaces de arriesgarse a la noche. Todos, excepto tres jóvenes. Tal vez haya sido su naturaleza fugaz y aventurera lo que los conllevó aquella siniestra madrugada a las ruinas olvidadas de un templo cristiano que en sus más gloriosos años había sido una catedral de magnitudes monumentales, pero que ahora no era más que cientos de muros hechos pedazos y de pisos irregulares, sin embargo, había algo más oscuro detrás de todo aquello, una realidad funesta que pocos conocían, y que afortunadamente habían aprendido a vivir con ello: vampiros.
Los tres sujetos se movieron sigilosos entre los árboles. Vestidos completamente de negro parecían imperceptibles en el crepúsculo, túnicas, guantes, botas militares y tapabocas, eran suficientes para mezclarse en la noche. Sus rostros eran un misterio oculto bajo la sombra que provocaban las capuchas de las túnicas sobre sus cabezas, iban uno tras otro, armados y listos para la cacería.
La luna llena brillaba en el infinito, y los cuervos volaron espantados por el viento feroz que azotaba el bosque, haciéndolo estremecer. Las hojas secas revoloteaban por todos lados y las sombras que proyectaban las ramas parecían dedos inocuos a punto de atraparlos.
Una criatura gigante voló a varios metros de los tres jóvenes, no parecía haberlos visto, y realmente no parecía importarle estar en el bosque, territorio de licántropos.
—Va directo a la catedral, hacia la trampa —dijo uno de los jóvenes con la voz amortiguada por el tapabocas.
—Hay que acorralarlo —le respondió otro, miró al tercer sujeto que se encontraba tras ellos aguardando con un arma —Nick, enciende las luces cuando esté dentro de la catedral.
La monumental catedral hecha pedazos estaba a pocos metros de la carretera, y ellos no estaban muy adentrados en el bosque por lo que desde allí la podían ver perfectamente.
El zumbido del viento le aporreaba en los oídos a los jóvenes, y casi les era imposible ver con claridad en medio de aquel crepúsculo, además un olor nauseabundo se había propagado por todo el bosque, provocándoles arcadas.
—¿Crees que sea tan idiota como para caer en la trampa? —dijo uno de los chicos, mientras se acercaban a la catedral —Es decir, aunque esté destruida sigue siendo una iglesia, va a sentirse desprotegido.
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Crónicas Oscuras
ערפדיםAmanda Harrison es líder de un clan cazador de vampiros, su vida es metódica y controlada, desde el momento en que conoce a James Goodwill siente que algo o alguien la esta persiguiendo, empieza a tener sueños confusos, y ver espejismos, hasta el p...