[1] Be ↭ || Isaac Lahey ||

Capítulo 10 - Despedidas

Lo que había pasado en la comisaría encabezó los titulares del siguiente día, sinceramente no sé cómo hicieron para escribir, editar e imprimir la historia antes de que fueran las ocho de la mañana, pero lo hicieron. Mis padres se enteraron de lo que había pasado poco antes de que amaneciera. Mi tío John trabaja en el periódico de la ciudad y, en cuanto oyó la noticia, vino corriendo a casa.

Cuando los medios de prensa y los demás policías llegaron a la comisaría, Scott y yo nos habíamos ido. No podíamos quedarnos a que llegaran las ambulancias y quisieran chequear que estuviésemos bien ¿cómo íbamos a explicar que nos habían disparado porque no teníamos ninguna herida?

Mi papá no le dio mucha importancia (¿podrían cálmarse? ¡No es como si ella hubiese estado ahí!) pero mi mamá... Mi madre se alteró a niveles nunca antes explorados por el hecho de que Matt es mi ex novio y Stiles, mi amigo y todo ese rollo.

Incluso propuso que me agendaran citas con la psicóloga de la escuela.

A papá... no le gustó mucho la idea.

-¡No necesita terapia, Susan, no es para tanto! ¡¿Quieres que falte unos días a la escuela? Bien, pero no llevarás a mi hija con un loquero!-se empeñaba mi padre con terquedad. Él odia los psicólogos, psiquiatras y todo lo que sea por el estilo. ¿Por qué se casó con mi mamá? Uno de los mayores misterios de mi existencia.

-¡No es un loquero, es la psicóloga de la escuela!-corrigió mi mamá- ¡Solo quiero asegurarme de que está bien!

-¡Claro que está bien, solo necesita hacerse a las circunstancias!-protestó él- ¡Deja de exagerar!

-¡¿Exagerar?!-saltó ella- ¡Su ex novio, el chico contra el que tuvimos que poner una demanda por acoso, resultó ser un asesino serial que, además, secuestró y pudo asesinar al sheriff, a la enfermera que la cuidaba cuando teníamos que llevarla al hospital y a su amigo, sin mencionar que sí mató a media estación de policía y que él mismo apareció misteriosamente ahogado hace tan solo un par de horas!

Sí, aún tenía problemas para asimilar esa última parte. Una cosa era sentir alivio porque lo iba a mandar a la cárcel, pero que estuviera muerto se sentía... diferente.

-¡Amigo que la ayudo a secuestrar a su hermano!-y eso tenía que salir a relucir otra vez, por supuesto. Mamá rió amargamente.

-Me sorprende la facilidad con la que juzgas a tu hija.

-¿Qué se supone que significa eso?

-Significa que al parecer olvidaste que, a su edad, tú y John se escaparon de la escuela, robaron un auto de policía y lo estrellaron a las afueras de San Francisco. ¡Bo-rra-chos!-¿quéééééééééééé?

-Oigan, me gustaría no ser parte de esto-solicitó mi tío.

-¡Cállate, John!-le gritaron ambos. Sonreí al imaginarlo retrocediendo con las manos en alto.