3ª parte

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– Buenas tardes.

– Buenas tardes, Luis – contestó el dueño.

– Hola, Luis. – saludó Andrés esbozando una sonrisa forzada.

Luis era un cliente habitual, de una edad cercana a la de ellos dos. Los fines de semana, empleaba gran parte de su tiempo libre en ver películas que alquilaba en el videoclub. Muchos viernes se quedaba charlando con ellos un buen rato. A veces iban, tras cerrar la tienda, a tomar una cerveza todos juntos.

– ¿Está libre la última de Amenábar? – preguntó Luis empezando a mirar en las estanterías donde solían estar las novedades.

La tienda era pequeña, había espacio para seis estanterías, tres metálicas de DVD, dos para juegos de consolas y una de madera en un rincón para películas pornográficas. Los clientes como Luis en un rápido vistazo podían saber si habían llegado novedades.

– Tienen que devolverla hoy. Con un poco de suerte, la traen antes de que te vayas - contestó Miguel a su cliente para luego mirar a Andrés –. ¿Por dónde iba? ¡Ah, sí!

En la cabeza de Miguel no cabía una situación peor que la suya propia. Un soltero empedernido que regenta una ruinosa tienda de barrio. Debía explicarle a Andrés lo mísero de su situación:

– Tienes sueños que no has aún no has alcanzado y te sientes defraudado. Pero es peor no tener sueños. Cuando murió toda mi familia decidí que mi cupo para sufrir en esta vida lo había completado ya. Me refugié en unas rutinas que dan estabilidad y me hacen sentir seguro. Renuncié a tener sueños. Nunca he deseado destacar en nada. Únicamente he esperado que mis empleos cubrieran mis necesidades, sin más aspiración que esa. Y ahora regento este cuchitril que da pérdidas un mes tras otro porque soy muy mayor para empezar nada nuevo. Sólo espero no arruinarme antes de poderme jubilar. Tú, en cambio, tienes sueños, aspiraciones, talento, familia… ¿Qué puede haber peor que no tener sueños?

– Alcanzarlos – respondió el cliente del videoclub, que había estado escuchando la conversación –. Perdonad que me meta, no he podido evitar oíros. Creo que mi situación es peor aún.

Videoclub MiguelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora