Capitulo 10 - Los herederos

82 10 4
                                    

Hola, soy Blu Morphy, mi amado Ikaros y yo logramos salir finalmente del nido humano, librandonos de la amargura y el miedo que nos invadían todos los días, ahora podríamos seguir con nuestras vidas en paz y cumplir nuestras promesas.

Cuando salimos finalmente fuera de la estructura en la que estuvimos atrapados por tanto, percibimos sonidos agudos de esas cosas humanas llamadas "autos", según me explicó Ikaros, unos negros, pequeños, y otros algo cuadrados, más grandes y blancos con una cruz verde. Humanos acostados eran metidos allí, ambos los vimos de reojo, no sabíamos si nuestro sacrificio había ayudado a la humanidad, pero ya no podíamos hacer nada por ahora. Sólo podíamos esperar lo mejor.

Tras un largo viaje, pasamos por el pueblo, y cruzamos las montañas hasta llegar a un bosque algo descuidado y marchito, con señales de que hubo incendios, cacerías e invasiones sin parar.

Detectamos la presencia de pocos animales, y finalmente llegamos al árbol más alto, casa y hogar del lepid que cuida del bosque. Nos quedamos de pie en una de sus ramas, mirando primero a mi alrededor, y luego ver a Ikaros; parecía nostálgico, ido, como si estuviera soñando, pasó una mano por sus antenas dejando escapar un largo suspiro.

-Todo estará bien.

-Eso espero, llegamos justo a tiempo.

Fueron pasando los días luego de que comenzó nuestra verdadera labor, aquélla para la que nacimos.

El bosque mejoró con nuestra ayuda gradualmente, más animales nacieron, cobraba cada vez más vida. Después de un mes, recuperé la movilidad de mi brazo y estaba levemente hinchada por los huevecillos que se formaban dentro de mí.

Como era costumbre, Ikaros estaba usando sus poderes para sanar el ala de un pajarillo lastimado, el cual se recuperó gracias a él y emprendió vuelo de regreso a su nido. Hacíamos lo que podíamos, pero después de lo que pasó en aquel lugar, mis poderes no funcionaban adecuadamente, estaba más débil de lo normal; el hecho de tener a mis crías, usar mis poderes para cuidar dos bosques y haber perdido un ala, me dejaba sin fuerzas. Trataba de comer más para recuperarlas con mayor rapidez, pero no era suficiente, no quería que Ika se preocupase y me guardaba estas preocupaciones para mí, aunque sabía que él ya lo intuía. Sólo no quería darle más trabajo, y demostrarle que no tenía que lidiar con todo el trabajo él solo.

Estaba ya en el 4to mes, faltaba uno nada más para poder dejar mis huevecillos, pero ello implicó constantemente no poder ni levantarme de mi nido. Un día de esos, Ikaros traía comida y se dio cuenta de que aún no me había levantado como habitualmente lo hacía semanas anteriores.

-¿Te sientes bien?

-S-sí -Él me miró fijamente y se posó a mi lado, ofreciéndome un trozo de fruta, yo sonreí agradecida y me dispuse a comer, él se me quedó viendo en silencio- ¿Qué?

-Te he visto más cansada de lo normal.

-¡Hey! E-es sólo es que estoy en estado, no me pasa nada raro o fuera de lo común ¡Estaré bien! -le di una palmada en la espalda con suavidad y seguí comiendo- ¡Este día, será un gran día! -Recité como siempre cuando me despertaba, él solo suspiró para luego sonreír.

Después de esa comida, comencé a sentirme mejor y mis poderes regresaban paulatinamente, y como siempre, Ikaros protegiéndome y ayudándome cuando tenía momentos de debilidad.

Realmente es una gran compañía, no habría podido elegir a un compañero mejor, a pesar de que al principio lo llegué a detestar. ¿Quién iba a decir que ahora estaría completamente enamorada de él? ¿Cómo iba a imaginar que una lepid común como yo, llegaría a hablar de amor, como los humanos?

Alas azules - por: Rumay-chianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora