v e i n t i c i n c o

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¿Qué tenía de bueno San Valentín? Que un par de días después todos los bombones, chocolates, caramelos y dulces en general especiales para San Valentín estaban de oferta. Acompañé a mi madre al supermercado sólo para llenar el carro con todo aquello que tuviera un descuento especial y todo aquello que me llamara la atención, como zumos con apio o cajitas de galletas. Aunque estaba más cerca de la adultez que de la infancia, me perdí como una niña de tres años en el supermercado. Si tuviera que hacer un resumen de menos de una línea sobre mi vida, sería algo como: ''Im Aerin, perdida en los supermercados de por siempre''. No debería haberme alejado de mi madre, pero la sección de maquillaje estaba llamándome a gritos, así que no me resistí y fui hacia allí lo más rápido que pude para echar un vistazo. Luego, cuando volví al pasillo de detergentes, mi madre ya no estaba allí. Recorrí de cabo a rabo todo el maldito súper, mirando hacia todos los lados para intentar encontrar a mi madre y reunirme con ella.

Llevaba entre las manos un par de cajas de bombones con formas de corazón y mensajes mucho más empalagosos que el chocolate. Terminó en el suelo cuando alguien se golpeó conmigo. Bufé, enfadada, porque al parecer todo el mundo tenía que chocarse conmigo  aquella semana y eso me incomodaba. Me agaché rápidamente para recoger las cajas del suelo, creyendo que el desconocido o desconocida con quien me había chocado no iba a hacerlo por mí, pero me equivoqué.

No quería encontrarme con él desde que recibí su carta. Él se apresuró para recuperar las cajas de bombones y terminó teniéndolas en las manos antes que yo. Paralizada, no fui capaz de extender los brazos hacia él hasta que me habló.

— Perdona. — me dijo, sonriendo tímidamente. Hice una mueca. No sabía qué hacer o decir, por eso me limité a tomar las cajas de bombones y a girarme para irme de allí, sin mediar palabra. — Aerin...

Me paré en seco al escuchar mi nombre. Empecé a ponerme nerviosa sin saber por qué. Me recordé mentalmente que Minho no era mi tipo porque no era un viejo billonario a punto de morir o uno de los miembros de Bigbang, y tampoco me gustaba; pero desde que me escribió la carta por San Valentín no podía pensar en él como antes. Era extraño. Ya no me parecía el troglodita bruto que venía a mi clase en cada descanso para acercarse a cualquier chica -menos a mí-, sino que me parecía algo más... distinto. Dulce, quizá. Supuse que tenía su corazoncito bajo su apariencia de baboso. Ni siquiera sabía cómo calificar a Minho.

Enarqué las cejas, como diciendo ''¿qué quieres?''.

— Eh... ¿Leíste la carta? — me preguntó, evitando mi mirada y clavando la suya en los estantes del pasillo.

— Sí. — contesté yo, lo más neutra y fría posible. Me hizo ilusión que alguien me escribiera algo así, pero en realidad no sabía cómo responder.

— Y... ¿qué piensas? — tuve la sensación de que Minho empezó a contener la respiración, esperando mi respuesta. Miré hacia otro lado, tamborileé con los dedos sobre las cajas de bombones y me pensé bien qué decir. Sabía que podía soltar algo sarcástico en cualquier momento que hiriera los sentimientos de Minho, y en el fondo no quería hacerlo. No era por no quedar como la mala de la película, como la zorra que siempre daba calabazas al resto, y tampoco era por sentirme realizada y mejor que el resto. Simplemente no quería que se sintiera mal porque agradecía que me hubiera escrito aquella carta, la cual tuve que esconder de mis padres.

— Tengo que ir a comprar una sandía. — solté. Me volteé, salí disparada hacia el ancho pasillo principal y hui de allí lo antes posible.

Sin exagerar, corrí hasta encontrar a mi madre en la sección de congelados. Lancé las cajas de bombones al carro de la compra y tiré de ella hasta colocarla en la interminable cola de una de las cajas del super. Conseguí llegar a casa sana y salva. ¡Y sin novio!

First Love » Suga; BTS✔ ¡Segunda parte ya a la venta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora