v e i n t i s i e t e

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Al igual que con la Navidad, cumplir años dejaba de gustarme a pasos agigantados. La tradición en mi casa era simple: mis padres me despertaban - a mí y a todo el vecindario, ya que estaban- berreando el 'cumpleaños feliz' como si no hubiera un mañana, me preparaban algo de desayuno, me llevaban al instituto en coche, la gente de aquel circo ni siquiera se acordaba de mi cumpleaños, volvía a casa, devoraba mi comida favorita y un trozo de tarta y pasaba toda la tarde abriendo regalos. El año de mi decimoctavo cumpleaños ni siquiera quería eso. Sólo quería quedarme en casa, durmiendo, preguntándome por qué la gente no podía vivir estancada en cierta edad. Aún así, mis padres irrumpieron en mi habitación cerca de las siete de la mañana, con una tarta que tenía una vela con un número dieciocho. Fingí estar dormida y dejé que mis padres entonaran -muy malamente- el 'cumpleaños feliz'.

— Aerin, despierta, ¡hoy es tu día! — me animó mi madre, como de costumbre. Froté mis ojos con un quejido, me reincorporé y estiré los brazos hacia delante. Vi el trozo de tarta con la vela que sujetaba mi padre y sólo me deprimí más. Después de suspirar, soplé a la llama de la vela. Mi madre encendió la luz de la habitación y se puso a aplaudir mucho más animada que yo. — ¡Felicidades!

Hice una mueca. Aunque llevaba despierta un buena rato, no era capaz de procesar todo lo que estaba ocurriendo. Volví a suspirar, y resignada, salí de la cama tirando de las sábanas hacia un lado. Mi madre debió notar mi pésimo estado de ánimo y se apresuró para llegar hacia mí y frotarme la espalda. Me preguntó que me pasaba varias veces. Ella era así: intuitiva, como todas las madres. Sabía cuando algo iba mal, cuando algo iba bien, y sabía dónde estaban todas las cosas de la casa sin importar lo escondidas que estuvieran. Mi padre tenía que irse a trabajar ya, así que se limitó a darme un sonoro beso en la frente. Normalmente, no dejaba que mis padres me abrazaran o besaran por dos razones: uno, me resultaba vergonzoso; y dos, seguía sin acostumbrarme demasiado al contacto físico por muy leve que fuera.

— Hay tarta. ¿Quieres desayunar un trozo?

— Mmh, no tengo hambre. — murmuré.

Ahí fue cuando mi madre supo que algo de verdad iba mal, de que su única hija estaba más alicaída que nunca. Se sentó conmigo en una de las sillas de la cocina, a mi lado, mirándome con preocupación. Yo dejé la vista clavada en las baldosas blancas de suelo, me apoyé contra la pared y suspiré por tercera vez en lo que llevaba de día.

— ¿Qué te ocurre?

Me encogí de hombros. — Estoy muy cansada estos días.

— Eso te pasa por estudiar hasta las tantas de la noche, Aerin. — me regañó. — Si dejaras el teléfono y no te tiraras viendo películas toda la santa tarde, no tendrías que estudiar hasta las cuatro de la mañana.

No estaba de humor para aguantar las reprimendas absurdas de mi madre, y tampoco para replicar. Me mordí la lengua y, como siempre, me guardé todo lo que quería decir a mi madre para mí misma, sintiéndome incomprendida. Suspiré -ya iban cuatro veces-, eché todo mi cabello castaño hacia atrás y me fui de la cocina arrastrando los pies por el suelo cálido.

Me encerré en el baño y me senté en la taza del váter de piernas cruzadas. No hice nada. Sólo me quedé allí hasta que, al ver mi reflejo en el espejo sucio que tenía enfrente, decidí que lo mejor era maquillarme para llegar al instituto con la cara de una actriz de Hollywood en plena alfombra roja. Desplegué todo mi arsenal de brochas, todos mis lápices y sombras de ojos, pintalabios, coloretes, iluminadores, todo. Recogí mi pelo en una coleta y seguí la rutina de siempre, empezando por el rostro, luego por los ojos, mejillas y labios.

— Aerin, ¡vas a llegar tarde al instituto! — me gritó mi madre. — ¡Son y veinte!

— ¡Me importa una mierda llegar tarde al instituto! — solté, esperando a que mi madre llegara al baño dispuesta a cogerme de los pelos y arrastrarme hasta la puerta para que me fuera de una vez y no llegara tarde. Resoplé -no, no fue el quinto suspiro-. Me quité el pijama lo más rápido que pude, lo lancé hacia una silla del baño y corrí a por mi uniforme.

First Love » Suga; BTS✔ ¡Segunda parte ya a la venta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora