Capítulo 6

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Lucy se encontraba arrodillada en la entrada de la cueva. El sol se escondía con velocidad y, aunque estaba ansiosa por comenzar el viaje, necesitaba luz para terminar su trabajo.
Se estaba encargando de enhebrar ramas finas para crear una bolsa en donde llevar provisiones. Orcio le había ofrecido una que el guardaba fabricada de piel de ardilla, aseguraba que era impermeable y resistente, pero Lucy se había negado a usarla. Quería mucho a los animales y le resultaba morboso cargar fruta dentro de la piel de uno. El murciégalo le explicó que las ramas eran flexibles allí y ella, muy sorprendida, comprobó que era cierto. Llevar una bolsa hecha de vidas (hojas) no hubiese sido mucho mejor que la pobre ardilla.
Ya era de noche cuando terminó y se encaminó muy satisfecha a dentro de la cueva.

- ¿Están listos? Tenemos que irnos- dijo.

No necesitó que le contestaran. James, que antes estaba sentado en el suelo con la vista perdida, se levantó rápidamente. Estaba ansioso por salir. Carmela hizo un nudo con una rama en la bolsa de piel de ardilla y se la alcanzó a Orcio, quien se la colgó al hombro.
Muy decididos se adentraron en el bosque dorado, que ahora dormía.

Por el camino juntaron frutos que crecían en árboles y arbustos. Se iban acostumbrando a ver fruta rara, pero hubo una en especial que llamó su atención.

- Esas son... ¿manzanas?- preguntó Carmela. Le sorprendió ver una fruta conocida en ese lugar.

- Exacto- confirmó Orcio.

- Ah... Manzanas- suspiró James-. al fin algo que nos conecta con la realidad.

El chico se acercó para arrancar una del árbol pero cuando lo hizo vio que algo andaba mal.

- Está podrida- dijo con decepción, tirando la manzana al piso-. Todas están podridas.

- Que raro- Lucy se acercó al árbol.
Abrió la boca para decir algo pero no lo hizo, ya que Orcio se le adelantó.

- No están podridas- exclamó el murciégalo-. Nunca vi una manzana en mejor estado.
A continuación agarró una y mordió un gran bocado.

- Y ¿por que son negras?- Carmela miraba la fruta con total desconfianza.

- Es como preguntar por qué son rojas- le dijo Lucy guardándose unas cuantas en la bolsa.

- Pero estas no son rojas.

- No. Pero sí son ricas- le lanzó una manzana que Carmela atrapó en el aire. Luego agarró una para ella y comenzó a comerla. Que delicia. Pensó. Ojalá pudiera llevarme un árbol a casa.
Debió demostrarlo en la cara porque Carmela la vio y decidió probar su manzana.
Seguramente le gustó, sonrío y metió como siete en la bolsa de Orcio. Pobre árbol, se iba a quedar sin frutas.

Siguieron viaje por el espeso bosque hasta que llegaron a un área que solo tenía algunos arbustos. Desde ahí podían ver la luna llena brillante.

- Que linda noche- comentó Carmela mirando al cielo.

Estuvieron a punto de seguir y entrar al bosque que tenían en frente pero un ruido los detuvo.

- ¿Que es eso?- preguntó James mirando para todos lados.
Sonaba como pequeñas patitas arrastrándose cerca de ellos.

Orcio se acercó lentamente a un arbusto y corrió sus ramas y hojas para ver en su interior. Estaba lleno de pequeñas bolitas grises.

- ¡Conejos!- gritó alejándose temblando del arbusto.

- ¿No se suponía que NO estaban por esta zona?- preguntó Lucy asustada.

- ¡Ajam!- Orcio se veía tan confundido como ella.

Miles de conejitos empezaron a asomarse de plantas, piedras y árboles. Tenían el pelaje de distintos colores cafés, también negros, grises y manchados. Los miraban con sus ojitos grandes de pupilas dilatadas. Como invitándolos a un abrazo.

- Ay, son tan lindos- dijo James.

El conejo mas cercano a él gruñó. Por un momento sus pupilas se achicaron considerablemente, amenazantes. Y lo que deberían haber sido tiernas paletas de conejo eran dos afilados colmillos de los que goteaba algo gris ¿Veneno? Seguramente.

- Ay no.

- ¡¡¡Corran!!!

Vidas doradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora