Capítulo 1: Las sorpresas tienen sus ventajas

18 4 0
                                    

10 de Septiembre de 2021.


Al halar la corredera, siento bajo mi mano como la bala 28 milímetros, pasa a la recámara de mi pistola F.N 5.7. Toda la adrenalina causa que mi corazón palpite cada vez más rápido. Esa cosa de tonos grises con verde dirige su "mirada" a mi. No es realmente una mirada, son solo dos esferas con un iris y una pupila totalmente blancos, buscando algo que contenga al menos un poco de sangre caliente en su sistema.

En este caso, ese "algo" soy yo.

Sus manos se dirigen a mi, en un intento por agarrar mi cuerpo sudoroso. Sin ser consciente, doy un paso hacia atrás, preparándome para disparar. Muevo los dedos de mi mano derecha, que se encuentran en este preciso momento entumecidos por la fuerza que ejerzo sobre mi arma.

No logro entender como aún no puedo superar este maldito miedo por éstas cosas. Cómo si no hubiera "matado" a alguno de éstos antes.

Ugh.. absurdo.

Esa "persona" se dirige a mi con pasos torpes, emitiendo una especie de gruñido flojo.

En un momento estúpido de inconsciencia, pensé que esas cosas quisieran decir algo.

Pero, ¿Que podrían decir?

¿Ayuda?

No creo que ya algo los salve de ese estado en el que están.

Es una esperanza que perdí hace ya mucho tiempo.

Finalmente, aprieto el gatillo. Mi brazo se mueve bruscamente hacia atrás por la fuerza del disparo. El olor a pólvora inunda mis fosas nasales.

Suelto un suspiro, al ver cómo mi bala forma un obscuro círculo en el cráneo de aquella persona. De ese orificio comienza a emanar un líquido viscoso de un tono carmesí.

Era reciente..

Yace en el suelo, inmóvil, sin un indicio de querer levantarse a atacarme; lo cual hace que me tranquilice.

Tomo mi bolso, y comienzo a llenarlo con la comida enlatada que se encuentran en las grandes cajas de cartón.

Piñas, melocotones, y distintos tipos de sopas, van directo a mi gran bolso deportivo. Y unas que otras botellas de agua también.

Cuando ya tengo mi bolso lleno, me encamino hacia el gran portón de metal, no sin antes empuñar mi arma y revisar sus balas.

Al hacerlo, éste hace un estruendoso sonido. Cierro mis ojos, apretando con fuerza los dientes.

Sé las consecuencias que trae un ruido así.

Echo un vistazo al rededor, en busca de algún movimiento.

Con un ligero trote, me acerco al auto aparcado frente al almacén. Al entrar en el, veo la gran sonrisa de Dest instalada en su blanco rostro. Su codo apoyado en la puerta del auto, mientras que su cabeza descansa en su mano, le da un aspecto despreocupado.

-No entiendo por qué siempre estás tan alerta. - Frunce el ceño, mientras coloca un mechón castaño detrás de su oreja-. Sabes bien que ésta zona siempre es muy solitaria.

- Eso es lo que nos diferencia. - suelto una pequeña risa, mientras entro en el auto.- No puedes relajarte porque "sabes" que ésta zona es segura, Destiny, menos en tiempos como éstos.

-¿Tiempos como cuáles, Drey? - bufa y voltea los ojos. Dejo el bolso en los asientos traseros.- Ya todo está perdido, todo es una mierda, y no lo quieres aceptar. Eso es lo que nos diferencia.

- Puedes soltar toda la basura que quieras, pero cuando tengas una bala en tu trasero por no estar alerta, puedes irte al carajo. -le guiño un ojo, para luego encender el motor.

Y así, es como pasan los días en mi patética vida..

The Final WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora