Capítulo 1.2: Las sorpresas tienen sus ventajas

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12 de Septiembre de 2021

“¿Cuál es el significado de la vida?”

Siempre me pregunté eso.

¿Es una oportunidad para disfrutarla, o acaso tenemos algún tipo de plan o misión qué cumplir?

¿Nuestro futuro ya está escrito?

No lo creo.

O al menos, eso era lo que creía.

Ahora, ya no sé qué creer.

Ahora, ya no sé la diferencia entre la vida y la muerte.

Ahora, ya no sé qué es bueno y qué es malo.

“Ahora..”

Que irónico, antes creía saberlo todo.

“Ahora..”

Supongo que todo se trata sobre el “ahora”, ¿No?

Tomo el bolso que se encuentra debajo de mi cama, con miles de cosas en la cabeza. Con pasos lentos y silenciosos me dirijo a la puerta del dormitorio.

Al bajar las escaleras, veo a Destiny leyendo un libro en la sala estar, con la espalda apoyada en uno de los pasamanos del sofá, y sus piernas en los asientos del mismo.

Con mi bolso en mano, llego hasta la mesa del comedor. Al abrirlo, quedan a la vista todas las armas cortas que encontramos. Dest, por otro lado, tiene el bolso con las pocas armas largas que tenemos. Las saco todas para la limpieza y las ordeno en grupos: automáticas, semiautomáticas, y revólveres.

Hasta que lo escucho..

El sonido de un disparo llama mi atención. Inmediatamente mi mirada se encuentra con la de Dest. Yo asiento, y ella imita mi acción.

Silenciosamente nos levantamos de nuestros asientos. Tomo cuatros armas de enfrente, y dos de ellas las enfundo en mi cinturón. Asegurándome de que las otras dos tengan el seguro puesto, las tomo por el cañón, y se las lanzo a Dest. Ella, por su parte, las toma firmemente en el aire.

Ambas revisamos los cargadores de las mismas, y nos dirigimos a las ventanas de la puerta principal. Muevo ligeramente la cortina de la ventana derecha. Asomo solo un ojo para ver de dónde provino el disparo.

Maldita sea..

— No. — murmuro entre dientes.

— Estás loca si piensas que no haré nada al respecto. — me fulmina con la mirada.

— No podemos arriesgarnos, Dest, entiende. — gruño.

Su mirada se dirige una vez más hacia el exterior.

— ¿Y qué más da? — susurra antes de quitar los seguros, y abrir la puerta.

Una niña rubia de 15 ó 16 años se encuentra en la calle frente a nuestra casa, sujetándose la pierna con fuerza mientras su manos se llenan de abundante sangre, y gruesas lágrimas se deslizan por sus rosadas mejillas.

Reprimo un bufido y me limito a solo voltear los ojos, aunque sé que no me ve.

Sus manos toman firmemente las armas, apuntando el cañón hacia el pálido asfalto. El vapor que desprenden las calles en Septiembre, me da completamente en todo el cuerpo y el rostro, causándome el sentimiento de asfixia. 

Nos acercamos a la niña. Destiny enfunda sus armas para agacharse y ayudarla. 

— ¿Estás sola? — murmura duramente. El temor se refleja en sus grandes ojos verdes, y no contesta la pregunta.

— Responde. — la apunto con una de mis armas. Se sorprende y su labio inferior comienza a temblar.

— S-si. —

— ¿Que te sucedió? — le vuelve a preguntar Dest. La niña abre la boca para responder, pero unos gruñidos la interrumpen. Las tres volteamos en su dirección.

En la esquina, a paso lento, se acercan tres caminantes.

— Drey. — menciona Dest.

— Lo tengo. — contesto con el ceño fruncido.

Me acerco lentamente mientras mi mano comienza a tantear mi glúteo derecho, buscando el mango de mi pequeño cuchillo. De un solo movimiento lo incrusto en el cráneo podrido y un poco blando del que parece ser un hombre adulto.

El olor tan conocido de sangre en descomposición y el sonido de la hoja filosa entrando en contacto con la piel y los huesos, no tarda en hacerse presente. Con el rabillo del ojo, veo como una mujer se acerca a mí por el costado derecho.

Cuando está lo suficientemente cerca, le lanzó una patada al pecho que causa que caiga sobre su espalda. Con el impulso, aprovecho de sacar el cuchillo del primer cráneo, y me encargo del tercer caminante. Me arrodillo a un lado de la mujer, y sin dudar, le incrusto la hoja en la sien.

La sangre corre a borbotones.

“Ella” inmediatamente deja de moverse. Limpio mi arma en su ropa, antes de ponerla en su sitio. 

— Muy gentil de su parte, señora. — suelto una pequeña risa.

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