Presente.
Sería al rededor de la media noche, cuando el albino se encontraba deambulando por entre las calles como un vagabundo.
Hace dos horas que había salido del trabajo, desde entonces, sólo se dio la oportunidad de conocer el entorno de donde ahora se encontraba trabajando. Y tras paso, comprar lo necesario para la casa.
A paso lento se dirigía adormilado hacía su pequeño y acogedor apartamento, donde por fin, podría darse una ducha, y descansar del día tan agotador que tuvo.
Pero, pese a estar demasiado cansado, le había ido bastante bien. Lo suficiente para poder defenderse tres días, sin que faltase alguna cosa. A ese paso, le iría más que bien en el trabajo.
Ciertamente, no frecuentaban aquella cafetería con regularidad. Era bastante difícil poder conseguir un cliente, pero para su suerte, hoy obtuvo más que sus otros viejos compañeros de trabajo, ya sea por su amabilidad, o incluso, su apariencia atractiva.
Una vez que llego a su departamento, se dirigió sin más al baño, y durar varios minutos dentro, disfrutando de cada gota que le recorría el cuerpo, regalándole tranquilidad y descanso.
Apenas salió de aquel lugar, se dirigió directamente a su cuarto, colocándose una cómoda pijama, y dejarse caer entre las alcolchonadas sabanas, para quedar profundamente dormido.
Dentro de pocas horas, volvería al trabajo, y de nuevo, a conseguir sus clientes.
•∞•
Al día siguiente, se levanto con menos ganas, no había podido descansar del todo bien, algo le inquietaba, además, le dolía todo el cuerpo.
Movilizó su delgado cuerpo como pudo, para poder realizar sus actividades domésticas, e irse al debido tiempo para el trabajo.
Una vez dentro de aquel hostigante y caluroso lugar, otro largo y pesado día comenzaba en su rutina de ahora, que una vez en su vida, tuvo la gran oportunidad de no hacer nada, y que la hagan todo por él.
Eso no quiere decir que le gusta que lo mantengan, no. Todo lo contrario. Le gusta conseguir sus cosas por su lado, trabajar por ellas, y merecerlas como se debía, pero ahora era mucho más difícil, claro está.
Ya estaba cayendo la noche, y con ella, su tiempo se iba acabando acorde al tiempo.
Minutos antes de cerrar, un hombre alto, de cabello negro y ojos púrpura, ingreso al lugar, tiritando del frio que hacía afuera.
—¿Qué desea señor? —Ofreció amablemente el ojiazul, acercándose al susodicho.
—Una tasa de café estaría perfecto, gracias —Respondió de manera inmediata, acomodándose en la mesa escogida, y frotando sus manos, en busca de calor.
—En seguida está su pedido. Si desea algo más, no dude en llamarme —Le regalo su más resplandeciente sonrisa, marchándose del lugar.
No debieron de haber pasado más de tres minutos, cuando el albino volvió con una pequeña bandeja en manos, y sobre ella, una tasa de café con un bizcocho de chocolate.
—Aquí está su orden señor, por favor disfrute —Dejo sobre la mesa la bandeja, dejando a la vista del amatista, algo totalmente extraño.
—Diculpe, pero yo no pedí esto —Hablo, refiriéndose al bocadillo— Debió de haberse equivocado, o algún error.
—Oh... No señor. Es orden de la casa, en modo de agradecimiento —Hablo rápidamente, para evitarle confusiones muchas más grandes al contrario, junto con una sonrisa leve.
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》Agliofobia《 |Guren Ichinose y Shinya Hīragi|
FanfictionDolor y Sufrimiento. Dos palabras qué nunca deberás mencionarle a Shinya Hīragi. -Déjame ayudarte. -Rogó el de orbes púrpura. -Pero sí yo estoy bien. -Aseguro con una sonrisa inocente el de orbes zafiro. -Yo no te haré sufrir. -Lentamente, se le fue...