La lujuria en sus ojos. III.

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Estaba en un cuarto oscuro, aquel chico estaba allí adentro, acostado en una cama con sábanas rojas como la sangre que lo cubrían hasta la cintura. La única fuente de luz eran las velas blancas que estaban inteligentemente colocadas por varias partes del cuarto.

Estaba frente a él que estaba acostado boca abajo, las sabanas estaban bien apegadas a lo poco que cubrían... su trasero se veía exquisito. Me dirijo a él, estoy completamente desnudo, tomo la sabana y la jalo poco a poco hasta descubrir el cuerpo de aquel chico. Lo que descubro me pone aún más duro: está usando un calzón negro con una pequeña bola de algodón que parecía la cola de un conejo. Parece despertar de una clase de sueño y me mira, alza su trasero poco a poco hasta dejarlo completamente arriba o lo más que podía, la pequeña seda que cubre sus nalgas se metió entre estas haciéndolo ver demasiado excitante. Tomo una de sus nalgas y la aprieto mientras me acercó para morderla, escucho como gime al contacto con mis dientes, le doy una palmada que resuena en toda la habitación y este gime de una forma tan placentera que hace que quiera penetrarlo de una sola vez. Agarro con mi dedo índice la tela entre sus nalgas para hacerla aún lado, para poder ver su pequeña entrada rosada, lamo mi dedo medio y lo introduzco en esta mientras da pequeños gritos que me apasionan, lo tomo de las caderas mientras alineó mi falo contra su recto pero antes de empujar contra él...

Despierto.

El toqueteo en mi puerta me a arrebatado ese gran sueño y me levanto con ganas de partirle la cara a quien sea que esté detrás de esta, pero cuando me paro me doy cuenta que estoy desnudo ya que así duermo. Me pongo un bóxer, que es algo raro en mí y unos jeans, abro la puerta y veo a Carlo.

—Muchacho, ¿cuánto más piensas dormir hasta tarde? Ya son más de las diez de la mañana y aún sigues en la cama...—me dice mientras se cruza de brazos.—se acerca la lucha contra el gimnasio líder de la ciudad vecina ¡No podemos perder! Así que te necesito entrenando ¿Has comprendido?—me limito a asentir y cerrar la puerta.

—Otro fin de semana en el que voy a valer mierda.—digo para mí y me meto a bañar.

Lewis.

Estoy en la clase del profesor de calculo mientras pienso en cómo será volverme a ver con Viktor. De segura habrá sexo, es muy posible... mi cuerpo lo reclama.—Pienso.

—Joven Fénix,—dice el profesor y lo miro.—¿puede decirme de qué va la clase de hoy?—pregunta. Genial... ¿de que mierda está hablando este viejo?

—Eh...—pienso que responder, pero la verdad es que desde hace una semana que no puedo concentrarme en ninguna clase.—lo siento, no he puesto atención.—respondo.

—Joven Fénix... ¿Qué le ha pasado? Usted es un alumno estrella de esta universidad, no es propio de su personalidad parecerse a la de la clase baja.—dijo.—No quisiera hacer un citatorio para tus padres, Fénix. O darle mis "Clases extras" para componer su comportamiento.

—¡No!—respondo automáticamente.—No será necesario señor Abernathy... pondré más atención, lo prometo.—él asiente en respuesta. Siento la mirada de mis compañeros, aunque un poco más la de Stuart. Me da risa, ya que, se que el señor Abernathy le encanta comerse a sus alumnos y Stu es uno de ellos. Mayormente se folla a los a de mejor promedio... como yo, pero no me he quedado a sus ratos "de estudio después de clase". Debo decir que Stu no es del todo un alumno estrella pero tiene lo suyo y también admito que para su edad, el señor Abernathy tiene un cuerpo y físico impresionante, de hecho, todo un "Silver Fox".

La clase concluye y como siempre, Stu se queda a sus "Clases extras para mejorar el rendimiento", tremenda follada que le debe de dar el viejo. Claro, también es por qué es el último módulo.
Me reúno con mis compañeros en la cafetería de la universidad, donde encuentro a Cherry, Thiago y Rogers.—¿Y Jaime?—pregunto y ellos me señalan al castaño coqueteando con una rubia en otra mesa.

Mi demonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora