4. Hay dios con el yaoi

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*Narra Amelie*

hoy Darien ha llegado temprano, creí que iría a jugar con sus amigos. subí a su habitación, y al colocar la mano en el picaporte, pude oírle

- ¿por que a mi?, no es mi culpa tener estos malditos ojos- al darme cuenta de lo que pasaba, entre a toda prisa y pude verle echado a un lado de la puerta, refugiando se cabeza por entre sus brazos

-¿que sucede hijo?- le pregunte con una voz leve mientras acariciaba su cabello, el quito mi brazo de un golpe 

-todo es tu culpa, tu me hiciste así- exclamo de un grito con lagrimas en sus ojos

- tu fuiste quien me maldijo con estos horribles ojos- quede en shok completamente, no sabia si sentirme mal por el o culpable

- da-Darien, no fue mi- no podía levantar mi mirada del suelo, que tan buena madre era, si ni siquiera podía consolar a mi hijo

- no quiero que digas nada, solo déjame solo- el se levanto del suelo, y se echo en la cama, ahogando sus lagrimas en la almohada. no tuve el valor de decir nada, solo me retire de la habitación, dejandole con su pesar.

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durante toda la noche no logre conciliar el sueño, buscando una forma de animar a Darien. ya eran las seis de la mañana, cuando por fin encontré la respuesta. rápidamente me dirigí a su habitación, toque levemente la puerta esperando un silencio de su parte, en cambio un sonido algo quebrantado me cedió el paso

- gracias- 

- ¿que quieres?- me pregunto levantando un lado de su cabeza de la almohada, sus ojos estaban rojos de tanto llorar, de inmediato me le eche encima y lo rodee con mis brazos

- de verdad siento que estés maldito con mis ojos, nunca quise que sufrieras por mi culpa- algunas lagrimas escaparon de mis ojos y llegaron a su suéter, el rápidamente se dio vuelta y me miro fijamente.

- mira como estas, lo lamento mucho mi príncipe- le dije mientras pasaba mis pulgares sobre sus pómulos, para así secar una pequeñas lagrimas, que aun no había quedado ahogadas en la tela de la almohada, le dirigí una sonrisa falsa, no quería que el me viese triste.

rápidamente rodeo mi cuello con sus brazos, devolviendo me el abrazo - lo siento mucho, no es una maldición ser como tu, te amo mama- susurro a mi oído con una voz comprensiva, aunque algo quebrada.

como pude seque mis lagrimas y me incorpore, haciendo que los dos quedásemos sentados.

- ve a arreglarte, tendremos una excursión sorpresa- él enarco una ceja en señal de confusión, yo solo pude darle una sonrisa despreocupada. la cual fue correspondida al instante por una de felicidad.

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Cuando llegamos a las afueras de la ciudad, lleve al pequeño Darien a la colina, el se encontraba algo molesto, por que las personas del autobús se habían reído de él.

*Narra Darien*

imbéciles- eran las únicas palabras que resonaban en mi cabeza.

-Dari, ¿estas bien?- me pregunto mama en voz tierna, aunque en realidad no me gustaba ese sobrenombre

- ya te dije que no me llames Dari- me coloque la capucha y me refugie entre mis piernas

- vamos hijo, dime que te sucede- me suplico con esa voz tan hermosa que tenia, me negue a responder, hundiendo aun mas mi cabeza

-vamos hijo, por favor, mírame-  oír su voz en forma de suplica me rompía el corazón, pero todo era su culpa y ella no podía hacer nada para cambiarlo.

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