Pasaron un par de días desde su llegada al valle de Amanecer, y todos los problemas de Constanza al fin se habían disipado de su mente. Lo único que tenía que hacer era recolectar algunas frutas en los alrededores para que su tía Margarita le preparara uno de sus exquisitos kuchenes, andar a caballo por las inmediaciones o ayudar a su tío Ramón a ver sus animales en la granja. Los días pasaban sin pena ni gloria, mas en la cabeza de la muchacha había algo que siempre estaba presente. No podía sacar de su mente la imagen de aquel hermoso parque-cementerio que había divisado el día de su arribo a Villarabia. Algo había en aquel lugar que le llamaba; algo extraño, algo insinuante. Pero ninguna oportunidad se le había dado hasta ahora. Y así continuaban sus vacaciones, tratando de desconectarse del mundo que había dejado atrás en casa. Pero aquella tarde en especial, después de haber comido un contundente y sabroso almuerzo, Constanza fue a dar un paseo por la parcela.
Era una tarde común y corriente. Aquel día el sol no pegaba tan fuerte sobre la piel, y casi ni corría viento. Constanza caminaba tranquilamente por un sendero rodeado de moras y otros arbustos, hasta que fue de pronto sorprendida por un joven alto y muy apuesto que caminaba dentro de una de las parcelas vecinas. El joven pareció muy sorprendido por la belleza de aquella joven de cabellos oscuros a quien nunca había visto por el lugar, y así trató de meterle conversa. Pero Constanza no era una persona muy sociable, y menos con los extraños, a pesar de que el joven parecía correcto y sin malas intenciones. Luego de insistir por un buen rato, al fin pudo sacarle una palabra a la esquiva muchacha:
-¡Por un momento pensé que eras muda!- exclamó el joven.
-No acostumbro a hablar con extraños- le respondió la muchacha.
-¡Ah! ¡Ya veo!- respondió -En ese caso tendré que presentarme para que ya no sea un extraño ¿No?- Constanza solamente se limitó a sonreírle -Soy Rodolfo Delrío, vivo aquí al lado.
-Ah- exclamó Constanza recordando las palabras de su tía el día que había llegado a Villarabia.
-Ahora que yo me presenté, podría saber tu nombre ¿No lo crees?
-Constanza, Constanza Pinto- respondió.
-¡Constanza! ¡Que lindo nombre! ¿Sabes? Yo tuve una polola que se llamaba así.
-Ah.
-No hablas mucho, parece.
-Hablo cuando tengo que hablar .
-¿Y ahora no tienes de qué charlar?
-Hablo más cuando estoy con mis amigos.
-Bueno, yo podría ser tu amigo y así podríamos conversar más, ¿no?- insistió Rodolfo, quien desde el primer momento en que vio a esa misteriosa chica de ojos verdes quedó perdidamente enamorado de ella, y no pensaba dejarla ir tan fácilmente.
-¿Eres siempre tan insistente?
-¡Desde chico he sido porfiado!
-Ya veo- contestó Constanza sonriéndole -Está bien. Ya que tanto insistes, hablaré contigo- prosiguió continuando con aquella burlesca charla.
-Esa es una buena noticia ¡Bien! ¿Y de dónde eres mi nueva amiga Constanza?
-Soy de Rosendo.
-¡Ah! ¡Del sur!
-¡No es tan al sur!
-Bueno, si, tienes razón. ¿Cuánto es? ¿Trescientos kilómetros?
-No. Está a doscientos kilómetros de aquí.
-¡Ah! ¡Sí! Y... ¿Qué te trae por estos lados, Constanza de Rosendo?
-¡Eres muy preguntón! ¿Lo sabías?
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Memorias de un Sueño
Mystery / ThrillerConstanza parte de vacaciones a la casa de sus tíos cerca del pueblito de Villarabia, para escapar de los problemas que aquejan a su familia. Pero un pequeño accidente la lleva hasta un mundo alternativo, en donde conoce al hombre de sus sueños. ¿H...