Primer libro de la trilogía "Deliciosa Sangre"
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La asolada calle de Woulmeroth se ha convertido en la más terrorífica de la ciudad, después de los acontecimientos relacionadas con Saiza, todo era tormentoso. Y, desgraciadamente, la...
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El sol estaba empezando a ocultarse entre las nubes y el tiempo se estaba volviendo más oscuro.
Sarhami estaba preocupada en el balcón de su casa ¿por qué Saiza tardaba tanto en llegar? Veía al horizonte donde se encontraba la calle que seguía hasta llegar a Woulmeroth por el cual su hija había ido hace un par de horas por sus medicinas, tenía algo de nerviosismo en ese momento.
Nunca le gustó que Sai anduviera sola y mucho menos le permitía que caminara por esa asolada calle. Pero la chica no le quedó otra opción que ir sola a comprar las medicinas que necesitaba su madre, pues en el pueblo no había farmacia y la única que quedaba cerca, estaba a unos cuantos kilómetros.
Era dificultoso ir caminando, pues por esa ruta no circulaban muchos carros, y las personas ya estaban acostumbradas a caminar por todo el pueblo sin la necesidad de un auto.
—¡Adiercib! —gritó la mujer agitando sus manos mientras hacía señas para que la señora que iba pasando, la viera.
La mujer se detuvo en medio de la acera al escuchar que la llamaban. Se dio cuenta de que era Sarhami y empezó a caminar rápido.
—¿Puedes detenerte?
La mujer cerró los ojos y suspiró profundamente y con decisión, se volteó.
Sarhami se le dificulta caminar rápido, a su edad ya no poseía la fuerza necesaria para hacer lo que hace un par de años atrás podía.
—Sólo quería saber si ¿no has visto a Saiza por esos lugares? —señalo con su índice el camino que dirigía a Woulmeroth—. Llevo mucho tiempo esperándola.
La mujer sólo negó con la cabeza y se fue de ahí lo más pronto posible sin mediar ni una sola palabra.
Sarhami estaba teniendo un poco de temor ¿qué sucedía que Saiza tardaba tanto en llegar? ¿y, si le pasó algo? ¿le faltaría poco para llegar? Eran preguntas que no lograba responderlas, pero que hacía eco en su mente una y otra vez.
Se abrazó así misma por el viento frío que se estaba haciendo presente, no le quedó de otra que volver a su casa y seguir esperando, aunque estaba preocupada, sabía perfectamente que Saiza volvería, o eso creía ella.
Mientras subía calmadamente cada escalón de la pequeña escalera del balcón, un fuerte golpe sonó que Sarhami se alarmó.
La puerta de unas de las habitaciones del pasillo se había trancado fuertemente que el primer pensamiento que le vino a la mente era, de que alguien estaba en su casa ¿pero quien? Aunque el tiempo estaba tornando oscuro y el viento estaba muy recio, sabía que la brisa no llegaba lo suficientemente para trancar una puerta muy pesada de madera, pues apenas las bisagras podían sostener el pesado material.
La mujer se atemorizó y su piel se estremeció descontroladamente. Miraba el pasillo y observaba como la puerta aun seguía cerrada, pero no se atrevía a abrirla, o por lo menos acercarse.
No fue necesario que lo hiciera, pues otro fuerte golpe y sonido hizo que la puerta de la habitación se abriera de la nada y reflejaba oscuridad en la habitación. La bombilla empezó a prender y apagarse pausadamente.
