Parte I

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Abrió los ojos con dificultad, la luz del sol entraba por la ventana entreabierta y daba justo en su rostro, volvió a cerrarlos y estiró su brazo sobre la cama esperando no encontrarse sola, pero el frío y vacío que sintió la trajeron nuevamente a la realidad.

Estaba sola, Emma se había ido.

Mientras Delphine se sentaba en la cama, pensó en que su novia ya debería de estar instalada en su nuevo hogar, e incluso trabajando. Se puso de pié y caminó con el fin de darse un baño, aún con los pensamientos sobre Emma en su mente.

Era consciente de que su chica no la había dejado sola por capricho, contrariamente había dejado la ciudad hacía exactamente dos semanas, para poder acceder al empleo con el cual había soñado y por el cual se había esforzado tanto. A Delphine le hubiera encantado acompañarla, pero algo que había aprendido con los años, era a ponerse a ella y a sus metas por sobre los demás; y por tal motivo prefirió quedarse en San Francisco a terminar el último año de su doctorado. No se arrepentia, pero no podía negar la soledad que la acompañaba y lo vacía que se sentía; en las últimas dos semanas había hablado con su novia poco más de cinco veces, y aquéllo le frustrada bastante.

Pasada casi una hora, la rubia estaba lista, luego de desayunar y acomodar el apartamento, tomó su teléfono con el fin de intentar comunicar a su chica. Llamó, el primer tono sonó, el segundo, y también el tercero pero antes de terminar la llamada, se sorprendió al escuchar la voz de Emma y casi al instante respondió.

-Por fín coincidimos Em.- Pronunció Delphine sonriendo.

- Lo se cariño, esto es una locura. ¡Deberías ver esto! Aquí todos estamos corriendo, nunca hay tiempo para tomarse un descanso. ¡Es increíble Del, me encanta!- Emma sonaba tan emocionada que a Delphine le pareció ilógico llegar a reprocharle algo.

-Ya lo creo, me alegra oirte tan bien.- Hubiera querido decirle que la extrañaba, que odiaba no poder hablar tanto con ella, pero no dijo más.

-Gracias cariño, tu te oyes cansada. ¿Estás bien?-

-Si lo estoy, es sólo el sueño, ya sabes. Mañana vuelvo a la rutina, la Universidad...- Al otro lado del teléfono el bullicio la detuvo y de inmediato escuchó la voz de Emma, disculpandose una vez más.

- Lo siento cariño, me necesitan, en verdad lo siento. Hablamos luego. Te quiero.- Y sin esperar respuesta la llamada estaba finalizada.

Delphine dejó caer el teléfono sobre el sofá y maldijo en voz baja mientras se ponía de pié e intentaba controlar las lágrimas que amenazaba con caer. Caminaba hacia la cocina a por un vaso de agua cuando su teléfono comenzó a sonar, por un segundo pensó que quizás sería Emma con una buena excusa para que su día no fuera un asco. No se sorprendió al ver que no era ella quien llamaba y respondió.

-Buenos días Mark.- Respondió naturalmente.

-Buenos días Delphine, te llamaba para hacerte saber que ya puedes pasar por la oficina. Esta todo listo, pero siempre hay tiempo de arrepentirse Del.- Comentó su compañero, dándole un tono agradable a aquéllas últimas palabras.

-Muchas gracias Mark, pero sabes que por el momento será lo mejor. Aún así seguiremos en contacto.-

-Lo sé, lo sé. Te veo luego entonces.-

-Claro, estaré por allí.- Y sin más finalizó la llamada y volvió a encaminarse a la cocina.

Era una decisión ya tomada y muy pensada, había decidido que este último año se concentraria en su doctorado y para ello la renuncia a su trabajo era inminente. No sentía mucho apego a pesar de haber trabajado allí casi tres años. No era lo suyo, no era con lo que había soñado y estaba consciente de que podía conseguir algo mejor y claro, algo que implicara poner en marcha los conocimientos que había generado en la Universidad.

Trabajar como recepcionista en un estudio de abogados, a pesar de hacerlo bien; definitivamente no era lo suyo.

-Tú. (Cophine)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora