Capítulo 2

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Había pasado una semana del accidente de Ángel y Jorge. Todavía Jorge seguía en el Hospital, le habían operado y se recuperaba lentamente. Y Ángel, fue enterrado a los dos días siguientes al accidente. Y yo todavía pienso que me va a llamar, escucho su voz diciéndome "Lana no te das cuenta", y yo siempre diciéndole "Claro que me doy cuenta de todo". Llevaba razón no me doy cuenta de nada y sin él aquí como lo iba hacer. Como voy a seguir adelante. Era imposible. Dejar de quedar con él, nuestras noches en el parque hablando de cosas sin sentido, de cosas importantes. Hablando de cosas que hablas con tu mejor amigo.

Mis padres decidieron volver para estar conmigo, y querían que volviera después con ellos a Los Ángeles, que me iba a venir bien, que lo iba a agradecer. Que ya estaba bien de estar sola. Pero solo les dije que ya hablaríamos cuando volvieran.

Me subí a mi moto y me dirigí a casa de Almudena. De pronto me pitaron, miré hacia al lado y vi a Pepe. Paré a su lado.

-Voy a casa de mi prima.-Le dije sonriéndole.

-Esta noche hemos quedado todos, veniros.-Dijo y se fue haciendo derrapar su moto. Yo aspiré el olor a rueda quemada, y la cara de Ángel apareció en mi pensamiento como una aguja que se clava en el corazón. Aceleré y llegué a casa de Almudena.

Abrió mientras hablaba por el teléfono y pude entender que le daban el alta a Jorge.

-Mi amor, pero ¿necesitas algo?- Decía ella preocupada.

Colgó y se sentó a mi lado.

-Por fin se va a casa. Esta noche hay quedada.-Me miró preocupada-. Lana llevas todos estos días sin hablar, sin aparecer por clase. Sin coger el móvil. – Se quedó un rato en silencio-. Me llamó Erick, está preocupado. Dice que le lees los mensajes y no le contestas.

-No puedo. No puedo respirar y no parar de pensar en él. Esta noche tenemos que hablar, porque si no iban borrachos, como ha pasado esto.

Almudena me miró y asintió con lágrimas en los ojos. Hay algo que me querían ocultar.

Llegamos al parque donde nos reunimos. Donde pasan nuestras vidas cuando salimos de clase. La mayoría son de la clase de Almudena, pero también hay más mayores, mis amigos.

Ya estaban todos, nos abrazamos como si no hubiese un mañana. El único que estaba lejos y a oscuras era Luis. Me di cuenta que tenía el ojo morado, síntoma de una nueva pelea.

Me acerqué y me puse a mirárselo.

- Deberías de ir al médico- dije cuando lo vi bien de cerca. Me sonrió aunque le dolió.

-Esto no se puede quedar así.-Dijo encendiéndose un cigarrillo.

-¿Esto?- Dije sorprendida.

-No te lo quieren decir, pero debes saberlo. No ha sido un accidente. Jorge vio quien los atacó.

-¿Atacó? –Mi cara no daba crédito a lo que estaba escuchando-. ¿Qué fue lo que pasó?

-No se sabe, no saben nada. ¿Esto?-Señaló su ojo machacado- Es por buscar respuestas. Hay que hacer algo, Lana.

Nos despedimos con la intención de volver a hablar tranquilamente. Llegué tarde a casa y ya estaban mis padres. Me abrazaron tan afectuosamente que dolió. Los necesitaba aquí.

Tras ponerme al día, les puse yo al día. Les conté todo, el cómo me sentía, el porqué de faltar a clase durante una semana. Les expliqué por qué no me volvía con ellos. No estaba preparada para volver. Para abandonar mi vida. Otra vez.

-Tranquila mi niña, todo pasará.- Dijo mi madre y terminó con un beso.

A las 5:30 am, entró mi madre en mi habitación.

-¿Qué haces despierta? - Preguntó preocupada.

-No te preocupes mamá, estoy bien.

-Mañana nos vamos otra vez, negocios ya sabes.-Se sentó a mi lado.

-Estaré bien, mamá.

-Sí, porque viene tu hermano el jueves.

-¡Mamá, no hace falta! Él tiene su vida...-Me paró para que no siguiera.

-Así nos quedamos mucho más tranquilos todos. Los padres de Erick me han dicho que él está muy preocupado. Llámale cuando puedas, hija.

-Mañana lo veré en clase. Él a español y yo a inglés.- Y nos pusimos a reír, hasta que nos dolió la barriga. Llevaba días sin reír y me vino realmente bien.

"Erick y yo de vacaciones. Cada uno con su familia, pero de pronto nuestras miradas se cruzaron, y en mi saltó esa chispa. Al día siguiente ya sus padres y los míos entablaron conversación y por la noche hubo fiesta española. La tortilla de patatas no faltaba ni el salmorejo. Y cuando menos te lo esperas empieza todo, sus padres y los míos trabajan en el mismo sector empresarial, decidieron empezar juntos un nuevo proyecto en Los Ángeles. La conversación siguió hasta las tantas, y yo mientras jugaba con la pequeña de la familia Mathews. Erick no dejaba de mirarme, de analizarme. Y yo todavía no me veía capaz de hablarle. Pero al día siguiente todo fue de maravilla, no parábamos de hablar, el medio chapurreaba el español y yo medio chapurreaba el inglés. Y nuestros padres alegrándose de que así podríamos juntos mejorar nuestro idioma.

Pasaron los días, y cada uno volvimos a nuestras vidas, pero en ese momento sabíamos que nos llevábamos un amigo, que nos volveríamos a ver, ya fuera aquí o en Los Ángeles. Y lo cierto que en Los Ángeles pasaron cosas, demasiados acercamientos para que me lo creyera. Para que me diese cuenta de que existía algo entre nosotros. Pero decidí volver a mi ciudad, porque pensaba que cómo le podía gustar, cómo se iba a fijar en mí.

Al poco tiempo el decidió estudiar en Granada, y para mí fue lo mejor. Fue como si todos mis deseos se despertasen y se cumpliesen. Y no sé porque empezó en mi misma academia de idiomas y en mi misma escuela empresarial, donde cada día nos vemos, tomamos café juntos y en ocasiones salimos juntos con la misma gente"


La fuerza de las manos: Los Ángeles de GranadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora