Abrí los ojos despacio, me dolía la cabeza. Y lo vi, sentado a mi lado, mirando el móvil y hacia la televisión. No quise decir nada, absolutamente nada, solo quería mirarlo, quería disfrutar de su visión, de su despiste. Pero duró poco, me miró y sonrió.
-Vaya susto que me has dado. -Dijo cogiéndome la mano.
-¿Qué ha pasado?- Me incorporé un poco.
-Lana no puedes hacerte la fuerte.
-No sabes lo fuerte que puedo llegar a ser.- Sonrió y besó mi frente.
-Lo sé, pero cuando pasa una cosa así necesitas comer, dormir.
En ese momento entró el médico.
-Nos dejas solos, por favor- y Erick se levantó y se fue.
-Bueno ¿cómo te encuentras?- Dijo el médico mientras me reconocía.
-Bien, creo. Me duele la cabeza.
-Normal, te diste un golpe, a casusa del desmayo. Te estamos poniendo un poco de alimento por vía, y unos sedantes. Ya nos ha contado tu familia y amigos tu situación, y que no has comido nada ni que tampoco has dormido mucho.
-Bueno algo sí que he co...-Me cortó en médico.
-No lo suficiente. No te preocupes que esta tarde estarás en casa, pero debes alimentarte bien, y dormir. Y si no puedes de todas maneras te he recetado unos relajantes para que duermas.
-Gracias.- Salió el médico y entró mi hermano con su novia.
-¿Qué hacéis aquí?-Pregunté mientras me daban un beso.
-Pues que mamá y papá han dicho que viniéramos, que los había avisado Erick.-Me guiñó un ojo.
-No es lo que piensas.-Puse los ojos en blanco y nos reímos.
-¿Cómo te encuentras?- Preguntaron al unísono.
Les expliqué todo, les dije la verdad que en realidad se me había olvidado comer y que dormir me era imposible.
-Cada vez que cierro los ojos lo veo.-Acarició mi hermano mi cabeza.
-Afuera están Ana y Miguel, la prima y Erick.- Dijo la novia de mi hermano cambiando de tema. Para que dejara de pensar en mi tristeza.
-Pues que pasen.-Sonreí.
Entraron Ana y Miguel junto a mi prima. Llegaron y me abrazaron. Y empezaron a decir, que no debo seguir viviendo sola, que necesito estar con alguien un tiempo, que tengo que salir y entrar, que es lo que querría Ángel. Asentí, y ellas seguían hablando mientras yo miraba hacía la puerta esperando a que entrara, para que me abrazara y poder decirle lo que lo quiero.
Miguel se dio cuenta y se lo dijo a mi amiga y a mi prima, que sería mejor que me dejaran en paz y que entrara Erick. Las dos se callaron y sonrieron.
-¿No sabes todavía lo que siente por ti?-Dijo Ana sonriendo-. Me llamó llorando, echándose la culpa, de por qué te llevó al cementerio, que vaya idea. Y yo consolándole que no fuese tan duro consigo mismo. Que él sí que te podía entender, por la pérdida de su amigo.-Ahora puso mala cara-. Además ayer por la tarde Luis vino a verte y no veas las miradas que se echaron, había una tensión. Volaban cuchillos. Discutieron. Luis le echó en cara que para que te había llevado al cementerio, que ¿Qué se creía? Que si sentía algo por ti no debería llevarte a sitios que te hagan daño. Miguel se llevó a Luis y le dijo que mejor que te hablara por teléfono, y yo me quedé con Erick mientras. Mi iba a quedar yo esta noche, pero se negó. Que él se quedaba contigo. Así que espabila nena.-Me sonrió Ana.
-Bueno ya está bien.-Dijo Miguel-. Creo que Lana quiere ver a Erick y deben hablar.
Salieron de la habitación y a los segundos entró él. Sonreímos los dos, cerró la puerta y se sentó junto a la cama.
-Gracias por cuidarme esta noche. Espero que no dijera nada indebido que con lo que me pusieron. -Sonreí.
-Tranquila dormiste del tirón- se quedó en silencio unos segundos pero se les hicieron eternos-. Lo siento tanto Lana, no debía haberte llevado. -Los ojos se le inundaron de lágrimas.
-Tranquilo, estoy bien. No he comido lo suficiente y no he descansado mucho, pero a partir de ahora prometo-levanté la mano en forma de juramento-cuidarme un poquito y dejarme cuidar.- Me acerqué un poco más a él, lo que hizo que él también se acercara más, y pude oler su perfume, me inundó y cerré los ojos para que ese momento fuera eterno, que se parara el tiempo era lo que más deseaba. Y pasó, me besó, le besé. Un beso cálido, un beso suave, un beso húmedo, un beso con sentimiento, un beso deseado.
Erick sonrió y yo le correspondí con otra sonrisa, lo deseábamos los dos y, por miedos, por inseguridades no pasaba.
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La fuerza de las manos: Los Ángeles de Granada
Teen FictionLana es una chica nómada, pero decide por un tiempo echar raíces en la tierra donde la vio nacer. Pero aquí le pasarán una serie de acontecimientos que cambiaran su forma de vivir. La muerte de su mejor amigo hace que todo lo vea de diferente manera...