Capítulo 3

31 8 0
                                    

De inmediato descarté la tercera opción y aposté todo a la segunda.

—¿Qué hacemos aquí? Te dije claramente calle 101.

Me reí entre dientes.

Estacioné y bajé. Un oficial alto y de piel morena se me acercó.

—¡Oficial!—grité—. ¡Hay una loca en mi auto! Bueno, en realidad ella lo robó y me amenazó para que la trajera...

El rodeó el mango de su pistola mientras se acercaba al Lamborghini. Pero, cuando llegamos, no había nada ni nadie.

—A ver—dice y entorna los ojos—.
este auto fué denunciado esta mañana, y aquí no hay ninguna chica. Creo que el único loco es usted.

Me llevó arrastrado a la comisaria mientras gritaba:

—¡No! ¡Oficial se lo juró! ¡ Fué ella! ¡Fué Mike!

—Claro—dice y se carcajea——y su apellido es Mouse, ya me lo habían dicho antes.

—¡Esa broma no tiene concordancia!

Me lanzó a una celda y choqué con la pared.

Maldecí para mis adentros. El oficial se fué y me quedé solo en ese agujero, sabía que gritar no me serviría de nada, pero igual lo intente.

—¡Sáquenme de aquí! ¡Soy inocente! ¡Esto es una injusticia!

Un hombre bajo y rechoncho de piel blanca pasó por el frente, calculé que tendría unos 48 o 50 años.

—¡Tiene que escucharme!—grito pero él no se detiene—. ¡Fué ella! ¡Fué Mike!

Al parecer eso despertó su curiosidad por que se paró en seco y preguntó aún sin verme:

—¿Qué dijiste?

—¡Fué ella! ¡Mike!—repetí.

—No es seguro hablar aquí—dice y de inmediato noté un acento italiano—. Sígueme.

Abrió la celda e hizo un ademan para que saliera.

Primero, dudé en ir. Él levanto una ceja y comenzó a cerrar la celda, pero la detuvé y salí.
Lo seguí por una serie de pasillos hasta que pasamos por una puerta que decía: "No pasar si no es autorizado por Mr. Balzaretti"
Supuse que ese era su nombre porque paso muy normal por ahí.

Su nombre me confirmó que él debía ser italiano pero...

¿Qué tiene que hacer un italiano en una cárcel estadounidense?

Caminamos hasta que llegamos a una puerta de metal donde "Mr. Balzaretti" puso su dedo en un lector de huellas dactilares, y la puerta abrió con un ruido estremecedor.

Era una oficina grande y moderna, con muchas repisas y periódicos enmarcados en la pared. El que más me llamo la atención uno de The New York Times 1955 titulado: "La caída de la familia Balzaretti" y una foto de un hombre, supuse que era "Mr. Balzaretti" más joven.

—Si, son muy antiguos—dice sacandome de mi estupor mirandome—. Son buenos recuerdos, porque no eres un mafioso por toda tu vida.

—¿Qué?

Black House [PAUSADA/EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora