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CAPÍTULO CUATRO
EL GRUPO

Bajé con cautela los escalones de metal que daban a la puerta principal del bloque de celdas

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Bajé con cautela los escalones de metal que daban a la puerta principal del bloque de celdas. La herida en mi pierna mejoró notablemente durante la noche, ahora era capaz de caminar por mi cuenta. Por primera vez en mucho tiempo pude dormir más de una hora sin tener que preocuparme por los monstruos del exterior o las recurrentes pesadillas que me atormentaban. No creí que alguna vez pudiera volver a sentirme tan segura, y todo se lo debía a Carl.

Era consciente de que aún faltaba conocer al resto del grupo, ver qué clase de personas eran. Tomé una respiración profunda, tratando de calmar mis nervios. Llegué al recibidor donde comí el día anterior y me encontré con muchas caras nuevas. Entre ellas divisé a Carl, el cual me dedicó un guiño desde su asiento en una de las mesas circulares. A su lado, un joven asiático de semblante amable levantó la vista de su plato y se fijó en mí.

-Tú debes ser Min.

-Esa soy yo.

-Veo que te estás recuperando, soy Glenn.

Tan solo escuchar su voz tuve un buen presentimiento, a juzgar por su tono era una persona razonable. Carl me hizo una seña para que me sentara junto a él.

-Parece que alguien se consiguió una amiguita -dijo un hombre que llevaba una ballesta al hombro, haciendo énfasis en el 'amiguita'.

-No lo molestes, Daryl -lo defendió una mujer de cabello castaño hasta los hombros.

-Vamos, Maggie. Solo bromea -intervino Glenn a mi derecha antes de dirigirse a mí-. ¿Estuviste por tu cuenta todo este tiempo? No había nadie cerca cuando te encontraron.

-No, un grupo asaltó mi campamento hace unos años. Mataron a todos, incluyendo a mis padres, y se llevaron a mi hermano.

Mis ojos comenzaron a arder, era como si mi mente fuera incapaz de aceptar que ya no estaban más. Parpadeé varias veces, espantando las lágrimas y recobrando la compostura.

-Te ayudaré a encontrarlo.

Giré la cabeza tan rápido para mirar al chico asiático que me mareé, pero no me importó.

-¿Harías algo así?

-Debe de estar en algún lado, ¿no? Podemos recorrer el perímetro y, quién sabe, tal vez lo encontremos.

El chirrido de la puerta me interrumpió antes de que pudiera decir algo, mostrando a un hombre de cabello castaño ondulado, ojos azules y mirada peligrosa, lo que imponía respeto. No pude evitar sentir algo de miedo, en especial por su actitud intimidante. Un silencio incómodo invadió la sala, la tensión era casi palpable.

-¿Quién es ella?

Mi respiración se atoró en mi garganta, esto no podía significar nada bueno.

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⏰ Última actualización: Feb 21, 2019 ⏰

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Hasta que los Muertos nos Separen ▸ Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora