Capitulo 3.

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Quité la vista de los casilleros y lo miré. Estaba con algunos de sus amigos. Todos me miraban con una sonrisa de idiotas en el rostro, ¿que hacia aqui? ¿Estudiar? No tiene cara de que le guste mucho el estudio. A parte creí que era más grande que yo. Al parecer no. Vaya que estaba bien desarrollado. Maldito puberto. Traté de ignorarlo y seguí caminando hasta encontrar mi casillero. Traté de abrirlo y no pude. Al parecer estaba atascado.

–¿Quieres que te ayude?

Miré detrás de mi, para saber quien era. Angel.

–No me sigas, ¿quieres? Y no, gracias. No quiero tu ayuda–.

Seguia tratando de abrir el casillero, mientras él se burlaba de mí.

–No te estoy siguiendo. Por cierto, ese es mi casillero. El tuyo es ese–. Señaló el que estaba al lado derecho de el casillero que yo trataba de abrir.

Me moría de vergüenza. ¿Cómo me pude equivocar? No lo recordaba. Pasé a mi casillero y lo abrí sin problema alguno.

–Gracias–. Le dije.

–Trata de no equivocarte a la siguiente ¿si?–. Sonrió.

–Imbecil–. Murmuré.

Comencé a organizar mis libros. Espero y no me toquen clases junto con él. Eso sería una pesadilla completamente horrible. Hace que mi cabeza exploté. Lo miré. Mala idea, porque él tambien me miró.

–¿Qué? ¿No puedes dejar de ver lo encantador que soy?–. Me guiñó el ojo.

–No, no es eso. Sólo que no entiendo cómo hay tanta idiotes en él–.

Guiñe el ojo. Sonrei y me fui.

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Faltan menos de 5 minutos para que la última clase termine. Todos están trabajando excepto yo. Se supone que tengo que hacer una descripción de un compañero del instituto, pero no conozco a nadie. Levanté la vista y el profesor me miraba fijamente. Se levantó de su escritorio y comenzó a dar pasos lentamente. Rápidamente comencé a escribir sobre angel.

Angel:
Cabello castaño. Ojos marrones. Alto. Fuerte. Odiosamente irresistible. Rompe corazones. Completo imbécil. Egoista. Le gusta burlarse de los demás. Le gusta meterse dónde no lo llaman y molestar a quien se le ponga en frente. Hace lo que se le pegue en gana ¡completo divergente!

Sonó el timbre de salida. Todos estaban dejando la hoja en el escritorio del profesor jackson. Asi que, hice lo mismo.
Fui a mi casillero, para guardar los libros que no necesitaba. Cuando cerré el casillero, él estaba recargado en el casillero de al lado, con la mirada fija en el techo y una sonrisa que mostraba sus perfectos dientes.

–¿Vienes a molestarme?–. Pregunté.

–Araceli–. Dijo, fingiendo estar sorprendido.–Lo haré, pero ahora no. Sólo pienso ¿que tal las clases?

–Creo que bien–. Lo miré y alcé una ceja.–¿Estás bien? Deberias ir al doctor.

Actuaba demasiado raro. Sé que no lo conozco, pero no me ha molestado. Estoy segura que algo le ocurre. Se le borró la sonrisa del rostro y me miró serio.

–¿Te preocupas por mi? Que linda eres–. Se colocó una mano en el corazón.–Pensé que no tenías corazón, rebelde–. Sonrió.

¿Este chico tiene un tumor? Sonríe cada segundo. Y por favor. Claro que tengo corazón.

–Si yo no tuviera corazón, estuviera muerta–. Respondí.

Su teléfono sonó y el lo sacó del bolsillo de su pantalón. Lo miró y lo volvió a guardar.

–Bien. Tu tienes corazón y yo tengo corazón. Todos felices. Ahora, me tengo que ir. Nos vemos en la tarde, rebelde.

Me alborotó el pelo y se fue trotando hacía la salida. Quisiera saber más acerca de angel. Pero no sé si sea lo correcto. Esta tarde trataré de hacerlo y no sé si lo lograré.

–Hasta luego, araceli.

Una chica y un chico que pasaron por en frente de mí saludándome y yo devuelvo el saludo con un gesto de mano. No sé como saben mi nombre. Han de estar en una clase conmigo y ni si quiera recuerdo.

Estaba en la sala viendo una pelicula y comiendo helado de galleta. Mi madre y sergio no llegarían hasta media noche. Tenían mucho que hacer. Dicidi hacer mi tarea. Tomé mi mochila y subí a mi habitación. Abrí la puerta de mi habitación y me llevé un gran susto. Se me fue el aire por un momento. Angel estaba recostado en mi cama con uno de mis libros.

–¡Juro que ahora si te mató!–. Comencé a gritar.– ¡maldito idiota!

Le lancé mi mochila y él se cubrió con una mano. Se levantó. Lo comencé a golpear en el pecho.

–Voy a llamar a la policia si no te vas ahora ¡largo!

Me tomó de las muñecas y me puso contra la pared. Mientras yo me movía para soltarme.

–Cálmate. Tranquilízate. No podrás liberarte de mí, así que deja de retorcerte cómo gusano–. Sonrió.–Aúnque en la cama no me molestaría–. Levantó las cejas.

–Algún día me retorceré en la cama cómo un gusano, pero no será contigo, maldito enfermo–. La sonrisa se le borró del rostro.

–Ya veremos.

–sueltame–. Le ordené y lo hizo.–¿Como entraste?–. Pregunté.

El tomó el libro y una hoja doblada que estaban en la cama.

–Dejaste la puerta del balcón abierta–. Respondió y se dirigio a mi librero para dejar el libro que habia tomado.–Eso te quita puntos. A parte podria haber sido un ladron. Por suerte fui sólo yo–.

–¿Me quita puntos? ¿De que hablas?–. Estaba completamente confundida.

–Poco a poco lo sabras–. Desdobló la hoja que traía.– Ahora quiero saber, ¿por qué piensas que soy un rompe corazones?–. Me tendió la hoja. Era el trabajo del profesor jackson, ¿como llegó a sus manos?

–No tengo ni la menor idea de cómo conseguiste eso–. Era mi hoja lo que lo tenia como obsecionado al finalizar las clases. ¿Se le habrá caido al profesor?

–¿Soy irresistible?–. Preguntó.

–Y un completo idiota–.

Me di la vuelta y me senté en mi cama. Él hizo lo mismo.

–¿Te gustaria vivir en otro lado con otras personas?–. Me preguntó de la nada.

–Eso me encantaria, pero tengo que acabar antes la universidad y conseguir un trabajo–. Suspiré y lo miré.–¿Tú?

–Ya lo hago–. Sonrió.–Y son como una familia para mí.

–¿Todos viven en la casa de al lado?–. No parece tan malo. Se divierte conmigo y odio eso pero no lo hace con mala intención.

–No, yo no. Yo tengo casa propia–. Su celular comenzó a sonar. Se levantó y contestó.–¿Pasa algo?...conversando...en un momento salgo...–. En ese momento me miró serio.–Aún no...–. Dijo y cortó la llamada.–Tu madre y tu padrastro han llegado y yo me tengo que ir–. Se acercó a mi con los labios fruncidos y yo lo paré poniendo mi mano en su cara. Sonrió.–Solo queria que me hicieras reír antes de que me fuera y lo hiciste, rebelde–. Salió por el balcón y lo cerró dejándome sola a dentro.

–¿Araceli?

Escuché la voz de mi madre. No tenia idea que acababa de pasar. ¿Cómo fue que consiguió mi hoja? ¿Quién había llamado? ¿Por qué la pregunta? ¿Cómo sabía que mi madre y sergio habían llegado?

Quiéreme como quieras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora