A Haydeé le gustaban cosas que al promedio de mujeres de veinticinco años no le interesaban, y a ella no le interesaba en lo más mínimo entablar alguna amistad con las mujeres promedio de veinticinco años. Le gustaba el rock y el metal, recorrer la feria sólo para oler el aroma mezclado de las verduras, y tomar su bicicleta para llegar al parque más lejano que se le ocurriese, sólo para comerse un sándwich o leer. Le gustaba caminar sola desde su trabajo, ubicado en el sector oriente de la ciudad, hacia el centro, sólo para ver la gente, oír la ciudad y despejarse de la jaula de cristal en la que estaba todo el día. Aunque fuera a punta de bocinazos y frenadas imprevistas. Le gustaba visitar museos sólo por ver las caras de aburrimiento de la gente - aunque a ella le encantaba todo lo que fuera arte, sin importarle entenderlo mucho -, y dibujar personas en el parque. Sí, también dibujaba. Pero según ella, cada vez le quedaban los monos más feos.
Pero dentro de las últimas cosas que le gustaban estaba el ver series de superhéroes por Netflix hasta muy entrada la noche. Porque no podía dejar de saber qué diantres le pasaría a la Jessica Jones en el próximo capítulo.
—Haydeé ¿le respondiste el correo a Jaime? —su jefa la observó por un breve segundo— ¡De nuevo estás en otra!
La falta de sueño era nefasta para sus ya nulas capacidades de concentración, y su jefa se había percatado de ello con su intuición de puma. De hecho, estaba muy consciente de que debía dormir sus ocho horas reglamentarias para poder rendir un mínimo, pero hasta eso ya no le importaba demasiado. Había pasado una semana desde el correo donde buscaban una persona para su área, y si bien no la habían echado ni despedido en una fiesta en su departamento, estaba expectante respecto a quién ocuparía ese cargo. Y como inevitablemente la compararían con él o ella. Y lo más probable, es que ella no saliera bien parada de la comparación.
Eso último, era algo que siempre le había preocupado. Su nula confianza en sí misma la hacía sentirse inferior, incluso incompetente para todo. Incompetente hasta para hacerse unas tostadas. Lo cierto es que no sabía si estaba bien el número que estaba a punto de mandar, si estaba dirigiendo bien su vida, si estaba rodeada de buenos amigos. Todo era una constante incógnita. La ansiedad le carcomía por dentro, asfixiándola.
—¡Encuentro que es una falta de respeto enorme que no me hayan avisado antes!—Los gritos de su jefa en la oficina del gerente general, al día siguiente del infame correo, se escuchaban por todo el piso. Escucharla rabiar siempre era un espectáculo digno de admirar—No, no me vengas con esa de que se trata de otro proyecto, porque si el tipo nuevo es de finanzas, va a estar bajo mi cargo ¡la pobre Haydeé se murió de susto!
La "pobre Haydeé", luego de reflexionarlo durante toda la noche y despertarse con algo de resaca por culpa de toda esa cerveza, había concluido que en el fondo era una excelente noticia ya que, si la echaban, era con indemnización y todo.
Pero había pasado una semana y seguía ahí, en su mismo rincón. Desvió la mirada hacia la ventana, tratando de disipar la angustia que a ratos crecía.
—¿Qué piensas del tal Dan?— Los cambios de humor y tono de su jefa la mantenían siempre con los nervios a flor de piel. El tal Dan había estado rondando por sus puestos, haciéndose el chistoso. Estaba en plena campaña de conseguir el cargo.
Dan Mckinsey era un analista del área comercial, que junto a cuatro personas más se mostraban sumamente interesados en el puesto de ella. Haydeé se los hubiera regalado con gusto, junto con la jefa en una promoción 2x1, llegar y llevar. Pero como el mercado laboral se encontraba tan malo allá afuera no podía llegar y marcharse, tirando todo por la ventana, como había sugerido Javier. En fin, Dan era el que más conocía del resto de los candidatos, ya que tenían algunas tareas que revisar en conjunto todos los meses.
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(Sobre)vivir sola
General FictionLa vida de Haydeé siempre ha sido una rutina carcelera. La condena del colegio, la libertad bajo fianza de la universidad, y recientemente, la jaula de cristal del trabajo. Ahora, que está (sobre)viviendo sola y es "libre" para hacer con su vida lo...