Dentro de las cosas que disfrutaba hacer Haydeé un viernes por la tarde estaba el ir al Persa, a empaparse del olor al libro usado y al ruido de la gente. Muchas veces sólo iba a darse varias vueltas, analizaba las contraportadas y regateaba los precios. Pero no hacía más que llenar su lista de libros por leer, ya que con el nulo tiempo y las pocas ganas que le quedaban tras un día de trabajo, los libros recién comprados quedaban abandonados en un rincón.
Pero no ese viernes. Se había visto arrastrada a Alto San Patricio, la fiesta de moda que hacían en una terraza céntrica de la capital, que quedaba en la calle San Patricio. Había ido un par de veces, y si bien no era fanática de las fiestas, ésa le parecía aceptable. Se encontraba en un rincón junto a Angélica, la compañera de piso de Valentina, mientras ésta iba por unos tragos.
El ruido, la música estridente, y la gente alcoholizada en exceso la aturdían mientras el mojito le hacía efecto y trataba de mantener una conversación con la chica, que era demasiado simpática. No la había visto nunca, ya que Valentina no solía invitar al departamento que compartía con su amiga. Su teléfono sonaba con las notificaciones de "me gusta", ya que Valentina no perdía la oportunidad de mostrar su vida social, mucho menos cuando se trataba de un lugar tan exclusivo como ése. Haydeé se sentía totalmente fuera de lugar.
—Me encantó Londres. Estuve el año pasado, y es una ciudad maravillosa— Angélica estaba realmente bajo los efectos del alcohol, y no le importaba que apenas conociera a Haydeé. Le estaba contando de sus viajes, que solía hacer varias veces al año—. Creo que mi guía por la St. Patrick Cathedral se llamaba Haydeé, pero no recuerdo de donde era el nombre. Es como árabe ¿no?
A estas alturas, hasta su nombre lo encontraba feo y no le interesaba en lo más mínimo de dónde provenía. Que por cierto era griego, pero los pensamientos no le fluían con claridad. Durante toda su vida había sido blanco de muchas las bromas hechas al respecto, y se reía casi en automático cuando alguien se trataba de hacer el chistoso con él.
—Mi sueño es viajar a Nueva York— lanzó de repente, para cambiar el rumbo de la conversación. El mojito le estaba pegando fuerte— Pero es mucha plata, siento que no puedo ahorrar. Aparte que nadie tiene ganas de acompañarme.
El viaje a Nueva York lo tenía pendiente desde aquella vez que, estando en el curso de inglés de verano en Georgia, Estados Unidos, no pudo viajar a la Gran Manzana, tres años atrás. El vivir en otro país, escapando del peor año que había tenido en su vida, resultó ser la mejor terapia para pasar las penas de amor y las penas universitarias. Y el viaje a NYC sería lo que coronaría toda esa experiencia. Sin embargo, la peor tormenta de nieve de la historia registrada hasta entonces dijo otra cosa. Maldito cambio climático, y maldita suerte suya.
—¡Amo Nueva York! Yo te acompaño feliz ¿cuándo lo quieres hacer? Veamos los pasajes dentro de la semana, creo que viene un cyber Monday o algo así.
Haydeé no supo que responder, porque justo apareció el torbellino Valentina, llevando consigo la tercera ronda de tragos innecesariamente caros.
A pesar de ser las mejores amigas, no tenían absolutamente nada en común. Valentina no era una gran belleza, pero su largo pelo liso color rojo – teñido -, y su coquetería innata, la hacían blanco de varios pretendientes. Hacía match en Tinder por deporte, y los desechaba como basura a la primera cita, porque no eran ni ingenieros, ni médicos ni abogados. Y porque tampoco provenían de alguna universidad de renombre, de las que ella calificaba como la élite.
Pero reconocía que, a pesar de su carácter difícil, siempre se esforzaba por subir el ánimo a su amiga.
—Mira, te compré estos maquillajes. —Valentina se esforzaba por arreglar el desastre que según ella era Haydeé. Si bien no solía maquillarse, tampoco es que fuera un desastre con patas: iba peinada en la medida de lo posible, perfumada y bañada. El mundo debería conformarse con eso.
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(Sobre)vivir sola
General FictionLa vida de Haydeé siempre ha sido una rutina carcelera. La condena del colegio, la libertad bajo fianza de la universidad, y recientemente, la jaula de cristal del trabajo. Ahora, que está (sobre)viviendo sola y es "libre" para hacer con su vida lo...