Capítulo 1

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El apocalípsis ha llegado, la raza humana enfrenta a criaturas sedientas de carne humana y no pueden hacer nada por defenderse.
Gran parte de la población mundial ha sido aniquilada y lo único que queda por hacer es sobrevivir.
A toda costa.
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Conducía por la carretera a una velocidad vertiginosa, muy por encima de lo permitido, aunque eso poco parecia importarle. Nunca fue muy apegado a romper las leyes, pero en un mundo donde la supervivencia era lo único importante, cosas como el límite de velocidad permitido carecian de importancia.

Los rayos del Sol quemaban casi con furia el asfalto, él se resguardaba dentro de su Hummer, a salvo gracias al aire acondicionado.

El coche era un lujo que podía darse en ese mundo devastado, el sueldo de un repositor de una tienda no era suficiente para costear algo de ese tamaño.

Pero robándolo se ahorraba mucho.

No era algo éticamente correcto para alguien como él, pero ¿acaso eso importaba en ese nuevo mundo sin reglas? Además, seguramente el tipo al que le había robado ese precioso Hummer plateado siquiera estaba vivo.

El chofer del vehículo no aparentaba más de veinticinco años, de contextura media y levemente ejercitada. Su mirada dura escondida detrás de unos lentes de Sol oscuros.

Intentaba concentrarse en la carretera, misión difícil actualmente. Sus pensamientos se encontraban en la razón que lo motivaba a estar dirigíendose hasta su actual destino.

Aún no tenía muy en claro qué lo llevaba a esa dirección, o si lo que sabía de aquel lugar, era cierto. Pero no perdía demasiado intentando llegar hasta allí.

Después de todo, ¿qué más podía hacer en aquel mundo habitado por muertos vivientes? No mucho, se temía.

Hace ya diez meses del estallido de ese virus, diez meses en los que se había encargado plenamente de su propia supervivencia, sin saber muy bien qué hacia donde avanzar. Hasta que ella apareció en su camino.

-Hum...¿Dónde estamos? -un murmullo se escuchó a su lado, sentada en el asiento del copiloto, una pequeña niña de diez años lo miraba somnolienta. Su larga cabellera rubia desparramada en todas direcciones.

Despegó la vista del camino para verla a través de los lentes. Todavía le costaba asimilar todo lo que rodeaba a la niña, desde su aparición, hasta su motivo para ir con él.

Pero nunca se destacó por su interés sobre las demás personas, no le gustaba indagar en la vida personal de nadie.

Ni siquiera en la de una misteriosa niña.

-No estoy muy seguro, espera que le pido indicaciones a ese sujeto. -Señaló a un hombre que caminaba distraído sobre la carretera. Se tambaleaba de un lado a otro, sin camisa, dejando ver como varias partes de su piel se hallaban rasgadas y exponía órganos internos a la vista.

Era un infectado.

El zombie se alertó por el sonido del motor, se giró en su dirección y soltó una especie de gruñido. Aunque fue lo único capaz de hacer antes de que el Hummer virara en su dirección y lo arrollara. Le aplastó la cabeza con la rueda delantera, y luego despedazó el resto del putrefacto cadaver.

Travesía hacia el fin del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora