Capítulo 3

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Wendy tomó una gran bocanada de aire, aliviándose al sentir el aire de vuelta en sus pulmones.

Cuando Dante fue a revisar la vieja gasolinera, ella hizo lo que habían acordado en situaciones así.

Estaba encerrada, bajo el asiento trasero del auto, en una especie de refugio improvisado que armó el joven militar.

Cuando ella lo vio, prácticamente, desarmando el siento trasero para hacer un compartimiento donde, según él, cabría la niña de diez años no se sintió muy atraída por la idea en ese momento, y mucho menos ahora pero por lo menos tenía un lugar donde esconderse de los ladrones.

El compartimiento daba a el maletero, por lo que usando el cuchillo que le dio su compañero de viaje (sí, Dante habia pensado que, darle una navaja a una niña de diez años, era una buena idea) la rubia hizo un corte en forma de L, por el que podía tomar aire de tanto en tanto. Sin embargo, cuando comenzó a sentirse mareada, se dio cuenta de que necesitaba un nuevo plan.

Repasó el que tenía en su mente: escuchó decir a esos desconocidos que irían hasta Ciudad Caín para hacer una parada por provisiones.

Según dijo otro de ellos, eso quedaba como a una hora.
Cuando llegaran, Wendy debía estar preparada, saldría de debajo del asiento, y correría lejos de esos desquiciados.

Tal vez no era el mejor plan, pero morir de sofocación tampoco le atraía mucho.
Pensó que si supiera conducir, podría aprovechar y robarles la camioneta de vuelta, pero claro que eso no era posible.

Wendy comenzó a contar cualquier cosa para distraer sus pensamientos del lugar donde se encontraba. Baches que pisaban, infectados que atropellaban, e incluso las veces que se referían a Dante como "el idiota".

El movimiento de la Hummer se detuvo en cuanto la niña estaba, a escazos segundos, de soltar lo poco que había comido, hace ya varias horas.

Escuchó los pasos del grupo alejarse, luego de que cerraran las puertas sin sutileza, pero decidió que seria precavida en esperar unos segundos más.

Teniendo la posibilidad de escapar tan cerca, no quiso estropear su plan.

Contó mentalmente dejando pasar unos segundos, y con fuerza pateó el asiento trasero hacia arriba, haciendo que este se levante como si fuera una tapa.

Se sentó para aspirar una gran bocanada de aire, llenándo de aire nuevo sus pulmones y, sintiendo su cuerpo entumecido, se obligó a levantarse.

Revisó donde sabía habían provisiones, solo para comprobar que no quedaba nada de lo recolectado por Dante. Frunció el ceño, preguntándose cómo esos desconocidos pensaban sobrevivir si ni siquiera podían racionar la comida.

Había pensado que se trataba de un grupo de ladrones hábiles, por el plan que habían tramado. Estando horas escuchando sus tonterías, se daba cuenta que solo eran un grupo de jóvenes tontos con demasiada suerte.

En su descuido, dejaron una botella de agua y varias bolsas de papas a medio comer, Wendy tomó el agua y emprendió su carrera.

Abrió la puuerta de la camioneta para luego dar un salto hasta el pavimento, y emprender su carrera hacia el lugar más seguro que encuentre.

Wendy corrió hacia el enorme centro comercial, que parecía ajeno al desastre a su alrededor, pasó el estacionamiento agradeciendo no ser atacada por ninguna de esas criaturas, ya que no aun no había ideado el cómo iba a defenderse de ellas.

Abrió la puerta del lugar, siendo invadida por una gran ola de recuerdos, justo al cruzar la entrada.

De pronto vio el enorme centro repleto, las familias almorzando en el patio de comidas, los jóvenes haciendo cola para ver su nueva película favorita y los nilños corriendo alrededor de sus padres.

Travesía hacia el fin del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora