♢Catorce♢

6.6K 453 19
                                    


-Y bueno, le conté mis desconfianzas y él me dijo que sentía absolutamente lo mismo por mí, pero no pude decirle que yo si me había acostado con alguien en nuestro pequeño pase libre -siguió contando Sara.

Ella estaba feliz porque estaba mejor con Charlie y las cosas iban mejorando poco a poco. Aunque Sara le había mentido y se que él también, ambos se quieren y yo, como buena amiga lo único que puedo hacer, es escucharla atentamente. A veces, mis celos aparecían cuando ella me contaba lo bien que se llevaban ellos tanto sexualmente como pareja. No porque a mi me gustará Charlie, no, claro que no. Él era algo así como mi hermano mayor, bueno, hermanastro, quizá primo, bueno, alguien a quién no podía ver más como él-es-novio-de-mi-mejor-amiga. Si no, porque él era un encanto y muy caballero con Sara y la quería realmente.

-¿Has escuchado alguna cosa de lo que he dicho? -preguntó divertida con un toque de ofendida. Volví mi atención a ella cuando vi sus labios mover.

-¿Qué? -pregunté al no tener idea de que me había dicho.

-Eso me contesta que no -rió.- Es en serio, ____ ¿te pasa algo? ¿Quieres hablar de lo que sucedió ayer?

-No -respondí inmediatamente.- No quiero hablar, ni siquiera recordar palabra alguna de lo que el psicólogo dijo ayer. Así que estaría encantada de que habláramos de otra cosa.

-Pero, ¿qué sucederá el lunes? Jos es él que te pidió que hicieras la visita, el es él que quiere saber. Tendrás que decírselo.

Bueno, aquello era algo que había olvidado por completo. El hecho de que Jos no sabía nada, dado que él era quien me había obligado a ir.

-¿Se lo dirás tu? -dije, pero sonó más como una pregunta. Sara sonrió sin mostrar los dientes y se acercó a mi.

-Pues, si no te sientes preparada para hacerlo aún, puedo hacerlo yo.

-Gracias -susurré abrazándola.

El resto de la tarde nos la pasamos como dos adolescentes cuando sus padres se iban fuera de la ciudad. Desordenamos completamente el departamento, con nuestras luchas de almohadas, nuestras inacabables palomitas de maíz y dos películas románticas para llorar. Había olvidado todo lo que me acomplejaba y pude por un momento, vivir tranquila y ser feliz. Aunque sabía que eso no seria por mucho tiempo.



Bueno, esto era raro. Jos me miraba realmente diferente y eso me hacia poner nerviosa. La parte baja de su espalda estaba apoyada en el borde del escritorio y sus brazos estaban cruzados sobre su pecho. Caminé lento sin quitar la mirada de sus ojos hasta el sillón más cercano. Los mareos habían seguido todo el fin de semana y lo último que quería hacer, era preocupar más a Sara.

La cual había entrado para contarle todo a Jos diez minutos antes. Quizá ese era el motivo de su mirada, me miraba como si fuera alguien extraño e indefenso y eso no me gustaba para nada.

-¿Tengo algo en la cara? -preguntó llamándole la atención. Él niega con la cabeza moviendo su cabello de un lado a otro.

Y siento que no puedo respirar. Es increíble que sea realmente sexy aún cuando él no es conciente. Digo, cuando lame sus labios cada vez que deja de hablar, y también como los muerde cuando... cuando esta... bueno, no se porque los muerde pero es un gesto caliente. Y como despeina su cabello y este queda exactamente igual. O cuando sus ojos pestañean lentamente cuando te miran y se siente como si pudiera llegar más allá de tu alma. Cuando sonríe y puedes sentir que todo lo que te hace mal se va lejor. O cuando...

-¿Tengo algo en la cara? -pregunta él, repitiendo mis palabras. Salgo de mi pequeño trance y me doy cuenta de que me había quedado mirándole como estúpida.

Ahora es mi momento de negar y los cabellos llegan a mi cara y los debo sacar rápidamente de allí. Y esto fue así como un intento fallido de ser sensual.

-No, solo, quise intimidarte como lo estás haciendo tu conmigo -respondí divertida. Él rió sentándose frente a mi en su sillón habitual.

-Lo lamento, solo quería saber si tenías también problemas con la mirada de los chicos.

-Tu mirada no me hace nada -miento, claro que lo hacia. Me ponía nerviosa solamente cuando él me miraba, pero no podía decírselo. Ni siquiera hacerlo obvio.

Era conciente de que a veces solo mi mirada podía delatarme, era una chica bastante expresiva y ese era uno de mis más grandes problemas.

-Auch, estaba seguro de que solo mi mirada hace que las chicas me deseen -bromeo, aunque no lo tome con una broma, era difícil no sentirse atraída por él. Realmente difícil.

-Pues ya ves que no. Conmigo no funciona.

-Tendremos que cambiar eso -murmuró algo que no pude decifrar. Pero no quise preguntarle que había sido, así que solamente me sente más cómoda esperando que la sesión comenzara.- Bueno, ¿es mejor que comencemos, no?

-Solo si quieres.

-Claro que quiero, venga, levántate -me ordenó y lo miré confusa bajando mis piernas del sillón y quedando parada frente a él, exactamente unos diez centímetros bajo sus ojos y solo a cinco de poder tocar sus labios.

Deja de pensar estupideces, ____. Me ordenó en voz baja. Él se mueve graciosamente frente a mí, mirando cada milimetro de mi cara y ojos. Tengo ganas de reír, pero antes de que el sonido saliera de mi boca, él hace un gesto con su dedo de que mantenga silencio.

-¿Qué haces? -susurró con la voz ahogada, sus labios pasaban cada vez más cerca de los míos, tanto, que podia sentir su respiración chocando con ellos de una manera agresiva.

-Shhh, no hables, y haz lo mismo que yo, mírame.

-Lo estoy haciendo -le informó, él sonríe sin mostrar los dientes aún mirándome fijamente.

-Hazlo como si buscarás el más mínimo detalle en mi cara -dice y lo hago.

Mire por un largo tiempo sus largas pestañas negras, eran tan abundantes que jurarías que usaba maquillaje para mantenerlas asi. Y sus espesas cejas que hacían resaltar aun mas sus grandes ojos miel. Puedo ver pequeños lunares esparcidos por toda su cara. Algunos bajo sus ojos, estos son los más grandes. También algunos cerca de sus labios. Y estos que se ven mucho más apetitosos desde esta distancia, suspiró cuando me veo realmente desesperada por inclinarme hacia él y besarlo, pero mi cordura vuelve a mi y sigo con mi tarea. Buscando los pequeños detalles de Jos en su cara.

-Ahora, levanta tu mano y acércala a mi cara, me acariciaras suavemente -susurra tomando mi mano y colocándola en su fría mejilla.

Trago duro trazando pequeñas líneas sobre su piel. Es tan suave y delicada. Y me preguntó como se sentiran sus labios. Pero sé que no debo hacerlo, él solo quería que yo acariciara su cara.

-Toca todo lo que quieras -murmura y quiero gritar fuertemente de que él no dijo aquello.

Sé que si toco sus labios con mis dedos estaré perdida y querré besarlos y eso es algo que no debe pasar en absoluto. Pero mis dedos actúan como si tuvieran vida propia y sus labios, fueron su primer objetivo.

Virgen A Los 25 |  TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora