00: Prólogo.

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Mami estaba en la cocina, preparando la cena. Yo estaba en el merendero de nuestra pequeña casa junto a mi hermano Brad, tratando de hacer mi tarea; la maestra nos pidió que dibujemos nuestra casa y a nuestra familia. Intenté no colorear fuera de las líneas, utilizando colores oscuros como el negro o el gris... porque son los únicos colores que mi papi suele utilizar.

Él es aburrido, no le agrada que me siente a su lado mientras ve fútbol en la televisión y siempre está bebiendo una botella de cerveza y metiendo su mano dentro del pantalón de mami. Nunca juega conmigo ni con Brad, él dice que nosotros perdemos nuestro tiempo y que jamás llegaremos a ser estrellas del deporte como mami quiere hacernos creer. Ella es buena, siempre pasa tiempo con nosotros, nos alimenta y dice que somos los bebés más bonitos del mundo. Sé que está mintiendo porque mi papi llega y nos dice todo lo contrario, pero eso hace que mi corazón duela... papi hace que me sienta mal.

— ¡Anne Marie! —Oí la voz de papi desde la puerta de entrada y un escalofrío recorrió mi cuerpo, sabía que él estaba molesto. — ¡¿A dónde te has metido, maldita zorra?!

Mami se acercó a nosotros sigilosamente, obligándonos a subir las escaleras a toda velocidad y haciendo el menor ruido posible. Mami abrió la puerta del clóset y me empujó dentro, pero no había espacio suficiente para Brad... así que cerró la puerta con el pequeño candado y se alejó, empujando a mi hermano hacia la habitación continua.

Podía verlo todo a través de las pequeñas separaciones que tenía la puerta, papi estaba de pie frente al marco de la puerta y sostenía a mi madre del cuello, empujándola contra la pared de una forma extremadamente violenta. Él trató de besarla, pero mami se negó, echándolo hacia atrás; aquello le molestó, por lo que la golpeó en la nariz, consiguiendo que le sangrara. Mami trató de correr, pero él la atrapó... golpeando su rostro contra una de las cuatro paredes.

Mi papi se alejó de mi madre, quién estaba sangrando por la parte trasera de su cabeza. Oí a Bradley chillar, rogándole que no lo lastimara; traté de hacer algo pero sentí miedo, sentí mucho miedo de ser la próxima víctima del monstruo que vivía detrás del clóset.

— ¡Sólo estaba coloreando, papi! —Mi hermano lloriqueó entre desgarradores gritos.

Lo último que puedo recordar es que mi padre golpeó a mi hermanito, consiguiendo que él se desvaneciera entre sus brazos; había mucha sangre brotando del cabello de mami, aquello me causaba impresión, odio la sangre y su asqueroso olor. Me desmayé, sin poder hacer nada para evitar que el monstruo nos causara más daño.

Dos días después, mi madre había salido del hospital y mi abuela me envió de regreso con mamá aunque aquello había sido un error. Dos días después, toda mi familia y yo nos encontrábamos en el funeral de mi inocente hermano, Bradley.

La culpa había hecho que me justificara a mí mismo por muchos años, la culpa consiguió que me volviera loco. ¿Qué hubiera ocurrido si empujaba la puerta y trataba de salir para defender a mi madre? ¿Qué hubiera ocurrido si gritaba para que mi padre no le hiciera daño a Bradley? ¿Qué hubiera ocurrido si mi mamá no se involucraba con el hijo de perra de Ben? Todo era un dilema.

Estuve por dos años en un instituto para menores, dos años metido en una pocilga en medio del campo porque debía 'enderezarme', modificar mi comportamiento y demostrarles a los jueces que estaba listo para regresar a la sociedad con esquizofrenia y un fanatismo por el vandalismo. Aunque unos meses después, volví a ser detenido y me designaron prisión domiciliaria porque estaba a punto de cumplir la mayoría de edad, casi seis meses retenido dentro de mi habitación y la mugrosa casa de mi madre.

dark times ; ashton irwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora