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—Jinyoung, ¡escúchame!— exclamó el castaño tomando el rostro del menor en sus manos. Las gotas de sudor caían por las sienes del pelinegro, quien mantenía los ojos cerrados aún, y al abrirlos el temor era notorio en sus ojos nerviosos. —Estoy aquí— continuó suavizando su voz —ya pasó poco más de año y medio desde el accidente, ya déjalo ir. Estás sufriendo de más...
Jinyoung sabía que él estaba en lo cierto, pero no podía hacer nada cada que los recuerdos volvían y se apoderaban de él. Cada vez más claros, cada vez con más sentido. Por más que quisiese olvidar, la escena se reproducía con más nitidez. Y le atormentaba el hecho de nunca haberse percatado la forma en la que su allegado amigo se sentía, y que los había llevado a un trágico final como ese. Ahora... ahora absolutamente nada podía hacer.

Soltó un sollozo, con la mirada perdida. No era capaz de ver al mayor a los ojos y darle la razón, aunque fuese lo correcto. Sino que, sentía que él le forzaría a hacer algo que no podía, olvidar y avanzar.
Mark de alguna forma lo interpretó. Se abalanzó sobre él y lo refugió en sus brazos. Comprendía que en escenarios como ese lo único que se necesitaba era mostrar presencia, o sea, demostrar que se estaba ahí para el otro, y un poco —aunque fuese poquísimo— de entendimiento.
Jinyoung no era el único que sufría. Mark también lo hacía, por verlo así y no saber qué más hacer por él. Era un evento del que no tenía la más mínima idea, y cada que Mark buscaba algo o alguien para ayudarle, Jinyoung lo rechazaba. No necesitaba de alguien que le dijese que estaba loco y tratara de terapearlo. Necesitaba de él, necesitaba de Mark.


Agnosia [MarkJin/마크진]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora