-Yo me enamoré de un chico.
-¿Perdona?
-yo me enamoré de un chico. Y él se enamoró de mí. Todo era tan perfecto... Sólo nos vimos una vez, pero nos escribíamos prácticamente todos los días. No aguantábamos tres días seguidos sin hablarnos y no existía día el que el otro no pensara el otro.
Nos decíamos que queríamos vernos continuamente, hablamos de mil cosas, ¡podríamos pasarnos horas y horas dándole vueltas al mismo tema! Y aún así, no nos cansábamos. Cada vez que recibía un "hola" por su parte como notificación de WhatsApp en el móvil, se me escapaba una sonrisa. Si hasta ese momento estaba triste, enfadada o a rabiar, se me pasaba al instante, ese "hola" era mi medicina.
Durante el día le echaba de menos, durante la noche, me quedaba dormida con su rostro grabado en mi mente. No había momento en el que no pensara en él.
Lo quería. Aun si conocer el sabor de sus labios, aun sin saber cómo quedarían sus manos junto a las mías, sin conocer la sensación de estar envuelta entre sus brazos, sin ni siquiera recordar su tono de voz, lo quería. Lo quería mucho.-Y...¿Qué pasó?
-Dejó de hablarme. Paso un día y no sabía nada de él. Dos, tres, cuatro días hasta que conseguí vencer mi orgullo y le escribí yo. Me dijo que había estado ocupado, que estaba en época de exámenes y que apenas se conectaba. Lo dejé pasar, pero volvió a no hablarme.
Tantas excusas, tantos te quiero no dichos, tantos besos no dados y tantas conversaciones sin acabar.
Todas esas horas pensándole, todo ese tiempo enfrente de una pantallita, esas noches casi en vela hablando con el; todo para nada, todo un fraude.
¿Quieres que te diga una cosa?-Sí.
-no te enamores de una chica antes de besarla. Cometes el riesgo de quererla antes de haber rozado sus labios.