Capítulo Diez

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Maya


—¡Oh Dios mío, Oh Dios mío, nunca adivinarás lo que pasó esta mañana!— los ojos de Francie están ardiendo con entusiasmo, las esquinas de sus labios rojo- cereza se levantan para formar una sonrisa.

—Nico DiMarco estaba hablando con Matt y...

Abro mis ojos con esfuerzo y la interrumpo. —Pensé que tenías una cita con Daniel Spencer.

—Maya, puede que haya decidido darle una oportunidad a Danny mientras espero a que tu hermano entre en sus sentidos, pero esto no tiene nada que ver con eso. Nico estaba hablando con Matt esta mañana, y adivina lo que dijo...

¡adivina!— Su voz aguijonea con entusiasmo y el Sr. McIntyre deja de hacer chirriar su pluma contra el pizarrón blanco por un momento para girarse y darnos un suspiro resignado.

—Chicas, si pudieran por lo menos fingir que están prestando atención.

Francie le muestra su sonrisa dentuda y después se vuelve a girar en su asiento para mirarme de frente. —¡Adivina!

—No tengo idea. ¿Su ego se hizo tan grande que explotó y ahora necesita cirugía?

—¡Nooo!— Francie hace sonar sus zapatos no reglamentarios para la escuela contra el linóleo, zapateando con entusiasmo. —¡Lo escuché diciéndole a Matt Delaney que iba a invitarte a salir hoy después de la escuela!— Abre tanto la boca que puedo distinguir sus amígdalas.

La miro aturdida.

—¿Bueno?— Francie me sacude brutalmente por el brazo. —¿Esto no es enorme? Todas han estado detrás de él desde que rompió con Annie la Anoréxica,

¡y va y te elige a ti! ¡Y tú eres la única chica en la clase que no usa maquillaje!

—Estoy tan alagada.

Francie tira hacia atrás su cabeza dramáticamente y gime. —¡Aargh! ¿Cuál es tu problema estos días? ¡A inicio de año me dijiste que él era el único chico en Belmont con el que considerarías besuquearte!


Francie sacude la cabeza en desacuerdo. —¿Sabes cuántas chicas matarían por una cita con Nico? Creo hasta hubiera puesto a Lochan en espera por una oportunidad de besar al Señor Latino.

—Oh, Dios, Francie. Entonces sal con él.

—¡Fui a averiguar si era en serio y él me pregunto si creía que estarías interesada! ¡Así que, por supuesto, dije que sí!

—¡Francie! Dile que lo olvide. Díselo en el descanso de la mañana.

—¿Por qué?

—¡No estoy interesada!

—Maya, ¿te das cuanta de lo que estás haciendo aquí? Quiero decir, ¡puede que no te dé una segunda oportunidad!

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