Y así fue como me grabé en la piel la frase más importante, io e me stessa, YO Y YO MISMA. Porque al fin y al cabo yo soy la que decide en la partida de mi vida, la que decide qué capítulos escribir, y cuáles de ellos hacer públicos. Y eso es más importante que nada ni nadie. De repente un día aprendí a quererme con locura, a respetar todas mis decisiones aunque la mayoría de ellas acaben siendo fracasos, puesto que de errores se aprende ¿no? Eso fue exactamente lo que pasó. Que un día abrí los ojos como cuando te despiertas por la mañana y te levantas con una energía que desborda y no sabes por qué, porque simplemente pasa, y dejas que suceda. Eso hice yo. Y me propuse ser valiente, cogí el toro por los cuernos, era eso o seguir dependiendo de situaciones que cada vez me separaban más de mí misma. Y me prometí a gritos que nunca más dejaría que nadie me apagara, y me prometí a base de caladas a un cigarro que nunca más dejaría mi vida en manos de nadie que no fueran las mías. No soy egoísta, es que he aprendido a convivir conmigo misma, y ser feliz sola, sin la compañía de otra persona. No soy una media naranja en busca de la otra mitad. Soy la naranja entera. Y la manzana, y la pera si quiero. Soy todo aquello que me proponga. Y es por eso que hoy soy feliz, sin intereses, sin pagar impuestos, sin deudas, y sin peros.
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Te planto un verso si tú me prometes dos.
RandomAunque soy fría y rubia, como la cerveza.