Para no perderte

Sobre odio y paradojas

Te odio. Con todo el amor con que alguien puede odiar a alguien. Quizá más.
¿Cómo te explico?
Odio que me hagas sonrojar cuando me susurras palabras al oído, odio que no pueda sostenerte la mirada porque simplemente me cautivas, pero tengo miedo de demostrar tanta vulnerabilidad, odio que no puedo enojarme contigo porque simplemente eres la razón de mis sonrisas, odio que me hagas reír cuando quiero hacerme la difícil, odio que me abraces por detrás y no me dejes irme lejos de ti (porque en realidad sabes que no quiero irme), odio que no pueda controlarme sin ponerme a temblar cuando me caes por sorpresa, odio que me ponga nerviosa y extasiada a la vez la idea de verte, odio que me des regalos que no merezco, odio que no pueda dejar de sonreír mientras nos besamos, odio no poder tener un sueño en el que no aparezcas, odio tantas cosas de ti, pero ¡cómo te odio, amor mío! Te odio tanto que sé que te amo. Y te lo digo si dudas: Te amo.
Pero a la vez, y esta vez va en serio, odio pensar (al estilo de Benedetti) que tanta dicha es sólo la punta de la cúspide y luego viene en descenso, que mientras más alto vuelas más fuerte es la caída, odio pensar que la felicidad no es una meseta, odio pensar en que posiblemente no existan otras vidas y está sea nuestra única oportunidad de ser, tu y yo, un nosotros; odio que el tiempo apremie, porque tú eres mi medida del tiempo, y sólo cuenta cuando estoy contigo. Es una paradoja, ¿sabes? El tiempo sólo cuenta estando contigo, pero cuando estoy contigo el tiempo no importa, se me escapa, y de repente veo 3 horas irse en 5 minutos... Y eso lo odio. Lo odio porque daría lo que fuera por estar más tiempo contigo, y eso también es una paradoja, porque cambiaría 1 día de mi vida por un minuto contigo, aunque ese minuto no me durara ni un segundo. Pero un instante contigo no lo cambiaría ni por otra vida, a menos que la vida fuera contigo, porque sin ti, tampoco cuenta. ¿Ya lo viste? Mi amor por ti y mi deseo de ti están llenos de paradojas, ya no sé ni cómo explicarlas... Simplemente... Paradojas.