Estefany

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Cap.3

28 de Febrero del 2017

Entonces me miro, en mi crecieron unas ganas completamente indescriptibles, la emoción de correr y abrazarlo, así que trate de controlarme y sonreí nerviosa para no parecer una desesperada, aunque si lo estaba, quería conocerlo, mas bien quería hablarle, camine hacia el, nada podría impedir el mejor día de mi vida, mi graduación y la primera vez que mantuve una conversación con Max, estaba a unos pasos cuando...
Mad tomo mi brazo para sacarme una foto, podría decir que casi la mato.
—Mad— dije chillando.
—¿Que?— pregunto confundida con la cámara en mano.
—Ahí, estaba— seguí chillando.
—¿Quien?— volvió a preguntar hasta que entendió —, a, ya entendí—dijo mordiéndose el labio mirándome con cara de preocupación, o como cuando haces algo que enserio no debiste, sus ojos grises observaban los míos—, lo siento enserio, mira no te enojes posa para la foto, vamos es un excelente día para tomar las fotos— insistió mostrándome el cielo que estaba azulado mientras sonreía.
—Esta bien — sonreí tratando de no pensar en que era mi mejor oportunidad par hablarle, tal vez lo encontraría en unos años, en una reunión de ex-alumnos con hijos, casado y hasta con un perro —hay— deje de pensar en eso  para luego posar frente la puerta de cristal del auditorio, saco miles de fotos con compañeros y una que otra foto con mi familia. Luego de haber pasado la sesión de fotos Mad me convenció para que fuera con ella, Christian y Nathan a una fiesta que daba un tal Alexi, creo recordarlo el primer día, su trabajo me gusto, aunque me gustaba mas Max, quien estaba a su lado que por cierto hizo un trabajo hermoso, el mio fue el mejor pero me parecía que Max también lo había echo igual o mejor que yo, aunque no podía hacer nada. Cuando estábamos en casa mi madre y mi padre habían preparado una reunión familiar, pidieron mi comida favorita del restaurante que me encantaba, comí hasta que ya no pude mas, aunque me desquite jugando con mis pequeños primos, que insistían jugar a las escondidas conmigo, eso me hacia sentirme mejor y que sabia que me querían tanto como yo a ellos, era imposible dejar de verlos cuando corrían unos contra otros para alcanzarse, como otros jugaban por su cuenta a las escondidas, otros al avión, a encantados y miles de juegos que me hacían recordar mi infancia.
—Fany cargame— oí una voz chillona para luego percatarme que, Will mi pequeño primo, rubio, de ojos azules, vestido de una forma elegante pero tierna, que tenia 5 años extendía sus brazos a lo que yo no resistí y termine cargándolo, este me dio un beso en la mejilla y abrazo mi cuello, era de los mas tierno, me hacia querer tener hijos en ese mismo momento, pero mis ganas de viajar y conocer un poco mas ganaban siempre, me dirigí a la mesa en donde estaban los adultos, cuando no tardaron de llegar los comentarios que cualquier familia típica tenía que hacer.
—¡Fany! Pero mira que hermosa te ves con Will en brazos— dijo Johana mi tía y madre de Will—, no te encantaría tener hijos te verías preciosa como madre, solo mirate— insistió mi tía Johana, pero antes de responder mi padre casi se ahogaba con su bebida favorita, una copa de vino.
— Ja ja ja ja tranquilo Sebastian no lo decía enserio solo era una opinión ya que se ve hermosa con Will en brazos— le decía a mi padre mientras lo miraba y se acercaba a mi —, te molesto Fany es mejor que lo cargue para que no te moleste — me dijo susurrando a lo que le entregue al pequeño niño, el cual estaba exhausto y no creo que despertara.
— Si, Johana lose pero solo de oírte me imagine nietos y Alejandro nos tiene suficiente con 2— respondió mi padre algo molesto y ofendido, mientras encendía un cigarrillo.
—Nunca te han agradado los niños, pero como amaste y consentiste a los tres— dijo mi madre dándole un beso en la mejilla como advertencia a que le bajara a su enfado, retirándole el cigarrillo de la boca, para luego susurrarle, lo que sea que fuera que puso una cara de arrepentimiento en segundos y apagarlo en el césped.
— A propósito, ¿donde están Roberto y Alejandro?— pregunte a mi familia, me encantaba tenerla unida, todos convivían, hacían bromas unos con otros, hablaban de los chicos mientras ellos jugaban por toda la casa.
— Están afuera hablando con el vecino Max, me paree que así se llama el chico— en cuanto dijo Max hizo que mi cara se pusiera roja.
—Vale iré a buscarlos— dije nerviosa dándome la vuelta para que el tono rojizo no me delatara frente a toda mi familia, camine a mi habitación, decidí ponerme un vestido de noche azul con las mangas que llegaban a mitad de mis brazos, hasta el cuello de encaje, un cinturón delgado negro, para sentirme más cómoda con unos zapatos bajos, ya que no quería cansarme con los tacones antes de ir a la fiesta que quedaba a unas casas de la mía, baje al jardín en donde estaban todos y mis hermanos estaban riéndose al pasillo que llevaba al jardín delantero, uno con el otro. — ¿Por qué se están riendo?— pregunte caminando en dirección  a ellos.
—Nada hermanita solo hablábamos de nuestro cuñado— dijo Alejandro acariciando mi cabeza a lo que yo inmediatamente quite su mano.
—Tranquila, solo le dimos un par de consejos— agrego Roberto.
— ¿Encerio hermanita, tres años o mas y ninguno de los 2 se lleno de valor para dirigirse la palabra?— pregunto Alejandro.
—Si, tal vez, a ustedes no les interesa— mire al otro lado, donde estaban mis tíos con mis padres, totalmente roja.
— Vamos no te lo tomes tan a pecho, que el chico se muere por dirigirte la palabra y tu ni caso le haces, pensé que seria mas arrogante por la expresión que tiene en su rostro en esta foto, que casualmente me encontré en tu habitación — dijo Roberto poniendo la foto en mi cara, la cual le arrebate en segundos.
— ¿Que hacías en mi habitación ?— lo mire haciendo pucheros, como cuando tenía 10 años y el me quitaba mis cosas para hacer extraños experimentos con ellos.
— Solo quería algo para entretener a los gemelos— río. No me atrevía a decirle ninguna palabra.
—Vamos hermanita no te pongas así — digo Alejandro a mi lado, mientras miraba a Roberto, para luego empezar a contar, lo que claramente no me dio una buena idea. En un 2 por 3 estaba entre sus brazos, como sentada en un trono humano, eso era lo que hacíamos cuando uno de los 3 estaba enojado aunque yo llegaba a tirarlos por no tener la fuerza para aguantarlos, que a fin de cuentas eso nos hacia reír mucho mas.
—Sigan peones, llevarme a mis aposentos reales— me bufé de ambos, y estos me dejaron en una silla con mi familia al frente, ya era un atardecer y esa era mi parte favorita del día ver como el sol se ocultaba tras las montañas con ese color naranja en el cielo, mis primos habían caído rendidos como si hubieran ido a entrenarse para la guerra todo el día, pero ellos habían ganado, por no rendirse en el entrenamiento como un buen soldado. Cuando cada uno de mis tíos y Alejandro recogieron a los niños, dejándolos en la sala dormidos y a los gemelos en la habitación de invitados donde Alejandro se quedaba con su esposa, nos sentamos, cuando no falto que mis padres sacaran sus bebidas, cigarrillos, con juegos de mesa, se habían desecho de los niños creo que ya era su descanso yo solo tome una cerveza, y un cigarrillo, ninguno de los integrantes de mi familia me preguntó o hizo un mal comentario, a fin de cuentas todos lo hacían.
—Fany ¿Cuando es la boda?— dijo mi tía Johana burlándose, sabia que Alejandro y Roberto le habían hablado de Max, pero decidí hacerme la que no sabia a lo que se refería.
— ¿A que te refieres tía?— pregunte ingenuamente.
—Me refiero a ese ch...— la voz de Christian, Nathan y Mad resonaba a kilómetros. Que vida la mía, de la que me habían salvado.
—Buenas tardes señora— dijo Nathan dirigiéndose a mi madre  acercándose a mi lado —, ¿nos vamos Fany?— susurró extendiendo su mano como caballero a princesa rescatada.
— Solo iré por mi bolso y nos vamos— sonreí, mientras me levantaba, para ir a mi habitación por el, pero mi mama interrumpió.
— Estefany, cariño puedes venir aquí un segundo— ordeno, y yo obedecí.
— Si mamá — dije a su lado, tomo mi brazo para dirigirse a la cocina.
—¿Que crees que haces?— me miro furiosa.
— Ir con mis amigos a disfrutar la libertad que ahora me pertenece — respondí casi riendo.
— Con esa clase de chicos, sabes que no los soporto— agrego estresada.
—¿A que te refieres?— pregunte con un tono molesto.
— A que no son de nuestra, clase, no son normales son unos completos r..— la interrumpi.
— ¿Raros? A eso te refieres a que no hayan nacido en un vecindario y tenido padres "normales", por que te recuerdo que tu tampoco eres un buen ejemplo a seguir madre, también te recuerdo que ya tengo 20 años y puedo largarme cuando se me de la ga...— me callo con una cachetada no dije nada, subí a mi habitación por mi bolso, baje con mis tacones azules puestos y unas cuantas lágrimas negras recorriendo mi rostro, le di un beso en la frente y otro en la mejilla, para despues decirle que la quería,luego me dirigí con Christian en su auto, él, Mad y Nathan ya sabían lo que había pasado, no dijeron nada, Christian solo se dirigió al departamento de Nathan, entramos y Mad me preparó una de las malteadas con chocolate que tanto me gustaba, esa era la forma de hacer sentir culpables a mis padres cuando me golpeaban, darles un beso y decirle que los quería, tampoco diré que los odio o que los quiero 100 metros bajo tierra, esa era su forma de callarme cuando les decía la verdad y les empezaba a doler.
—¿Fan como te sientes?— preguntó Nathan revisando mi rostro, para asegurarse, que estuviera bien.
—Bien, Nat— solo fue una decaída emocional ya sabes como son—, cierto, la fiesta la había olvidado todavía nos da tiempo — dije tomando mi bolso. —Tranquila no iremos, que te parece ir a las cabañas— dijo Christian.
—Que, que me parece, me parece genial— la felicidad volvió a mi y me sentí más aliviada al no sentir ese peso de como se sentiría mi madre por haberle dicho esas cosas. Tome mi bolso, con mis tacones azules altos y todos subimos a el carro de Mad ya que era el mas grande. Después de varias risas, cervezas y cajetillas de cigarro llegamos a nuestro café preferido, aunque le decíamos cabaña por que era casi nuestra cabaña, al ir cada que se nos diera en gana y por su puesto ser los mejores clientes, no nos molestaba viajar al otro lado de la cuidad, ya que nos sentíamos en casa cuando íbamos a ese lugar, era blanco de día, pero por la noche se convertía en luces y colores fosforescentes, amarillas, moradas, verdes por todo el lugar y eso me encantaba se veía precioso como perderme en estrellas o algo así.
— Bien Fan ¿cuando te le declaras a Max?— pregunto Nathan riendo, mientras se preparaba para tomarle a su cerveza fría.
— No lose, mande mi libro a una editorial y ahora solo quiero dinero para mudarme, decorar mi departamento a mi antojo, para explorar mi país, no tengo tiempo para que mi corazón decida por mi — respondí mientras lanzaba humo, del cigarrillo que había estado fumando, en realidad me moría por estar cerca de Max aunque también, quería viajar, nadie noto que mentía así que todo salio normal por así decirlo.
—Huy que fría — dijo Mad riendo.
— Lo dice la chica que no se a logrado separar sus ojos del artista— me burle de ella.
— Claro que no, es perfecto, solo miralo— sonrió para besar a Nathan.
—No se atragantén— dije con Christian.
— No se como no se ha atrevido a llamarte en días — dijo Christian mirando a Mad y Nathan.
—¿Quien?— si, como ya notaran como amigos somos muy distraídos en ciertas cosas —, no, no me pegues ya recordé tranquilo— dije calmando a Christian.
— Es imposible que después de tan poco tiempo no te acuerdes de él — decía casi comprendiéndolo.
—Chris se lo merece— dije mientras daba una calada al cigarrillo blanco que tenia en la mano.
— Si pero ni una oportunidad le diste — dijo Christian.
— Dale tiempo solo es cuestión de — una voz la cual conocía a la perfección me interrumpió.
— Amor ¿cómo estas?— esa voz tan tonta me tenia harta.

Dos letras pérdidas... ❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora