Capitulo 1

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- FLASHBACK-

 - Quería revolear el reloj despertador tan fuerte que no volviera a sonar hasta nueve meses después, justo en el día de mi graduación. El colegio, como para muchos, no era exactamente mi lugar preferido. Estudiar no me molestaba, los profesores no me molestaban... ¿los demás estudiantes? ¡BINGO! Todos los puestos de popularidad se encontraban ocupados y no exactamente por mi. Yo era la chica tímida y por consecuencia callada, que solo se relacionaba con su diminuto grupo de amigas y mantenía todas -o casi todas- sus notas arriba del promedio necesario. Una especie de "nerd" sin titulo. De alguna forma u otra, siempre me encontraba bajo las burlas o acoso de alguien más, pero había aprendido a ignorarlo y aparentar que estaba bien con ello, y que cada día al llegar a casa todo quedaba atrás. Pero la verdad, es que esto me había llevado a esconderme tras un muro imaginario que muy pocos podían romper, una muro que me permitiera salir lo menos herida posible. Mientras menos personas en mi vida, mejor. O eso era lo que yo creía. 

 Acomode mis libros y demás pertenencias en mi casillero y partí rumbo al salón, la primer clase: matemáticas, linda forma de empezar el día. -odio matemáticas-. Divisé el primer banco y fui a ocupar mi lugar, para mi el lugar perfecto: cerca del pizarrón y lo más importante, lejos de los patanes del fondo, lo cual me dejaba libre de chicles pegados en mi pelo o comentarios desagradables que tiraran mi autoestima por el piso. Mi mochila ocupó el asiento a mi lado, guardando el lugar de Carla, desde que tengo memoria ella era mi compañera de banco, mi confidente y pretendía asegurarme de que sea así aun en nuestro ultimo año de secundaria. Un movimiento en la puerta del salón captó mi atención, un muchacho yacía apoyado en el marco de esta, mirando hacia adentro pensativo, como analizando el lugar <<¿chico nuevo?>> Si, definitivamente era nuevo. Hubiera recordado ese rostro, piel morena, apenas unos centímetros mas altos que yo y un andar totalmente despreocupado según capte cuando mi mirada siguió su recorrido por todo el salón. - ¿entretenida? - Llegas tarde. - ¡No me cambies de tema mujer! Lindo chico eh? - Si.. ¡No! ¡No se! No me interesa, definitivamente no me interesa. - Bueno, solo digo que harían linda pareja. - ¡Por favor Carla! No empieces con tus delirios que yo no estoy para esas cosas. - ¡17 años! ¡17! Y ningún novio en toda tu vida! ¡Que desperdicio de mujer! - ¿Desperdicio de mujer? - la mire incrédula, lo que acababa de decir iba contra todas mis creencias y solo me acercaba a la aterradora idea de que todas las jovencitas de mi edad actuaran tras ese pensamiento. - Estuve, estoy y estaré bien sola. No necesito más problemas en mi vida y el chico nuevo -como todos- parece tener la palabra "complicado" en la frente. Fin del tema, caso cerrado, soltera feliz. 

 Matemáticas paso lento y aburrido como siempre. Mi consuelo estaba en la clase de Lengua, la Señorita Timberly alegraba las clases con sus ideas locas y divertidas, siempre tenia algo nuevo para ofrecer , y aprender a su lado se hacia más fácil. - Esta mañana, ¡desperté inspirada! y se me ha ocurrido un juego muy interesante ¡hasta podría cambiar vidas! - La Señorita Timberly parecía muy entusiasmada con la idea. - Tengo en mi poder 26 papelitos con pares del mismo color, los cuales serán repartidos a cada uno de ustedes. Quienes obtengan el mismo color deberán agruparse para un... ¡Cambio de asientos! <<"CAMBIO DE ASIENTOS">> esas tres palabras retumbaron en mi mente una y otra vez ¿Cambio de asientos? ¿Yo sentada con alguien más que no fuera Carla? Mucho peor, ¿Yo sentada al lado de un casi desconocido? Retiro lo dicho, la Señorita Timberly y sus malas ideas! ¡Pésimas ideas! ¡Malisimas ideas! 

Verde. Mi color favorito, ¿Eso era acaso un punto a favor? Le rogué a todos los santos que Carla tuviera en sus manos un papel del mismo color, pero su mirada de "suerte con eso" me dijo que debía prepararme para lo peor. Romina ¿Donde diablos estaba? ¿Acaso faltó el primer día de clases? Mi única esperanza cayó por la borda en menos de un segundo. - Ahora, los ocupantes del asiento derecho levanten su papel, y los de lado izquierdo ¡Vayan en busca de su lugar! - Mi nuevo compañero tiró de manera violenta su mochila sobre el banco, parecía tan disgustado como yo con la idea de compartir quien sabe cuanto tiempo conmigo. Pero su constante forma de darse vuelta y compartir miradas tras risas con sus compinches de atrás me puso inquieta ¿Que le causaba tanta gracia? Y a propósito, ¿Que estas cosas no solo pasaban en las películas? Digo, lo de que el chico nuevo sea justamente, mi nuevo compañero de banco. 

 Que gracioso es el azar. 

 - Espero que me perdones por separarte de tu amiga... aunque la señorita Timberly puede llevarse todo el crédito por eso. 

 - No, no te perdono. - Esta bien, se que el no tiene la culpa, pero sentí una necesidad incontrolable de actuar como una cretina ante su bondad - 

- Como sea, me llamo Felipe. 

- Diana 

 << FELIPE >> 

 - PRESENTE - 

 Aquella escena había quedado grabada perfectamente en mi memoria. Y es que si hubiera sabido que ese día se me agregaría una gran - y hermosa - complicación a mi lista de problemas, me hubiera lanzado por la ventana del autobús escolar sin pensarlo dos veces. Dos semanas de convivencia con Felipe fueron más que suficientes para desarrollar una perfecta afinidad entre ambos, de esas que se comparten con la mirada y de las que nadie podría imaginar. ¿Que si me había enamorado del chico nuevo? La respuesta es un gran y rotundo si. Pero el no podía saberlo, Carla no podía saberlo, Romina no podía saberlo ¡Nadie podía saberlo! Cualquier evidencia de mi enamoramiento podía volverme débil ante su mirada y causar un sentimiento de incomodidad entre ambos que no me apetecía experimentar. Si Felipe decía negro, entonces yo decía blanco. Eramos dos opuestos de los pies a la cabeza.

Pero los opuestos se atraen, dicen. 

 Un grito repentino me sustrajo de mis pensamientos y me volvió de golpe a la realidad - ¡A comeeeeeer! - Mi mamá llamaba desde la cocina, para anunciar una de las partes más difíciles para mi en el día. Y es que desde hace días, el almuerzo y la cena se habían convertido en puras excusas para saltar dichas comidas. Mi falta de seguridad, autoestima y amor por mi misma, me había llevado a tratar de llenar esos vacíos con comida. Claro que meses después todos pudieron darse cuenta de aquello ¡Estaba a simple vista! Mi peso había aumentado de una manera notable y aunque no estaba en riesgo mi salud, a cada ser humano parecía molestarle o llamarle la atención mi cambio repentino, ya no era aquella niña flacucha que todos conocían, y parecía que mi forma física despertaba en mis conocidos una fuerza sobrenatural que los obligaba a hacer algún chiste o comentario sobre el tema. Chiste tras chiste, mi autoestima y sentimientos se encontraban destruidos, enterrados en algún patio ajeno. Ahora la comida resultaba ser mi gran enemiga, y aunque realmente no quería, me sentía obligada a evitarla la mayor cantidad de veces que pudiera. Veía en aquello la forma más rápida de recuperar mi peso y ser nuevamente aceptada por la sociedad.

Twitter: @DDianaoficial_: Recuerdo perfectamente el día en que te conocí. 

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Banda sonora de la novela: https://www.youtube.com/watch?v=EsiUUFSVC1I

DIANA: Supervivencia AdolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora