Érase un final

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El dolor que la perseguía día tras día, tanto por el día como por la noche, se apoderó de ella, Abby ya no podía más y por fin tomó una decisión.
Un día, al volver a casa después de clase, cogió varios botes de pastillas, una botella de alcohol y un cúter y se encerró en su habitación, el momento había llegado. Se sentó en el suelo, abrió los botes y la botella y sacó el cúter, empezó con una pastilla, y luego dos, y terminó tomándose un puñado de golpe con varios tragos de alcohol haciendo una pausa para hacerse un profundo corte en la muñeca. Empezó a sentirse mareada y confusa, tenía arcadas pero aguantó porque sabía que sino no serviría de nada lo que estaba haciendo así que, entre lágrimas, siguió tomándose el cóctel de la muerte, hasta que por fin perdió el conocimiento y cayó en un profundo sueño del cual ya nunca despertó.

Sentimientos muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora