"Ahora quítate las bragas," dijo Harry roncamente cuando la falda se deslizó hacia abajo enroscándose a sus pies. "Quiero verte completamente desnuda, vestida sólo con los tacones."
Las bragas blancas de seda cayeron a continuación, uniéndose con rapidez a la ropa que estaba en el suelo. Oyó como Harry suspiraba y no estaba muy segura de cómo interpretar ese sonido. Se mordió el labio inferior, sintiéndose de nuevo avergonzada e insegura de su cuerpo. ¿Estaba excitado o irritado? No sabría decirlo. No debería importarle.
"¿Te depilas completamente el se*xo?," dijo él con voz ronca. "¿Siempre lo has tenido rasurado?"
Ella asintió, todavía demasiado avergonzada para mirarlo a los ojos.
"¿Por qué?" murmuró él. "¿Te gusta lo sensible que se vuelve cuando te masturbas?"
Su cara enrojeció subitamente, dándole la respuesta. Desvió la miraba.
"Demuéstramelo," ordenó con voz arrogante y posesiva.
"Siéntate, separa las piernas, y demuéstrame cuánto te gusta tocarte."
" Harry ..."
"Demuéstramelo," la cortó, interrumpiendo su protesta. "Tu se*xo ahora me pertenece, _______. De ahora en adelante, lo usarás sólo para complacer a tu marido, no para ti misma."
Luchó por recuperar el aliento. Este hombre tenía el don de la palabra. ______ sabía que ésta iba a ser la masturbación más corta de su vida pues ya estaba a punto de correrse. "De acuerdo," susurró.
Sentada enfrente de él, ________ abrió las piernas de par en par colocando una sobre cada reposabrazos. Podía sentir su mirada penetrante clavada descaradamente en su sexo expuesto, una mirada que la marcaba como hierro candente.
"Tócate," dijo con voz pastosa. Él se desabrochó los pantalones y liberó su erección de la prisión en que se encontraba. Era larga y gruesa, con una vena que se marcaba en el medio, de la raíz a la cabeza. "Juega con tu se*xo para mí."
________ deslizó los dedos hacia abajo hasta encontrar el clítoris. Se mordió el labio al ver como la contemplaba con la mirada entornada. Cerró los ojos y comenzó a manipular su clítoris, frotándolo circularmente hasta que su respiración se fue volviendo más y más pesada.
"Muy bien, buena chica," dijo con tono grave. "Sigue frotándote el se*xo para mí. De ahora en adelante tendrás que pedirme permiso antes de acariciarte. ¿Lo entiendes, _______?"
En algún recóndito lugar de su mente febril encontró las fuerzas necesarias para asentir.
"Este se*xo ahora es mío," le recordó posesivamente. "y nadie lo tocará sin antes pedir permiso a su dueño."
_______ jadeó y la pasión se arremolinó en su interior formando un nudo en su vientre. Continuó restregando los dedos sobre su chocho mojado, el clítoris hinchado le palpitaba clamando por la culminación.
Oyó entrar al ayudante personal de Harry y, por un momento, acarició la idea de parar. Pero sabía que eso no le gustaría a su marido. Continuó masturbándose, más allá del límite en que podría importarle si alguien la miraba. Es más, saber que otro hombre la estaba observando sin que ella lo viese ya que tenía los ojos cerrados, hacía que se excitase aún más si cabe. Se acarició más fuerte y un quejido suave escapó de sus labios.
"Espléndido," murmuró Harry con voz excitada. "Exquisito."
Se corrió con un gemido ruidoso, sintiendo como la sangre encendía su cara. Los pezones disparados hacia fuera, dilatados e hinchados. Su aliento entrecortado y jadeante.