Final

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Su hogar era pura oscuridad, temía cada paso que daba. El pequeño no sabía como llegó ahí, y porque estaba todo a oscuras. Caminó en busca de su cuarto pero las escaleras parecían sin final, tuvo el impulso de correr ya que la desesperación lo controlaba.
Oyó que alguien lloraba, en el baño precisamente. Las escaleras lo condujeron allí; al abrir la puerta se vio a sí mismo sollozando.
—Soy yo— oyó que decía. Se alejó sin hacer mucho ruido, pero al voltear vio más como él. Todos gritaban lo mismo entre lágrimas.
Gritó en busca de una ayuda inexistente, todos los "Rigbys" se abalanzaban sobre él. Fue entonces cuando hubo una repentina calma, vio como uno de sus clones se acercaba para susurrar:
—El problema soy yo.
Despertó, aún era muy tarde. Todo había sido una pesadilla, una difícil de entender.

Los carteles decoraban cada columna que rodeaba el parque, Skips preparaba el escenario en la parte de atrás de la casa y Papaleta junto con Benson parecían unos maniáticos de los vestuarios para cada actor. Y se podía ver a cada personaje caminando mientras leía su libreto, parecían tener una especie de poder sobrenatural ya que nunca chocaban con nada o con alguien.
Muchas personas se habían enterado del evento que se iba a llevar a cabo, tal vez era una de las muy pocas cosas interesantes que se habían hecho en el parque en años. Pero esto traía muy entusiasmados a los dueños del parque y el gerente.
Varias chicas miraban con las mejillas sonrojadas y los ojos enamorados a los actores; Rigby, al no estar acostumbrado a tanta atención, jamás salía de la casa. Se la pasaba leyendo su libreta y odiando en silencio a Mordecai y a sí mismo. Se odiaba por haber caído tan bajo, por ser tan despreciable y tan inocente. "Maldito idiota... ¿Cómo es que no lo viste antes? ¡Deberías haberlo previsto!— pensaba.—Ahora solo has sido utilizado como un juguete, y te han desechado sin decir nada." ¿Era su culpa o la de Mordecai? ¿Cómo funcionaba este mundo? ¿Realmente se podían desechar a las personas así como así? ¿Ya nadie tenía consideración con los sentimientos?
El reloj que tenía en su mano comenzó a sonar, ya debía volver a hacer su último ensayo: la muerte de Romeo y Julieta. Era horrible tener el papel principal, tener que ver a la persona que más detestaba en el mundo… O mejor dicho, a las dos personas que más odiaba en el mundo. Aún no se olvidaba de Chad, aunque su odio había sido innecesario puesto que tal vez ahora odiaban a la misma persona, no podía desenojarse con él. Pero lo soportaba más que al peliazul.
Ahora su deber era cumplir con el ensayo, salió de la mansión sin muchas expectativas sobre lo que iba a pasar. Frente al salón de baile que funcionaba para las prácticas, se encontraba el moreno fumando un cigarrillo. Se acercó a paso lento y se quedó a su lado, sin saber el porqué.
—Vaya mierda.— Oyó que decía Chad.— Todas las caras bonitas terminan siendo de lo peor.
—Sé más específico— contestó, sin ganas.
—Mordecai. No te confundas, yo también creí que no sólo sería un acostón.
No contestó, entró al gran salón en silencio. Habían puesto una mesa en el medio para que hiciera de ataúd donde reposaría el cuerpo de Julieta.
—¡Rigby!— Exclamó Benson al verlo entrar— Necesito que vayas a buscar al armario de atrás los elementos de la escena, ya sabes: el pequeño frasco de “veneno” y la daga.
A regañadientes, el pequeño chico de ojos dorados se fue a buscar lo mandado. El armario era grande, pero estaba tan repleto de objetos  que parecía diminuto. Con el miedo de que una avalancha de utilería se le cayera encima. Comenzó a buscar el frasco y la daga, pero notó que habían dos pequeñas botellitas exactamente iguales, ¿cuál era la correcta? Abrió uno para olfatear su contenido, tenía un aroma asqueroso y probablemente era veneno de verdad. Sin más, lo dejó sobre una caja llena de ropa, pero al verla bien notó que habían dos vestidos de Julieta, ambos marcados con un pequeño papel que estaba fijado con un alfiler:
“Rigby: Principal”
“Chad: Suplente”
¿Pusieron a Chad cómo su suplente? ¿Cuándo? ¿En qué momento? La posibilidad de que lo sabotearan se hizo más grande, y un miedo inusual comenzó a correr por sus venas. Podría renunciar, por supuesto. De ese modo nadie podría hacerle nada y ya no tendría que ver a Mordecai. Pero por otro lado habían trabajado tanto, y esto ya no era una simple obra. Representaba algo más, había cambiado en el momento en el que todo esto se formó. Quizá hasta había madurado un poco.
Llevó los objetos hacia donde ya esperaban todos; miró de reojo a Chad cuando este entró. Luego sintió una especie de punzada, una sensación horrible, habían voces hablando a gritos dentro de él:
“Es todo su culpa”
La lógica y la razón lo obligaban a preguntar: ¿Realmente había hecho algo malo?
“Esto da igual”
Nada cambiaría nunca. Era un fracaso.
“¡Deshazte de él!”
Corompieron su inocencia, uno de ellos debía pagar las consecuencias.
“Es nuestra culpa”
¿Era culpa de Rigby? ¿Quiénes eran las voces que proclamaban justicia?
“El infierno quiere a Mordecai y a Chad de vuelta, y ellos van en camino”
Sonrió, se le había ocurrido una excelente idea. Probablemente la solución para todo, ¡Claro! ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Inclusive la obra sería el mejor momento para hacerlo. Al fin Mordecai y él iban a estar juntos, su enemigo estaría fuera del camino. Pero… ¿realmente quería eso? ¿Estaba seguro? Hace unos momentos lo odiaba, ¿por qué seguir luchando?
Rechazó esos pensamientos, ya no tenía que dudar de lo que quería. Tenía que dejar de pensar y comenzar a actuar.
Los ensayos terminaron al fin, había sido el último. Todos dieron unos pequeños y tímidos aplausos, hicieron un buen trabajo, largo y pesado. Esa noche todos iban a averiguar si tanto esfuerzo iba a ser recompensado.
—Bueno, chicos— dijo Benson, al parecer iba a dar uno de esos discursos melodramáticos— Sé que todos trabajaron muy duro, y que probablemente gracias a ustedes este parque…
Rigby dejó de prestar atención, alguien tocó su hombro con suavidad para llamar su atención, Al voltear se dio cuenta de que era ese chico Jeremy, nunca había hablado con él, salvo cuando era un dialogo previsto por eso le sorprendió que le estuviese dirigiendo la palabra.
— ¿Cuál es tu opinión de Romeo y Julieta?— susurró el chico de anteojos.
—Adolescentes ardidos que no se dieron cuenta de que podían encontrar a alguien más.—apartó su vista de él, probablemente era la respuesta más larga que le había dado a alguien a quien apenas le hablaba.
—Me refería a la obra.
—Sólo me gusta el final.— tomó sus cosas y se fue a dar una vuelta para relajarse antes de que la gran función comenzase, un ser dentro de él deseaba que la obra fallara para que el parque se cerrara.
“Es un parque estúpido, al fin y al cabo” — pensó con una sonrisa; agitó su cabeza. ¿De dónde salían aquellos pensamientos tan crueles? Él no era así…
La noche cayó al fin, fue hacia su camerino y comenzó a repasar sus líneas. El plan todavía circulaba por su mente. Benson tocó la puerta con sus nudillos y anunció:
—Sales en quince minutos, es la escena del baile.
Se cambió con rapidez, el vestido lo hacía sentir algo extraño y la peluca le provocaba picazón en la cabeza. Al verse en el espejo se dio cuenta de que el parecido con una chica era impresionante, daba miedo. ¿Así se vería Julieta en realidad? Deseó haber estudiado sobre ella antes.
—Ya es hora. — se susurró a sí mismo mientras avanzaba hacia atrás del escenario. Los nervios comenzaron a atacarlo, ¡mierda! ¡Era el momento del baile! ¿Cómo se suponía que era la coreografía? ¿Daba una vuelta primero o…? ¡No, no! Benson le hizo señas desesperadas de que era el momento de salir. Salió a paso apurado, tomó a la primera persona que vio y comenzó a bailar, poco a poco comenzó a recordar los pasos y su cuerpo se volvió más ligero. Hasta que sintió que alguien lo hacía tropezar, perdió el equilibrio y accidentalmente chocó con Jeremy quien casi cae. Algunas personas rieron en voz baja y otros suspiraron sorprendidos, finalmente la escena terminó y el telón se cerró.
— ¿Quién fue el imbécil que me metió el pie? — chilló en voz baja el chico de ojos dorados mientras que de brazos cruzados les lanzaba miradas furtivas a sus compañeros.
—Tal vez solamente te tropezaste con tu vestido.— propuso Mordecai mientras se acomodaba la peluca que cubría su cabello azul.
Enojado porque nadie le creía se marchó a su camerino, cerró la puerta con fuerza y suspiró sorprendido al ver que Chad estaba allí. Éste último estaba sentado con los pies sobre la mesa mientras simulaba leer el libreto.
—¿¡Qué estás haciendo aquí!? — exclamó el chico de ojos dorados.
—Vaya, apenas empezamos y ya estás arruinándolo todo, ¿Qué te parece la idea de abandonar? Sólo vas a pasar vergüenza…— se levanta como quien no pretende nada malo y se va con una sonrisa. Pero Rigby lo detiene antes de que pudiese cruzar el marco de la puerta, sosteniéndolo por el cuello de su camisa hizo que volteara para verlo.
—Tú eres un despreciable...— sin ser realmente consciente de sus acciones, le propinó un fuerte puñetazo en la nariz haciéndolo caer.
—¡No eres mejor que yo!— le interrumpió.— Apenas he llegado y simplemente quisiste arruinar cada uno de mis movimientos.
—¿Yo soy quién arruina todo?— contestó, molesto hasta la médula por tal acusación.
—Si es por Mordecai, déjame decirte: eres sólo un pobre loco e idiota. Debiste darte cuenta antes de que el mundo no es color de rosa.— Respondió, antes de marcharse.
Rigby cerró la puerta con fuerza, y sonrió. Había golpeado a alguien y le gustó, sentía una sensación increíble como si fuera a escupir fuego. Pegó el oído a la puerta, logró escuchar perfectamente como Chad se alejaba insultando. Había sido un buen movimiento.
—15 minutos para la escena final— anunció Benson mientras tocaba la puerta; habían pasado unas pocas horas, y la emoción todavía seguía. Salió antes de tiempo, levantando su vestido con su mano izquierda para ir más rápido.
Ahí estaban los objetos que se usarían para la escena, solo debía cambiarlos. Pero, ¿realmente quería esto? Sí, definitivamente. Era ahora o nunca.
Cambió los elementos y luego se fue a su camerino como si nada hubiese pasado.  Sacó su reloj ocultó entre las telas y observó la hora, era su momento de gloria. Detrás de escena pudo ver como su amado tomaba el “veneno”, fingía toser y posteriormente “morirse”. Oía el lloriqueo de algunas señoritas, que se lo tomaban muy a pecho.
La escena pasó sin menos contratiempos, había logrado captar la atención del público presente. 
¡Oh, dichoso puñal!— recitó mientras tomaba la daga—Esta es tu vaina; enmohece en ella y déjame morir.
Agregó unas cuantas lágrimas a la actuación y algunas personas lo acompañaron. Elevó su mano con la daga, un movimiento lleno de gracia y estilo; dejó que el dolor lo transforme. Finalmente, se dejó caer junto al cuerpo de su Romeo.
En cuanto el público oyó la frase:  “Perdonados serán unos, castigados otros;
Pues jamás hubo tan lamentable historia como la de Julieta y su
Romeo”.
El público saltó emocionado, algunos actores salieron al escenario para saludar pero Mordecai y Rigby no se movían.
¿Causa de muerte de Mordecai? Veneno.
¿Causa de muerte de Rigby? Un puñal en el estómago.
Lamentablemente, debido a estos hechos debieron cerrar el parque. Pero el castaño había tenido un buen plan, una buena historia y no hay duda alguna de que se hablará de él durante mucho tiempo.
Porque jamás hubo tan lamentable historia como la de Rigby y su Mordecai.

El mapache negro (Morby)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora